Por Rafael Ielpi
Una de las exteriorizaciones más visibles del comercio cotidiano estaría dado, entre 1930 y 1960 por la vigencia de algunas empresas dedicadas a la explotación de grandes tiendas, que servían de abastecimiento -en algunos casos- a las necesidades de indumentaria de las familias rosarinas, en todos los rubros que la misma demanda, desde zapatos a sombreros y desde trajes y sobretodos a camisas y ropa interior.
Sería el caso de algunas tiendas que, como La Favorita, -que había sido fundada en las postrimerías del siglo XIX- tendrían su mayor actividad a partir de 1930, cuando alcanzarían una expansión notable con un giro comercial realmente significativo. La tienda, fundada el 17 de mayo de 1897 por Ramón y Angel García, se convertiría, en el período, en un real símbolo rosarino, atendiendo además las demandas de ciudades y localidades vecinas en su subsistente edificio de Córdoba y Sarmiento.
Lo mismo ocurriría con Gath y Chaves, competidora de la anterior y con emplazamiento final en Córdoba y San Martín, cuyo período de esplendor correspondería asimismo a los años 40 en adelante. Las características similares de ambos comercios los hacía competir un mismo segmento de público, aun cuando era visible la proliferación de tiendas de mayor o menor importancia prácticamente en toda la ciudad, lo que ocurría asimismo con negocios conexos, como las sastrerías.
Dos tiendas igualmente reconocidas, como la Tienda Buenos Aires, de Terán Hnos., en Córdoba esquina Entre Ríos y Casa Cassini, fundada por Roque L. Cassini en 1910, en Rioja esquina San Martín, se contarían entre los comercios que tipificarían la presencia importante del rubro comercial en un período en el que el crecimiento industrial era también un signo de los tiempos.
Singular relevancia tendría, en cambio, para una zona muy populosa de Rosario, la que abarcaba los barrios Echesortu, Refinería, Industrial e incluso Arroyito, la tienda La Buena Vista, cuyo edificio de gran porte en la esquina de Caferatta y Urquiza, sería colmado en forma permanente por una clientela siempre numerosa. El establecimiento, inaugurado el 25 de mayo de 1915, tendría su impulsor original en Abraham Benzadón, uno de los tantos inmigrantes arribados a la ciudad que contribuirían a su progreso. La asociación en 1925 con los hermanos Elías y Juan Beninuyal daría a "La Buena Vista" la dimensión que la transformaría, por décadas, en otro de los grandes comercios de la ciudad.
Sería también en la década del 50 cuando la ciudad cuenta con su primera galería comercial, cuya realización estaría a cargo de la empresa Candia y Cía., una de las más tradicionales: la Galería Rosario, que atravesaba la manzana comprendida por las calles Sarmiento, San Martín, Córdoba y Rioja. Remozada hoy, iba a constituir en el momento de su inauguración -el 24 de mayo de 1956- la representación del dinamismo comercial rosarino. Tres años después, en octubre de 1958, la Galería Dominicis, en Corrientes y Catamarca, se sumaría a ese progreso. A las mismas seguirían en los mismos años, como novedosos aportes a la ciudad, la Galería Córdoba, la primera que contaría con una escalera mecánica; la Galería Mercurio, próxima a la anterior; la Galería Libertad, y la Galería César.
En otros aspectos, los rosarinos podían sostener recreaciones módicas como las que ofrecían sus balnearios, los que todavía entre 1930 y 1960 carecían de una infraestructura adecuada, aun cuando tanto los viejos Baños del Saladillo, como las piletas municipales del Parque Alem o la zona de La Florida -todavía precaria pero familiar- constituían atracciones cotidianas, sobre todo en la temporada estival.
Mientras asomaban las primeras estructuras para edificios de gran altura, las calles de poblaban de vehículos, las chimeneas de las industrias humeaban y se iluminaban los frentes de cientos de comercios con las primeras sombras de la noche, la ciudad se acercaba al final de los años 60.
Sin embargo, a partir de los inicios de la década del 60, y como señalan Castagna, Pellegrini y Woelflin, "la industrialización en el área de Rosario ya no se llevó a cabo dentro de la ciudad sino fuera de ella, principalmente hacia el norte, donde adquirió peso la rama de las industrias químicas y petroquímicas.
El Gran Rosario, como se denominaría al sector aledaño a la ciudad, con la radicación de grandes industrias como Duperial, Electroclor, Celulosa Argentina, PASA Petroquímica, John Derre, Massey Ferguson, Celulosa Argentina y otras, en distintas etapas del período, se consolidaría a partir de los años 60 como polo generador de actividad industrial. Una realidad que hoy parece ser desmentida por el colapso fácilmente advertible en dicha zona con el cierre de múltiples industrias.
Mientras tanto, Rosario crecía de cara a los años 70 y subsiguientes, que traerían consigo, entre otros progresos, un impactante crecimiento de la construcción, visible en zonas como el hoy residencial "Barrio Martin" o el sector de Avenida Pellegrini desde Bvard. Orono a Buenos Aires, hasta convertirse en la ciudad con mayor índice de construcción en Latinoamérica, superando incluso a urbes de mucho mayor concentración demográfica.
Todo ello con las mismas expectativas y la misma decisión con- que encarara, entre 1900 y 1930, -en condiciones históricas y económicas sin duda diferentes, pero siempre sobre la base del esfuerzo y el empuje de los rosarinos- la conformación de una identidad tan peculiar como entrañable.
Fuente:
Extraído de la colección de Vida Cotidiana de 1930-1960. Editado
por el diario “La Capital”