Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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sábado, 12 de diciembre de 2020

DE AIRES MURCIANOS, DE VICENTE MEDINA

 

De: Ana Maria Ferrini

El abandono y los saqueos terminaron con un patrimonio cultural rosarino

Muros saqueados y heridos de muerte perdidos entre una fronda inquietante es todo lo que queda de la Villa Hume, en el sudoeste de la ciudad. La mansión, ahora devastada, integra el patrimonio de Rosario y albergó al poder político local de la primera década del siglo XX.


"Conocí la casa cuando estaba en su esplendor"

Muros saqueados y heridos de muerte perdidos entre una fronda inquietante es todo lo que queda de la Villa Hume, en el sudoeste de la ciudad. La mansión, ahora devastada, integra el patrimonio de Rosario y albergó al poder político local de la primera década del siglo XX. Allí vivió durante 50 años, Ricardo Caballero, primer vicegobernador santafesino que asumió con la ley Sáenz Peña de voto universal, cuando en 1912 ganó las elecciones junto a su compañero radical, Manuel Menchaca.

Ubicada en las inmediaciones de la ex Estación Hume, más tarde El Gaucho, la villa ocupa un predio de diez hectáreas que recreaban un castillo moro, con mayólicas, azulejos, vitrales, fuentes y cántaros traídos de Europa junto a dos pianos de estilo. También hay un túnel en línea recta a la estación de trenes, una biblioteca que supo tener incunables y un parque de follaje espeso, con cientos de árboles, senderos   secretos, descansos y glorietas que eran casi un oasis en el sudoeste rosarino.

Allí Caballero, médico, historiador revisionista, legislador y ensayista; leía, escribía y meditaba. Hoy el lugar está arrasado. El tiempo hizo lo suyo sin encontrar resistencia. El resto corrió por cuenta de los depredadores de siempre. Nada escapó a la rapiña: se llevaron muebles, puertas, ventanas, pisos, techos, las mayólicas y los jarrones murcianos. Ni siquiera se salvaron los ojos del dragón que hace cima en el extremo derecho del techo de la casona y que emparenta a la construcción   con las líneas del Club Español de Rosario.


Saqueo. A la villa se accede a través de la prolongación de avenida del Rosario a la altura del 6000 y después de un camino estrecho flanqueado de cañaverales.

La entrada sólo tiene un par de alambres de donde cuelga un cartel.

En el sendero, la lluvia fijó las huellas de   un camión y una moto. Rastros de los que vaciaron la construcción.

Del saqueo dan muestra algunos textos   desparramados, abiertos, húmedos y salpicados de barro.

Trozos de madera, vidrios rotos, restos de muebles, rastros de un incendio, fotografías, trapos y macetas tiradas en un radio de varios metros alrededor de la casona que perdió parte de sus muros,   azulejos, pisos y techos.

Entre los restos hay manuscritos sobre medicina, una novela en francés y ejemplares de "Carta política a sus   correligionarios de Santa Fe", un texto de Caballero, editado en 1955.

El poeta murciano Vicente Medina construyó Villa Hume en los primeros años del siglo XX, como la réplica de un castillo moro, para amortiguar la nostalgia de su terruño español. Caballero lo compró y   ocupó hasta su muerte, el 16 de julio de 1963.

Después fue ocupado por algunos familiares y luego por un cuidador que falleció hace un mes y medio. Desde ese momento la   suerte del castillo moro quedó echada.

Según un familiar de Caballero, no fueron pocos los contactos para interesar a la provincia o el municipio en el rescate y preservación. "No podemos hacer frente a los gastos que demanda conservar el lugar, sería muy importante que alguna institución se interesara", explicó. Caballero tuvo dos hijos, un varón que lo precedió en la muerte y una mujer discapacitada. Hoy sus familiares son los descendientes de sus sobrinos,   pero ninguno puede hacerse cargo del emblemático sitio.


Fuente: Anónima