Por Marcela Isaías
LA LIBERTAD VIVE EN LAS AULAS
Fueron excepcionales. A una sensibilidad única le sumaron su innato
amor por la infancia , que volcó en una
obra cuyo legado permanecerá en el tiempo. La clave era su respecto por la inteligencia de los chicos.
Desde la primera vez que Leticia me abrió la puerta de su casa en
barrio Alberdi entendí que a la obra de las hermanas Cossettini era posible
dimensionarla en imágenes y sensaciones.
Vestida de blanco, nos invitó a pasar. Rubén Naranjo me acompañaba,
era un gran amigo de la maestra santafesina.
Pasaron pocos segundos para que Leticia me llevara a ver las plantas de su jardín, mostrara cuadros que había pintado y esculturas. También contó que el juego de té sobre la mesa era uno de los tantos regalos que conservaba de sus alumnos.
Al igual que su hermana Olga, se graduó de maestra normal a los 16 años en la Escuela Normal de
Coronda. Desde entonces empezarían a escribir una historia pedagógica
imborrable.
Una y otra eran intelectuales de
su época. Su oficio de enseñar
fue tocado por la pintura, la literatura, la música y un apego infinito a la naturaleza. A tal punto que escritores y artistas de la talla de Bernardo Canal Feijóo, Javier Villafañe, Margarita Xirgú y Juan Ramón Jiménez desfilaron por Rosario para conocer la llamada "Escuela Serena".
"Digno del paraíso", fue el comentario de la poeta Gabriela Mistral al escuchar el "Coro de pájaros" formado por los niños de
la maestra Leticia.
La experiencia, que puso a la escuela pública en el mejor de los lugares, duró entre 1935 y 1950. La pasión por el conocimiento y la expresión fue la premisa del trabajo que alcanzó a los 600 alumnos que por esos años poblaron la Escuela Carrasco.
Olga fue la directora de este proyecto que trascendió al mundo, que removió adormecidas didácticas para
dar lugar a una verdadera revolución
del aprendizaje y la enseñanza. Bajo su
dirección no hubo un libro de lecturas, sino muchas obras literarias; la ciencia se buscó en la naturaleza y los valores se aprendieron en la democracia ejercida en las aulas, donde convivían los hijos de obreros y pescadores, y los de las clases más cultas y acomodadas.
Pero el rasgo distintivo de "La Escuela de la Señorita Olga",
tal como llamó el realizador Mario Piazza a la película dedicada a la
experiencia, fue el respeto a la inteligencia de los niños.
En 1950 un decreto ministerial separó a Olga de la dirección. Fue un
intento de detener lo que la educación pública era capaz de lograr con buenos maestros
Imposible. En cierta oportunidad, Olga ya había develado en qué consistía el
método de su trabajo de maestros frente en su capacidad, nuestra confianza en
su obra, nuestra amistad, nuestro cariño, nuestro apoyo, que él siente y de tal
manera nos devuelve (…), de nadie más que de él es esa armonía, esa amistad,
ese ambiente alegre; mueve en el aire, hasta que nos dice hasta mañana".
Las hermanas Leticia y Olga fueron un
manantial inagotable de enseñanza para sus alumnos de la "Escuela
Serena".
Fuente: Extraído de la Revista de capital de los
140 años del año 1987