Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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viernes, 4 de enero de 2019

Manuel Musto


Por Julio Chiappini *



1-Biografía sumaria 

Musto nació en Rosario de Santa Fe el 16 de septiembre de 1893. Llevó el nombre de su padre. Su madre se llamó María Mosto. Tuvo un hermano mellizo, Andrés; un hermano mayor, Juan, y otro menor, Carlos. Manuel padre era comerciante. Estafado en 1910 por un pariente, quebró. 

En 1906 nuestro personaje fue L alumno de Matteo Casella; fundador ese año del "Instituto de Bellas Artes Domenico Morelli", ubicado en Libertad, hoy Sarmiento, 548. Luego concurrió a la academia, nombre algo pomposo, "Fomento de bellas artes": Entre Ríos entre San Luis y San Juan, frente a la plaza Santa Rosa, antes Laguna de Sánchez y hoy Plaza Sarmiento. Ferrucio Pagni le enseñó a dibujar: el primer paso de alguien que quiere ser pintor. 

Y un paso crucial: resulta ímprobo que un mal dibujante sea un buen pintor; o que un buen pintor sea un mal dibujante. En realidad ("La realidad siempre es anacrónica": Borges) hoy en día son ímprobos ambos virtuosismos. Las virtudes, en cambio, son éticas. Y en el artista no quitan ni ponen rey. Picasso lo patentó así cuando confesó que "Yo cuando puedo robar, robo". 

El 24 de junio de 1911, de pulmonía, murió su hermano Andrés. Manuel había sufrido, tiempo antes, una mordedura, de un cerdo y en la plaza saladillo, en la cara; y al tiempo, una enfermedad en la piel. En mayo de 1914 viajó a Florencia con Schiavoni. Pararon en casa de unos tíos de Musto por un año y medio. Pintaron mucho, y es probable que gran parte de esa obra se haya vendido y quedado en Italia. Se encuentran con Pettoruti y Musto lo dibujó con carbonilla. Propone una pequeña exposición. 

Volvió en 1915 pues su padre había muerto. Se instaló en la quinta Landó, apellido genovés, que estaba al terminar el cementerio La Piedad. Luego se mudó a Alberdi y convivió con Pagni. Según Montes i Bradley pinta una enormidad: p. 61. En 1917 se presentó al primer Salón nacional de Bellas Artes, aquí en Rosario. Lo mismo Guido y Bertolé. Hicieron un buen papel. 

Musto nuevamente se muda, esta vez a Saladillo: con la herencia paterna y algo que había ahorrado por la venta de sus cuadros, compró, en la calle Petrópolis hoy Sánchez de Bustamante, una modesta vivienda. Fader lo embelesa. Concurre todos los años a los salones en Rosario. Se enamoró de una prima que vivía en Buenos Aires, pero no pudo ser. Ya Bullwer-Lytton había descifrado que "el amor es el ocio de los ocupados y la ocupación de los ociosos". De todos modos conchaba a una modelo, Elvira Fernández, para pintar sus desnudos. Pero no hubo, parece, amoríos: el hombre ama con los ojos y la mujer con los oídos, y esa ecuación mal podía fraguarse. La mujer quiere que la quieran y el hombre quiere que lo admiren, y eso tampoco. Cuanto mucho, por un tiempito. Shakespeare bien lo sabía y por eso el cuantioso amor de Romeo y Julieta tuvo un corto ciclo. El deterioro del amor hubiera perjudicado la tragedia. Algunos años luego, incluso, Oscar Wilde plumeó con gracejo: "En el amor hay una pequeña tragedia y una gran tragedia. La pequeña consiste en que te digan que no. La grande consiste en que te digan que sí". En 1922 Musto expuso 54 óleos en la galería Witcomb: San Martín 874. Witcomb cerró en 1938 y la sucedió la galería Renom, de Rómulo Renom, en Córdoba 916. Con los años, la ciudad fue perdiendo galerías de arte. 

Queda alguna, contra viento y marca. Y unas pocas casas de antigüedades que venden cuadros. Como en el cuento de Mario Benedetti, Caramba y lástima. 

Desde 1925, por poner una fecha, Musto fue reconocido como excelente pintor. Le va bien en los salones, vende sus cuadros, cofundó el grupo Nexus en 1926. Optó más por la espátula que por el pincel. Coleccionistas y museos lo incorporan. En junio de 1930 pintó un muy buen retrato de Schiavoni, y en agosto partió a Italia. Regresó en octubre de 1932 con muchos óleos. Había que venderlos porque de eso vivía. Reencarnaba a Prins: "Llegar a la forma por el color". El premio Sivori, obtenido en 1926, lo respaldaba. 

En mayo de 1933 murió su madre. En 1936, según Montes, llegó a su auge. Expuso en el XXVIII Salón de primavera y el Museo nacional le compró un óleo por $ 800. Una bicoca. El 24 de agosto de 1940, en la agonía por un cáncer en la piel, redactó su segundo testamento. Murió el 12 de septiembre, con 46 años. Malogrado; pues todavía podía dar muchísimo de sí. Dos años luego se fundó la Escuela Provincial de Bellas Artes. Su primer director fue el pintor César A. Caggiano. En "La Capital" del 13 de septiembre, a p. 13, se publicó una gacetilla acerca de Musto. Reproduce notas de pésame de la Asociación Argentina de Artistas Plásticos, de la cual Manuel era vicepresidente. La firman Caggiano, presidente, y César Pierre, secretario. Y otra, dirigida a la familia, del Museo Castagnino: presidente: Hilarión Hernández Larguía; secretario, Julio Vanzo; destacan del pintor sus "cuadros de los más desiguales coloridos, aunque se revelase siempre insigne colorista". T la cromática, mientras tanto, que debate: el negro, ¿es un color o la ausencia de color? Y uno que lamenta muchísimo no haber escrito hace años, hablando con Vanzo, acerca de Musto. Al menos aprendí que ciertas crónicas anidan más en personas de época que en archivos. Y que, entonces, hay que entrevistarlas antes de que... sea tarde. 

En cuanto a otras cosas, en El camino de Manuel Musto, Montes i Bradley sugiere que Musto fue algo así como misógino. De ser así, fue una suerte o un destino. De esos que no se eligen, que apenas se cumplen. La biografía de Montes, publicada en Rosario en 1942 por la editorial Hipocampo, lleva un prólogo de Juan Filloy. 

De Musto hay un buen retrato que hizo su amigo Schiavoni en 1930. algunos autorretratos. Por ejemplo dos de 1938. Hombre entrado en carnes. Pícnico, como abotagado en esas telas, mucho ni nos en las fotografías. Curiosa discordancia. Se ve nomás que hay gente fotogénica. De todos modos el hombre tiene derecho a ser feo. Bien que algunos abusamos de ese derecho. 

2. La pintura, ¿tiene épocas? 

La historia, que por suerte ya ha dejado de ser solamente crónica de las guerras y de los crímenes, ha dicho que sí. Que hubo un renacimiento italiano, el impresionismo la francés, pléyade de los pintores rosarinos. Desde luego que hay escalas en esos ejemplos tomados casi al azar. Simplemente querían suponer que, en efecto, hay tiempos en que los talentos se congregan. Por algo Whistler "el arte sucede", art happens. Es que como la historia, no pide permiso. 

En el caso de Rosario (una geografía que traicionó a la historia), Musto fue contemporáneo, y en la mayoría de los casos coetáneo, de Domingo Candia y de Koek Koek: nacido en Londres y asesinado en Chile y rosarino por adopción; de Alfredo Guido (apellido también italiano; se pronuncia Güido); Uriarte; Vanzo, Greta; Ouvrard, Cochet (para algunos el mejor pintor académico que dio el país); Gambartes, y muchos otros. Y desde ya Lucio Fontana y Berni; los dos rosarinos y los dos los pintores argentinos con obra más cotizada y con mayor difusión en el extranjero. Fontana porque inventó el espacialismo; y Berni porque fue un gran pintor decorativo que incursionó en temáticas de política proletaria o contestataria. Lo cual da réditos: los del "arte comprometido". Y ciertamente que fueron notables artistas y que entonces se justifica que sus cuadros sean costosos. Ahora de allí a que sean caros no sé. Bien que ser pintores de caballete (Fontana no lo fue) no los desacredita. Mal pueden estigmatizarse por ser pintores "burgueses", tal como en México y por ejemplo se descalifica: así al menos trompetearon Rivera y Alfaro Siqueiros. Sin olvidar que Berni ensayó frescos de buena superficie. Eso sí, mayormente en casas de adinerados. 

Emilia Bertolé con sus pasteles, Gaspary, Zaino, Zinny, Guaragna, Berlingieri, Olivé; Gerbino, Benvenuto, Antoníades, Oscar Soldi; Anselmo Piccoli, Beltramino, Schwender, Munné (cuya hija fue mi maestra de dibujo); Pedrotti, Ambrosio Gatti, Herrero Miranda; García Carrera, Ottmann, Raúl Domínguez, La Menza, Cantalamesa; Calabrese, Correale, Traficante, Giacagua; Warecki, Domingo Garrone, Paino Martínez Ramseyer y otros pintores, también formaron parte de la constelación o elite que decíamos. Aunque tal vez estaban un escalón por debajo. De todas formas, cuando alguien es el mejor solamente lo saben cuatro o cinco personas. Este tipo de ranking ("carrera de reyes") que uno ensaya se presta al ingenioso retruécano de María Elena Walsh: "antojolías". Lo cierto es que, en pintura, Rosario tuvo un gran futuro en el pasado. 

Isidoro Siullitel, entretanto, en Cronología del arte en Rosario (Biblioteca, 1968), desde p. 51 reseña cantidad de buenos artistas nacidos en Rosario o que desarrollaron aquí su obra. El vademecum de Slullitel, pese a que hizo lo que pudo y aporta datos, sobrellevó una feroz crítica de Mikielievich en la Revista de la Sociedad de Historia de Rosario Nos. 17-18, 1969, p. 183. Wladimir, que lucía una bellísima caligrafía y me hacía teclear como un galeote en su máquina de escribir Olivetti rarísima: enorme carro y letra muy pequeña, era corrosivo; y, cuando podía, mojaba su pluma en vitriolo. Dicen que los que no perdonan nada a nadie, todo se lo perdonan a sí mismos. Pero ignoro si fue su caso. 

Varios de los pintores que mencionamos se adocenaron, se convirtieron en artesanos. Desde ya Koek Koek, Uriarte y Vanzo. De todos modos hay que juzgarlos por sus mejores obras, por tantísimos de sus espléndidos óleos, O a veces témperas, con buena voluntad, que siempre hemos de tener o fingir. Pero acuarelas no: es un arte menor porque deriva de una técnica menor. Son ejercicios. Más temprano que tarde en el óleo, y mejor, al menos para uno, si con volumen, está "la verdad de la milanesa". Ahora tamaña empresa demanda conocer la "cocina" de la pintura. De los oid masters, Bernardo Miguel Ballesteros (1935) resulta un buen ejemplo de ese virtuosismo técnico. Es una condición indispensable y muy pocos la recrean. Pero no asegura un gran pintor, falta un pasito más. Un endiablado pasito. Algo así como escalar la ladera sur del Aconcagua y... con ventiscas. 

Musto, pese a lo que propala la Wikipedia, no fue un pintor autodidacto. Porque ninguno lo es. Incluso tuvo enseñanzas formales. Si fue genial, que me temo que casi, fue más por transpiración que por inspiración. Acaso sin saber que el genio es una suma de pequeños detalles. Y que precisa de una buena cuota de aridez y de abstracción. Todo eso se averigua viendo sus cuadros, muchos de sus cuadros. Y comprendiendo que "el gusto no es un juicio estético". Frase con Jaque Vanzo me retó una vez. Tras explicarme que quien no es pintor mal puede opinar. Si tenía razón, no tenía razones. Creo. 

En el N°98 de esta tan hospitalaria, grata y aleccionadora revista, contestamos afirmativamente a la modesta perplejidad de si existe una "pintura rosarina". 

3. Lo que más fracasa es el éxito 

Como pintor, a Musto le fue bastante bien en vida y luego otro tanto. Pero los precios de sus telas y su fama, fea palabra, no están en consonancia con los quilates de esa obra. 

Es el sino de muchos grandes artistas. Incluso la pobreza, las muertes prematuras, la angustia existencial. En el caso de Musto, me parece que careció de organización cerebral para tramar y difundir su obra. Y que se quedó en Rosario. Lucio Fontana y Berni se fueron jóvenes. Otros, como Vanzo, Schiavoni, Uriarte y Cochet, posiblemente mejores si medidos por sus mejores óleos, no quisieron, no supieron o no pudieron emigrar. Pero sí, muchas veces, cumplir con Quintiliano: "El arte consiste en ocultar el arte". 

A veces se dice que es cuestión del marchand. Que si el pintor lo tiene, le va bien. Sin embargo, un par de galeristas y traficantes de los pintores que mencionamos los "representaron". Y se llevaron la parte del león. Eran sumamente pícaros: pasaba un avestruz a la carrera y se hacían un plumero. Si los pillos volaran, taparían la luz del sol. Pero ese dúo se hubiera estrellado contra Saturno. 

Y seguramente que también influye la suerte. De la cual nunca debemos esperar justicia. Para los talentos, basta con no tener mala suerte. Salvo que sobrevivan en países precapitalistas y subdesarrollados sin meritocracia: no hay correspondencia entre el mérito y el destino de las personas. 


4. Falsificaciones. Y otras contingencias 

Aunque parezca más facilitado, al trabajar con espátula y contraluces es arduo. No obstante, hay algún Musto falsificado: en Rosario, créase o no, hay granujas de siete suelas. Pero nada si comparamos con Vanzo y ni hablar Gambartes. Que parece sigue dibujando desde el más allá. Lo mismo Koek Koek. Hay fraudes incluso burdos "certificados" por marchands, por familiares o por el licenciado Lagaver; que es, a su vez, claro, un personaje también apócrifo. El arte, después de todo, es fantasía. Y el más redituable arte, en el mundo, es el de saber mandarse la parte. 

En tanto, hay antiguas espátulas marfil. Las más prácticas son de acero sea para tomar el óleo de la abigarrada paleta, sea para estamparlo en la tela. Los dedos del artista a veces hacen las veces. Pero no lo contéis; o al menos que de Sudamérica no salga. 

Musto, y como que retornamos, fatigó varias temáticas: naturalezas muert huertos, desnudos, paisajes, ambientes, hogareños, ateliers, muñecos y muñecas, retratos y bouquets. Y alguna pintura abstracta. Mal definida como "no figurativa". Pues las nociones negativas sirven poco y nada. 

Andrea Giunta halla que "En el desnudo y el paisaje se libraba la batalla por la modernidad. Probablemente nada sea más elocuente que comparar los de nudos de Musto con el de Guido. Los de aquél tienen encuadres desafiantes; el de éste —una inmensa y mortecina mestiza en una tela de gran formato—una pintura pensada para enviar a salones, además de un manifiesto estético e ideológico. Si Musto podría remitir a Gauguin o a Matisse, Guido lo hace a tradición a la española de la maja desnuda de Goya": en La sociedad de los artistas. Historias y debates de Rosario, Museo Castagnino, Rosario, 2004, p. 38. Según el diserto José León Pagano, los primeros paisajes de Musto fueron "acromados, de líneas un tanto secas y no muy logrados como finura de luz": El arte de los argentinos, Goncourt, 1981, p. 127. Por de pronto, al principio, los pintores trabajan con materiales de- menor calidad, hasta opacos. Aun hogaño siguen siendo onerosos. Lo mismo un buen marco. Las cosas se hacen cuesta arriba. 

Tal vez la retratística, y retomamos las falsificaciones, sea lo más difícil de imitar. Aunque parezca mentira, lo primero que hay que ver en un cuadro es la firma. Otro recurso consiste en iluminarlo bien (si es que ya no lo estaba...), y cerrar un ojo. Con el otro, el menos tuerto, mirar a través de un hueco del puño cerrado. Sin ver el marco por esa hendija. Otro modesto sortilegio estriba en no hacer nada. El problema de los que nunca hacen nada es que nunca tienen tiempo para nada. El consabido ocio. 

En tanto, consultar a un experto no está mal. Salvo que sea el que vende el cuadro. Y el hecho de que ya no haya más expertos, carece de importancia. Los im- 

postores son señorones, poseurs o simpáticos. Y, claro, hay más clasificaciones. Las dejamos ahora en el tintero, no faltará oportunidad. 

Mientras, ¿cuántos cuadros pintó Musto? Como sucede con muchos de los pintores rosarinos, es arduo aventurar un número. Pintar era su medio de vida y lo hacían para la burguesía local. Sabemos que Uriarte y Vanzo ejecutaron miles de piezas y posiblemente más aun. Otros grandes maestros, en cambio, trabajaban más los óleos. Por ejemplo Musto, Schiavoni y Cochet. Y ni hablar Alfredo Guido. Por lo cual dejaron una obra mucho más pareja y reducida bien que Cochet, en Funes, pintaba sin parar. Fueron, ¿y me atreveré a decirlo?, más responsables. Bien que los otros estaban en su derecho. Pintar a rolete. Algunos, hasta seis acuarelas al mismo tiempo. Y la esposa que se encargaba del celeste del cielo. Con nubes y todo. Empresas fenicias que degradan a las personas y sobre todo el arte. 

En cuanto a las falsificaciones, y ahí volvemos si es que de allí salimos, según los norteamericanos "Corot pintó 1100 cuadros. De los cuales 1500 están en los Estados Unidos". Grela Guerrero, hermano del tan agradable Plácido, cuando le mostraban algún cuadro falsificado incluso con su firma, preguntaba: "Y esto, ¿qué quiere ser?". 

Otros pintores, en cambio, denunciaban que los falsificaban cuando no era así: un modesto .artilugio para afamarse. Por algo Benavente: "Lo más parecido a la inteligencia es la pillería".


5. Rosario que recuerda a Musto 

Musto donó su casa y taller a la municipalidad. Allí funciona, desde el 12 de octubre de 1945, la Escuela de artes plásticas que lleva su nombre: Sánchez de Bustamante 129. Primer director, el tarraconense Eugenio Fornells: 18821961. Bien que, hoy en día, los nacidos en Tarragona prefieren cotizarse derechamente como catalanes. 

Una calle de la ciudad se llama Pintor Musto. Como no figura en la guía de teléfonos ni en los mapas, oficiamos de cartógrafos: corre al norte entre la avenida Eduardo Carrasco y la rotonda emplazada en el cruce de la avenida de Circunvalación 25 de Mayo y el boulevard Rondeau. 

En Manuel Musto en la pintura rosarina (La Capital, 6 de abril de 1977, p. 16), opiné que muchos cuadros de Musto eran, como a veces también Maiharro y Fader, de impresionismo tardío. Hoy, francamente, no suscribiría tan vulnerable dictamen aunque a lo mejor tampoco espantoso. Por suerte Borges: "La juventud cuenta con la absolución del tiempo". Bien que cuando dije esa pamplinada —si eso fue— ya era bastante grandecito; me temo que treintaflero al menos. 

Si fue otro error más, "todo pasa". Lo cual significa, en general, que pasa de todo. 

No obstante, muchos críticos enrolan a Musto en el impresionismo. Omiten decir "algunos cuadros". Arnoldo Gualino, más preciso, halla impresionismo en ciertas primeras telas de Musto. A grandes rasgos, en su obra se calcula el abandono del naturalismo positivista con la consiguiente proscripción de los temas religiosos, mitológicos, históricos o literarios propios del realismo y de los académicos ("clásicos" no es lo mismo). Esto, por supuesto, no convierte a Musto en un pintor surrealista o algo así. Sí en lo que Julio E. Payró llama "héroes del color". Exaltado por el óleo grueso. Y como nunca cuando el vernissage: aceite brillante que se propina al óleo una sola vez, al terminarlo. Por eso muchas exposiciones invitan al "vernissage". Al principio uno creía que la palabra significaba "copetín" y no "barniz". Hay gente que concurre a esos eventos en procura de vituallas y bebidas gratuitas y para entretejer relaciones (humanas). No me excluyo; bien que esos saraos ya no se estilan. Lo cierto es que Oscar Wilde se quejó una vez: "Había tantos cuadros que no podían verse las personas". 

Los críticos, y casi olvidaba decirlo, suelen ser pobres que indican a los ricos dónde están los tesoros. Y hasta aquí llegamos... con ese sayo a cuestas. 



* Abogado (UCA 1970). Master en economía agraria: Facoltá di Economía e Comercio, Roma 1976. Doctor en Derecho, Ciencias Sociales (UCA 1980). Doctor en Derecho: UNR 2014. Ex Fiscal de Estado de la Provincia de Santa Fe 1983-1987 Ex vocal de la Cámara Civil y comercial de Rosario: 1987-1994. 


Fuente: Extraído la Revista “ Rosario y su Historia” Fascículo N.º 143 de Agosto 2015