En el
recuadro adjunto se hace extensa mención a los proyectos, planes y normativas
que procuraban regular la adaptación de la ciudad a los nuevos requerimientos
demográficos y circulatorios. El nuevo Reglamento de Edificación, por las
alturas permitidas y la pequeñez de los patios, parece estar pensando en una
urbe de 32 millones de habitantes dentro del ejido, según un criterio de alta
densificación central
En esos años se obtienen los fondos para
el Parque Ludueña y el Belgrano, se adquiere el Balneario Saladillo, se
municipaliza el servicio de tranvías, se concluyen los edificios de la Aduana y del Correo Central
y se construyen las bajadas de Avenida Pellegrini y Puccio, en el barrio
Alberdi.
La obra pública como recurso para paliar
la desocupación deja como saldo las rutas a Santa Fe (1933), a Buenos Aires
(1935) y a Córdoba (1936), así como el camino a Casilda, en 1939, pavimentación
que se realizó en general sobre caminos existentes, en su mayor parte paralelos
a las vías férreas.
Por la necesaria reestructuración
ferroviaria se levantan entonces distintos tendidos, se desmantela el
Ferrocarril Oeste Santafesino y en su lugar se construye años más tarde el
Parque de la Ancianidad
(hoy Parque Urquiza), míen-tras la estación del ferrocarril francés es
habilitada como estación terminal de ómnibus, perdiendo poco a poco su nombre
popular de la Francesa.
Las descripciones de la época se reiteran
sin embargo en la mención de esos dos mitos invariables con los que se
pretende dar cuenta de Rosario: su laboriosidad y su cosmopolitismo, pero ha
desaparecido toda mención al fárrago derivado de su explosivo crecimiento
económico. Álvarez la pinta según su óptica, que es la de una clase y una
ideología fácilmente identificables: "Urbe de casas bajas aunque deviene
aquí y allá algún desproporcionado rascacielo, persiste la nota amable de los
patios embellecidos por flores, emparrados y árboles de sombra en los centros
de manzana y calles soleadas de nítida perspectiva. No es asilo de noctámbulos,
no abundan los ebrios
pendencieros. Trabaja demasiado para trasnochar, dista de ser lujoso y no sirve para turistas que
buscan el exotismo; pero ha sabido mantener el amor al trabajo y la sencillez
de las maneras..."
La calle Córdoba, en su segmento
céntrico, sigue siendo el lugar de encuentro de la gente de buen gusto y es
por eso que se concentra en ella lo más distinguido y lujoso que pueda
exhibirse. "La Bola
de Nieve", el "Sorocabana", la tienda "La
Favorita" y las confiterías "Richmond" y "La Perfección" son
algunos de los puntos de encuentro. Berdou deja una pincelada sobre ello:
"El paseo en las horas vespertinas, para el que se suspende todo tráfico,
es una costumbre para la que todavía se mantiene en pie el privilegio de las
personas sobre los elementos". Sus horas más brillantes seguían siendo la
recorrida de los domingos a las 12, después de la misa en la Catedral, las fiestas
patrias o las recepciones a forasteros, marinos y militares.
En lo arquitectónico, la tendencia
moderna y "racionalista" incorporada a fines de los años 20 comienza a decaer con la década del 40, en la que manteniendo las tipologías funcionales se vuelve a la
adjetivación arquitectónica. Un neofrancés "lavado" se difunde en los
edificios de renta y en los petlt-hotel céntricos. Por su parte, el pintoresquismo acompaña
a los sectores medios de mayores recursos en
su huida a los suburbios trocando el ruido, la
calefacción central y el ascensor por el chalet rústico rodeado de césped y mosquitos,
parrilla y auto en la puerta para recorrer en pocos minutos los 10 kilómetros que los separan del centro y de los lugares de trabajo.
Los edificios públicos son recapturados por el academicismo el único
capaz de garantizar esa dimensión monumental, simbólica, autogloríficadora que
se considera conveniente para las instituciones del Estado. Plantas y fachadas
recuperan proporciones y criterios compositivos clásicos.
El edificio de rentas, el "rascacielos"
surgido del bloqueo de la expansión económica y de la búsqueda de una renta
segura, fue el acontecimiento que definió a este período. Grandes capitalistas
y compañías de seguros construyen edificios de gran volumen con características
exclusivas de confort y localización, totalmente asimilados al estilo en boga.
La Ley de
Alquileres de 1943 fue su acta de defunción y recién luego de sancionada la Ley de Propiedad Horizontal
recomienza la edifición en altura. Los primeros fueron los de calle Santa Fe
1261 y el edificio "Dórrego", frente a la plaza San Martín.
Lo excepcional fue el
complejo de la galería Rosario, concretado sólo en parte, que continuando con
los lineamientos de la arquitectura moderna inauguraba los "pasajes"
que atraviesan manzanas multiplicando el rendimiento comercial de los lotes
del micro-centro. Lo más reciente, el boom edilicio de altura en Barrio Martín, en
la zona aledaña al Monumento Nacional a la Bandera.
Fuente. Extraído de revista “ Rosario aquí a la
vuelta” Fascículo Nº 11. Autoras: Ana M. Rigotti – Isabel m. DE San Vicente. De
abril 1991.