Escudo de la ciudad

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El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

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viernes, 31 de mayo de 2019

UN ROSARINO QUE ESTREMECIO AL MUNDO- ANECDOTARIO

Por Andres Bossio

Juan Eduardo Hohberg fue, para los viejos centralistas, un excelente jugador que durante tres temporadas (1946/47/48) brindó grandes satisfacciones a la entidad de Arroyito. Para las nuevas generaciones su nombre está vinculado a las mejores campañas de Peñarol y de otros buenos conjuntos sudamericanos que armó como director técnico.

Lo cierto es que Hohberg —que había 'nacido" futbolística-mente en Central Córdoba— tuvo su momento estelar vistiendo la legendaria casaca uruguaya. Es que el jugador rosarino —transferido por Central a Peñaro!— ancló en la vecina orilla, donde se nacionalizó antes de que los uruguayos disputaran el Mundial de 1954, jugado en Suiza. Allí fue Hohberg como titular indiscutido y en un momento de ese histórico campeonato llegó a la cumbre de su fama: era la semifinal contra los fabulosos húngaros de Boczic, Puskas, Czibor, Palotas. Los húngaros eran los grandes candidatos y, como tal, iban cómodamente dos a cero arriba. La fibra de Hohberg —consubstanciado espiritualmente con la tradicional garra uruguaya— puso las cosas dos a dos. Sobre el final casi viene el infarto para toda Europa, que descontaba el triunfo húngaro. Un tiro del ex charrúa dio en el travesaño; se salvó Hungría y terminó el partido; el relator uruguayo Carlos Solé casi se muere ante el micrófono; miles de uruguayos también; llovía torrencialmente. los bravos jugadores uruguayos habían llegado al límite de su esfuerzo. Casi sin descanso alguno fueron al alargua, prácticamente exhaustos: Esa máquina de fabricar fútbol y hacer goles que era el equipo húngaro "apenas" pudo hacer dos goles más en la media hora del suplementario. Los setenta mil spectadores qua asistieron en Berna a aquel partido saludaron de pie a los vencidos. Ese día lluvioso de junio en Suiza, el hombre más aplaudido, más celebrado, más admirado, fue Juan Eduardo Hohberg. Ex charrúa, ex canalla, prototipo del jugador rosarino,  tremeció al mundo con la cuasi hazaña de dejar afuera del mundo el a los fabulosos húngaros de Lajos Barotti.

Fuente: Extraído de la Colección de Rosario Central. Autor. Andrés Bossio