Por Rafael Ielpi
La crisis de 1929 iba a asestar un duro golpe a la economías mundiales y también a la argentina, poniendo fin -como señalan Castagna, Pellegrini y Woelflin en "Desarrollo de la actividad industrial"-"a la etapa de crecimiento basado en la expansión de la demanda externa de productos primarios, cereales, carnes y sus derivados' lo que marcaría "el comienzo de una nueva época para Rosario en particular y para Argentina en general"
Sería a partir del cierre de los mercados externos -y luego del estallido de la Segunda Guerra Mundial- cuando se hace imprescindible la producción local de los productos manufacturados que hasta entonces se importaban. Es a partir de ese momento que, con lo que se ha llamado "la industrialización sustitutiva de importaciones", la actividad industrial se convierte -junto a un aumento igualmente notable del comercio- en protagonista decisivo del desarrollo económico de la ciudad.
El crecimiento de una ciudad que, como Rosario, estaba dotada de una infraestructura de servicios que la conectaba con el resto del país (redes ferroviarias, rutas y caminos, navegación fluvial), posibilitó asimismo el incremento de las migraciones internas, que iban a acrecentar la población. Los trenes de pasajeros (hoy añorados como un cómodo y eficaz medio de transporte) y los de carga y la creciente flota de transporte vial y el crecimiento demográfico, fueron entre 1930 y 1960, valiosos aliados del desarrollo. Ese crecimiento demográfico y las demandas que el mismo exigía, iban a provocar algo más: el surgimiento de empresas manufactureras, y de la industria liviana, en especial la metalmecánica, así como de las medianas y pequeñas empresas rosarinas.
Como señala Héctor Bonaparte en "Los que llegaron del interior", respecto a la industrialización producida entre 1945 y 1955: "Uno de los rasgos definitorios de los dos primeros gobiernos peronistas fue el fomento de la industria. Efectivamente, no sólo se señaló la actividad industrial como prioridad en los Planes Quinquenales y discursos, sino que en los hechos se le destinaron líneas de créditos, facilidades impositivas y tarifarias para la adquisición de insumos, etc."
"Sin excluir algunos rubros de la industria pesada, hubo énfasis claro en la producción IIviana. Las principales capitales de provincia, pero sobre todo Buenos Aires, Rosario y Córdoba cambiaron su paisaje suburbano, incorporando el componente «moderno» de los llamados cinturones industriales. La propia trama urbana debió ir acostumbrándose a la presencia llamativa de una cantidad apreciable de talleres y fábricas medianas y pequeñas. Los sectores de mayor desarrollo fueron el metalúrgico y el textil entre otros, tomando gran incremento la fabricación de artefactos para el hogar. Hay que agregar los desarrollos de la industria automotriz, alimentación, construcción, sin dejar de lado áreas básicas como la petroquímica... señala el mismo investigador.
La de la construcción de máquinas-herramienta es una de las actividades industriales que no deben omitirse en una cronología -aun incompleta-, del período 1930/1960, y en especial del ciclo que abarca desde los finales de la década del 40 a la del 50, con algunos ejemplos nombre de la empresa notables de un alto grado de nivel tecnológico, que enorgulleció a los rosarinos.
Algunas de esas empresas -estrechamente asociadas en muchos casos a los nombres de sus fundadores o impulsores iniciales- forman parte ya de la historia del desarrollo industrial de Rosario, como Cimdelmet, que al adquirir la empresa Cogo & Galetto, inicia sus actividades en julio de 1943, especializándose en la producción de alesadoras, tornos mecánicos muy requeridos (los recordados T.5) y perforadoras; Gema, que a través del impulso creativo de Luis Valenti fabricaría cepilladoras de carro y perforadoras, como complemento de la producción de cosechadoras automotrices, o Emara, entre cuyos impulsores debe consignarse a Carlos Pedemonte, especializada en limadoras mecánicas, tornos especiales y rectificadoras.
En el mismo e importante rumbo pueden ser mencionados, entre 1948 y 1960, industriales como Conrado Bianchi, fabricante de perforadoras de alta calidad; Juan Busso y Hermanos, que lo eran de tornos mecánicos; Alfredo Marietta, cuyo nombre se asocia indefectiblemente a la fabricación de rodamientos a esfera y rodillos marca "MAR", pero que además fabricaría los equipamientos originales para su establecimiento; Camusso Hermanos, con especialidad en máquinas creadoras de engranajes; Antonio Farina y Ambrosino S.A., fabricantes de máquinas talladoras; Jacinto Tossi, iniciado en 1933 en la producción de tornos, alesadoras y otras máquinas-herramienta o Establecimiento Litoral, con la fabricación de artículos hidráulicos.
Al ámbito de la metalurgia pertenecerían asimismo industrias de nivel nacional como Acíndar S.A., cuya actividad se inicia en Rosario en 1943, con instalaciones en Ovidio Lagos al 4200, donde aún subsisten las chimeneas características de la primera acería instalada en Rosario, cuya conducción ejercería por años la familia Acevedo. El nombre de la empresa era, por lo demás, la síntesis de Acevedo Industria Argentina. Acindar llegaría a contarse entre las industrias más importantes de la región y constituiría una importante fuente de trabajo.
Igualmente relevante sería la actividad, en el período, de Chaina Hermanos, fundición y establecimiento metalúrgico que sobreviviría hasta la década del 80, con su planta industrial en la manzana comprendida entre Vera Mujica, Avda. Francia, Córdoba y Santa Fe; de Cura Hermanos, en el rubro de la laminación de hierro a partir de la Segunda Guerra Mundial -cuando decae la construcción de galpones para almacenamiento de cereales en los que la firma se especializara desde 1922-, con una dotación de personal que superaba los 300 operarios, o de Forja, otra de las empresas metalúrgicas notorias del período en la ciudad.
Relacionadas estrechamente al sector anterior serían las industrias dedicadas a la producción de accesorios y maquinaria agrícola como Migra, que iniciara su actividad en 1948 y sería la primera en producir en el país una cosechadora de grano grueso; Industrias Siderúrgicas Grassi, que desde Rosario gestara el crecimiento nacional del llamado "Grupo Industrial Grassi" en la industria del acero, las ferroaleaciones y la industria celulósica; Juan Navarro e Hijo, S.A., en la trafilación de hierro; Manuello y Cía., en fabricación de muebles de hierro y procesos metalúrgicos; y Si-par, que se convertiría en una de las empresas vigentes aún luego de la década del 60.
José Censabella relaciona hoy, en 1999, ese período de crecimiento en Rosario con viejos ejemplos pioneros que indicaban, ya fue comienzos de siglo, la iniciativa y capacidad de las empresas de la ciudad: "Una de las cosas más notables que hayan ocurrido en la Argentina es que una industria de larga tradición en Rosario, como Fortuny, construyera un camión con ruedas macizas que transportaba los rollizos desde el puerto a los aserraderos de la zona. Es decir que acá se hizo un camión en esa época. No se cómo se arreglaron pero lo armaron para reemplazar a los caballos percherones que tiraban de los carros para llevar los rollizos..."
Elías Soso, otro de los empresarios de la ciudad, resume a su vez el nacimiento de ese espectro de pequeñas y medianas empresas e industrias que proliferarían en Rosario a partir, sobre todo, de 1940. "Los inicios de todas las industrias eran pequeños talleres en los que cada uno tenía su casa y había una cantidad grande de torneros que fabricaban autopartes, por ejemplo, talleres unipersonales, microemprendimientos, como se los llama hoy. Hasta que llegó el momento en que, ineludiblemente, hubo que contar con una organización. La organización empresaria nació como una respuesta. Así surgieron primero Las cámaras de grandes tiendas, y después las cámaras industriales y en ese momento es cuando nace la Asociación de Industriales Metalúrgicos, que hoy tiene medio siglo y la Cámara de la Industria de la Madera"
Fuente: Extraído de la colección de Vida Cotidiana de 1930-1960. Editado por el diario “La Capital”.