Manuel Musto, uno de los grandes nombres de la plástica rosarina, no sólo vivió en Saladillo y convirtió muchos de los paisajes cotidianos del barrio en obras que perduran en museos y colecciones privadas. Antes de su muerte doné también a la ciudad su casa, bienes, cuadros y hasta una cuenta bancaria.
La vivienda, sobre calle Sánchez de Bustamante 129, para ser destinada a la creación de una escuela de artes plásticas "para niños, obreros y artesanos", respondiendo al pensamiento progresista y a la sensibilidad del artista comprometido que era Musto. El dinero, por su lado, para el otorgamiento de un premio bienal a las artes plásticas y a la literatura rosarina. Premio que aún existe -aunque su otorgamiento haya sido Irregular en los últimos años- y que se llama, justicieramente, "Premio Municipal Manuel Musto".
El municipio, sin embargo, demoré casi cinco años en crear la escuela soñada por el pintor. Comenzó a funcionar en 1945, con precariedad y la llegada de José Colombo, en 1958, coincidiría con el crecimiento de la escuela. Durante su largo periodo como director -ejerció el cargo. hasta 1970- se construyó prácticamente la mayor parte de las mejoras que ostenta el establecimiento.
El primer director fue el escultor José Gerbino, quien comenzó con un curso de alfarería y le sucedieron los pintores Juan de los Ángeles Naranjo y Eugenio Fornells, que antecedieron a Colombo, quien con la cooperación de su esposa y de sus hijos José y Teresita (actualmente profesores de la Musto) desarrollara una recordada labor. El pntor Ambrosio Gatti, por su parte, dirigió la escuela hasta 1984, cuando con el advenimiento de la democracia fue designado otro plástico rosarino, Osvaldo Boglione, quien continúa en dicha función.
“ Llegamos en 1984 -cuenta Boglione- tratando de respetar las premisas de Musto, que era un hijo de inmigrantes, con ideas afines al anarquismo de principios de siglo y al socialismo incipiente. Era una persona muy humanista, solidaria y su deseo era que los habitantes humildes de la barriada, sobre todo los obreros y artesanos, la gente del frigorífico, viniesen a la escuela después del trabajo a cultivar el arte; Si ello no fuera posible, dejó expresamente consignado en su testamento que se creara una escuela primaria, ya que los niños eran también su preocupación y sus amigos..."
La etapa democrática significó para la Musto un crecimiento verificable en los hechos y en las estadísticas. Roglione lo sintetiza. "Cuando llegamos, concurrían pocas personas, unas 80 en total, y se tomaba la escuela como un lugar de encuentro más que de aprendizaje. Retomamos entonces las Ideas de Musto y convertimos a ésto en un gran taller. Incorporamos uno de escultura, otro de grabado, uno de fotografía., los talleres de expresión creadora para niños y adolescentes y mantuvimos el de juguetearía de paño, poniendo en marcha uno de artesanía y orfebrería. Incorporamos a la tercera edad y muchas de esas personas, que concurrieron durante tres años (primero como una especie de terapia y luego con un profundo interés y vocación) formaron luego su propio taller, una especie de filial Informal de la escuela, dedicado a la escultura".
El municipio tiene a su cargo el mantenimiento total de la escuela y, con una módica contribución del alumnado a través de la cooperadora, provee todo el material necesario para el aprendizaje, desde los ácidos y tintas hasta herramientas e Incluso un horno de cerámica y equipos de soldadura. La inscripción pasó en 1988/89 a cerca de 350 alumnos y actualmente raza los 500. Se proyectó asimismo la incorporación de la formación docente en la enseñanza y un sistema de becas que permite a los egresados desempeñarse como docentes auxiliares en los distintos talleres de la escuela.
Fuente. Extraído de la Revista “ Rosario, Historia de aquí a la vuelta”. Fascículo N.º 15 Autores: Sandra A. Bembo- Nelly I. Sander de
Foster- Marisa Rocha. Año 1991