por Bill Ruesch.
Desde 1873 se venían corriendo carreras de caballo enfrente del Colegio Nacional N° 1. La diferencia existente con las demás que se efectuaban en los extramuros de la ciudad (denominadas “cuadreras”) consistía fundamentalmente en que los caballos eran más finos y cuidados (se decía que “corrían a la inglesa”). En las “cuadreras” el caballo era corrido “en pelo”, sin montura o echado sobre su lomo un cuero de cordero y “con 5 o 10 partidas”, es decir que la largada era con el caballo andando y no detenido.
El hipódromo se instaló en los campos que quedaban frente al citado colegio después de haber desarraigado unos ombúes, ya que en esos lugares existían en abundancia. Dicho hipódromo ocupaba el terreno comprendido entre las calles 1° de Mayo, Belgrano (hoy Alem) y Bv. Argentino (hoy Av. Pellegrini), donde se levantó una tribuna.
No olvidemos que la colectividad inglesa existente por entonces en la ciudad, si bien no muy numerosa, era muy influyente y amantes del turf, entre otros deportes. Pensemos, por ejemplo, que el gerente del FF. CC. Central Argentino inspeccionaba obras y se trasladaba a las oficinas montado en un zaino de mucha prestancia. Así, dicha colectividad tuvo un rol importante en el establecimiento de este hipódromo.
También podía encontrarse en las largadas de estas reuniones al caballo de un doctor, que el resto de la semana le servía para efectuar sus visitas domiciliarias.
Todos los equinos eran bien cuidados y atendidos en pesebres. No se prestaba la misma atención a los trabajadores encargados de ese menester.
Para las carreras los caballos eran enjaezados con silla inglesa.
El señor Arteaga, concesionario de los tramways de la ciudad, solicitó prolongar el recorrido de los mismos (que concluían en la Plaza López) hasta la puerta del hipódromo para mayor comodidad de los asistentes, pero pocos años después debió levantar las vías para dar paso a los rieles del FF. CC. Oeste Santafecino, de Carlos Casado. Este FF. CC. Atravesaba dicho predio y por el centro del entonces Bv. Argentino rumbeaba hacia Casilda. Así, la instalación de la infraestructura de este nuevo medio de transporte Implicó la desaparición del hipódromo de marras.