Cada una de aquellas ceremonias sociales, en especial
los casamientos, así como la liturgia de los retratos familiares que todavía
hoy pueden hallarse en miles de casas rosarinas formando parte de los recuerdos
de abuelos o bisabuelos, demandaba la existencia de quienes perpetuasen esos
momentos y esas personas. De ese modo, las casas de fotografía y los fotógrafos
se convertían en importantes referentes de la vida social de las clases
pudientes tanto como de los cotidianos acontecimientos del resto de una ciudad
que, entre 1900 y 1930, estaba construyendo su definitivo perfil.
Es asimismo con
la popularización de la fotografía que se facilita la perduración de los mayores
e incluso de los menores momentos de la vida cotidiana y privada de las
personas, desde los casamientos a los nacimientos y desde la memoria de los
antepasados y los muertos a la frivolidad de las recreaciones mundanas, e
incluso a la comprobación objetiva de los cambios que el paso del tiempo
conlleva en cada uno. El interés por la novedad de la fotografía como modo de
resguardo del presente (y también del pasado) perduraría hasta los años 30 para
decaer luego y reaparecer en las últimas décadas del siglo XX.
Alain Corbin,
Roger-Henti Guerrand y Michelle Perrot consignan: La irrupción del retrato en
el seno de amplias capas de la sociedad modifica la visión de las edades de la
vida y en consecuencia el sentimiento del tiempo. Como soporte que es de la
imaginación, la fotografía renueva la nostalgia. Por primera vez le resulta
posible a la mayoría de la población representarse a sus mayores desaparecidos
y a sus parientes desconocidos. Se vuelve también perceptible la juventud de
los ascendientes a cuyo lado se vive cada día. Y se efectúa de rebote una
transferencia sobre las señas de la memoria familiar.
"Chute
& Brooks" sería, desde la última década del siglo XIX y hasta los años
de ambos centenarios, la predilecta de la colectividad británica y de las
familias más notorias, con su estudio fotográfico instalado en Rioja 1060. La
casa se había iniciado en Montevideo en 1868, con LymanW. Chute yThomas Brooks
como socios, quienes en 1879 trasladan el negocio a la porteñísima calle
Florida, centro de la vida social y mundana del Buenos Aires del fin del siglo.
El éxito los acompaña tanto que en 1885, deciden la incorporación, también como
fotógrafo, de Robert Chute, que vivía en Estados Unidos y que, tres años
después, se radica en Rosario, donde abre una sucursal del estudio, bajo la
misma razón social, siendo la primera en introducir en la ciudad los trabajos
al carbón y platino.
Del 900 eran asimismo el estudio fotográfico de Eugenio
Widmayer, en San Martín 810, sucursal de una casa porteña, donde se vendían
cámaras fotográficas, y la "Fotografía Universal", de C. Rodríguez y
Compañía, en Libertad 943, luego 881, con especialidad en platinos y bromuros
y un slogan que afirmaba: Garantizamos los trabajos realizados en días nublados
como si fueran días claros; la de F. Corte, publicitada en 1905 como primer
establecimiento fotográfico del Rosario de Santa Fe, en San Martín 1336; la de
G. Ameglio, en San Martín 974, y "Foto Iris", en Córdoba 1461.
Hacia el
Centenario, podía consignarse asimismo a "Giordano y Wallace", en San
Luis 940; el estudio fotográfico "Siglo XX", en Córdoba 854; la
"Gran Fotografía Florida", que en 1904 estaba instalada en Córdoba
1149; "Luz y Sombras", de Alberto Daza, en Córdoba 1236, que en 1910
promociona esmaltes americanos únicos en Rosario; "La Eléctrica", San
Juan 1034; la "Fotografía Italiana", de José Grazia, en Santa Fe
1133, al lado del Correo, que en 1915 ofrecía retratos al lápiz con fino marco
artístico a $15; Castellani Arte Fotográfico (sucesor de "Assanelli y
Castellani"), primero en San Martín 874 y luego, hacia 1923, en Córdoba
1365, lo más fino y selecto en retratos Gravure y ampliaciones al pastel.
Lugar especial
tendría "Witcomb", instalada en la ciudad en 1918 en San Martín 874,
sucursal de la legendaria casa porteña cuyo archivo fotográfico sería, con el
tiempo, un invalorable testimonio del pasado argentino, incluida buena parte de
la vida rosarina. Alejandro Witcomb se radicó en Rosario en 1869, primero en
Libertad 173 y un año después en Córdoba 161, desde donde se trasladaría a
Libertad 134. Es en 1878 cuando decide su instalación en Buenos Aires,
convirtiéndose desde entonces en el fotógrafo predilecto de la alta sociedad
porteña, cuyos retratos y costumbres fijaría para siempre en sus trabajos.
Igualmente
pioneros fueron A. Alexander, en San Juan 1019; Francisco Arturo, con su casa
de fotografía en San Luis 911; Antonio Emanuel, en Güemes 2528; César Grosso,
en San Martín 992; "Militano Hermanos", en Independencia
955;"Morchio,Vasalli y Cía.", que editarían a comienzos del siglo una
valiosa serie de postales coloreadas de distintas zonas y paseos del Rosario;
"Caffaro y Cía.", en Córdoba 1147 o el estudio fotográfico "De
Negri Hermanos", en Sarmiento 988. Relación con todas ellas, del mismo
modo que con los artistas plásticos, tendría otro antiguo comercio:"Casa
Masoero", que desde 1889 se encargaría, en Rioja 957, y por más de un
siglo, de la confección de marcos de madera tallados a mano.
Fuente:
extraído de libro rosario del 900
a la “década infame”
tomo III editado 2005 por la editorial homo Sapiens Ediciones. Autor
Rafael Ielpi