Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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martes, 23 de mayo de 2023

¡Central campeón!






Por Jorge Brisaboa





"Chupe... chupe... chupe... no deje de chupar.. Central es lo más grande del fútbol nacional... ".

Por fin, el histórico canto que domingo a domingo brotaba desde la popular se abraza con la realidad. Hay tiesta arriba y hay fiesta abajo. ¡Central campeón! Y en cancha de Newell's. Treinta mil "canallas" arriba, en las tribunas, con las banderas. Vaya a saber cuantos miles abajo, llevando en andas a los jugadores, girando en pretendida vuelta olímpica. La camiseta de Poy ya es trofeo para la hinchada. Y la de Colman. Y la del "Colorado" Kifier. Y la de Aimar. El "Chango" Gramajo no despega sus manos de la pelota, y de la gente. Nadie se quiere ir, ni arriba ni abajo. Paren el mundo...

Lo que hace un año no pudo ser contra Boca en River, ahora lo es. Dos a uno a San Lorenzo en el Parque Independencia. Huele a revancha. Casi con los mismos jugadores. Pero con otro técnico. Es que el desgaste en compartir las demandas de la Copa Libertadores y del Metropolitano 71 con un plantel reducido, desembocó —como el fútbol manda— en cambio de técnico. Llegó Angel Labruna, se fue Angel Zof con la bronca de no haber podido clasificar en la Copa pese ajugar tan bien con los peruanos del Sporting y de Universitario. Central se retiró aplaudido del Estadio Nacional de Lima.

Labruna fue buscando mayor equilibrio, mayor fortaleza en el medio para apretar, marcar y recuperar cuanto antes la pelota. Esa fue la mayor diferencia con el equipo de Zof.

El arco se lo fueron turnando Quiroga y Menutti, hasta que finalmente este flaco desgarbado pero seguro para ir abajo se hizo dueño. En el fondo González, Pascuttini, Fanesi, y la aparición sobre el final de un "colorado" de 20 años, Mario Killer, para reemplazar a Carrascosa. En el medio Landucci, de 5, que pudo pasar al ataque con más tranquilidad para aprovechar su fuerte pegada pues, a otro pibe, Aimar, Labruna le dio la número 8 para correr, marcar, ahogar la salida del creador rival, y hacer los relevos. La viveza de Colman para ver toda la cancha la trasladó a la izquierda. Y al "Pato" se le agrandó la cancha, para juntarse con Poy o Gramajo, o intentar la larga para los piques de Bóveda. El "Chango" no fue el avasallador del 70, pero siguió siendo el "Chango". Y Aldo Poy fue el gran conductor, el símbolo, el hábil y generoso para crearle espacios al "Flaco" Landucci, o el gambeteador del potrero para inventar en una maraña de piernas contrarias. Central buscaba siempre, pero si había que especular y aguantar, no tenía vergüenza. Así marchó hacia el título.

Tuvo la contribución de los chicos de la tercera durante la huelga de los profesionales en noviembre. Como en el 48, los futbolistas argentinos se enfrentaron al poder de la AFA reclamando el respeto a la figura de trabajadores amparada por la legislación laboral. José Omar Pastoriza, nacido y crecido en el contexto social del barrio obrero de Refinería en Rosario —ahí donde se gestó Central—, jugador de Independiente, fue uno de los líderes del movimiento.

La AFA dispuso que el torneo siguiera con los jugadores amateurs. Y Central sacó ventajas. Dirigidos por Carlos Griguol asomaron los pibes de la tercera: Barrio, Astudillo, Arias, Toro y Mario Kilier; Aimar, Solari y Mancinelli; Astegiano, Zavagno y Conta. Y Rubén Rodríguez, y Aricó. De local, le ganaron a Racing 4 a 2 y a Boca 6 a 2. De visitante triunfaron ante Vélez 2 a 1. Fueron tres resultados clave para que, después, cuando la huelga terminó, el plantel profesional se adjudicara la zona y clasificara para la semifinal.

El campeonato estaba cerca. Pero había que ganarle a Newell's, segundo en la otra zona. No era un clásico más. En verdad, ninguno es un clásico más. Pero éste podía valer un campeonato, el primer campeonato. Para uno o para otro. Era demasiado lo que se podía ganar. Y lo que se podía perder.

Además, hubo que sacarlo de la ciudad para que el escenario fuera neutral. Y allá fueron, todos a River. "Borombon bon... borombon bon ... desde Rosario saldrá el campeón". Las dos hinchadas se prestaban el cantito por las calles de Buenos Aires, entre Retiro y el Monumental, ante los atónitos porteños. Los que no habían viajado lo podrían ver por Canal 5 en directo. O escucharlo por radio.

Angel Labruna, caballero, eligió el vestuario visitante de su casa propia, la cancha de River. "El de local tiene una mufa que viene desde 1957", diría, en alusión a los años en que los "millonarios" no habían podido festejar un campeonato.

Pero Labruna llevaba calma y ya había adelantado cómo iba a plantear el partido. "La Capital" lo publicó ese domingo 19: "No duden los simpatizantes de Rosario Central que los jugadores nuestros solamente admiten el triunfo, porque confían en sus propias fuerzas y conocen todos los secretos del rival... No temo a lo que llaman mejor estilo del adversario porque tenemos todo diagramado para anular a sus elementos clave. Pero la misión no se circunscribirá a anular al rival, pues aparte de nuestros atacantes netos, los volantes llegarán con claridad. Por otro lado, si las circunstancias así lo exigen, haré los cambios que tengo en mente para enfriar el partido si así Angel Labruna no se equivocó. Intuitivo, pícaro, como cuando acomodaba la joroba para darle al arco, había transmitido el clásico antes de que se jugara.

Porque Central se paró en la cancha, fue patrón en el primer tiempo, marcando, quitando y jugando. Aimar sobre Zanabria, Colman sobre Silva, Fanesi sobre Oberti. Y Pascuttini barriendo. Cuando tenía la pelota comenzaba la circulación. Con Colman, con Poy que iba y venía, se tiraba a los laterales, con las subidas de González y Mario Kilier, con las corridas de Bóveda por derecha para que Gramajo, o el que llegara, fuera a buscarla al segundo palo. Hasta que a los diez del segundo tiempo Aldo Poy levantó vuelo con su palomita. Y con el 1-0 apareció el otro Central, retrocedió unos metros, achicó más la cancha. Y Labruna metió los cambios que tenía en mente. Un volante, Bustos, por un delantero, Bóveda. Daniel Kilier, el hermano de Mario, con todo el hambre de triunfo, por González. Había que seguir ahogando a Newell's en su salida. Pudo empatar Martínez, o Silva. Pero Menutti, el arquero extrafío de pantalones largos y rodilleras, sacó todo.

Casi a pedido de Labruna. Fue como lo había anticipado: "Este es el triunfo de un grupo de gente que ha sabido jugarse, el partido salió como lo planificamos, después de mucho trabajo les pude inculcar a los muchachos eso que siempre me gustó: cuando tenemos la pelota nos vamos todos arriba, bien armados; pero cuando la perdernos, nadie se debe quedar mirando qué hace el compañero", decía en el vestuario antimufa.

En el otro, seguía la mufa. Descorazonado, Santiago Santamaría aceptaba: "Es inútil, no se puede con Central". Desconsolado, De Rienzo se preguntaba: "Yo no sé qué nos pasa con Central".

Pascuttini tenía la respuesta: "Contra Newell 's hacemos siempre el mismo juego y nos da resultado, los marcamos en todas partes y los desconcertamos".

Delirio en las tribunas y a celebrar, acorrer hacia Retiro para tomar "El Rosarino", o volver en cientos de ómnibus y autos. Y la fiesta continuará en Rosario, en el Monumento a la Bandera, en avenida Pellegrini, en calle Córdoba, frente a la sede de calle Mitre. Los que volvían y los que no habían viajado. Miles de "canallas" juntos en las calles de la ciudad, hasta las primeras horas del lunes, como ocurría desde principios de siglo cada vez que se le ganaba un partido importante a Newell's.

"Chupe... chupe... chupe... no deje de chupar.. Central es lo más grande del fútbol nacional ".

La hinchada va. Ya es miércoles, aún resuenan los ecos de la palomita de Poy, pero hay que pensar en el San Lorenzo de Scotta, Fischer, Telch, el "Ratón" Ayala. La hinchada va. No se televisará en directo para Rosario. La hinchada va. Y copa la cancha de Newell's

Las entradas generales cuestan 7,10 pesos pero están agotadas. Los traficantes del fútbol las revenden á 12, a 15, a 20. Hasta agotarlas. Igualmente la recaudación será un récord: casi 400 mil pesos. La dictadura militar deja su sello: "Se impedirá con toda energía cualquier tipo de alteración del orden, procediéndose a la detención de los responsables para todo lo cual se cuenta con el mayor y más adecuado número de efectivos policiales", dice el comunicado oficial. Es que los militares creen que de la buena conducta de los rosarinos dependerá que Rosario sea subsede del Mundial 78 Y si de reprimir se trata, ellos están en su salsa. Son los años setenta.

"¡... Central y el Ciclón... un sólo corazón..!". Lós referentes de las dos hinchadas recorren la cancha proclamando su amistad que viene de lejos, quizá desde la Reconquista del 51 cuando la bandera de San Lorenzo apareció Junto a la de Central en la tribuna donde se festejaba .el ascenso. Y ahí están el "Turco", el que salvó el gol contra los mendocinos en el 67, el "Alemán", el "Oso". Y está el "Tuia", golpeando el bombo. Se juntan con los del Ciclón con' Poli", "Milanesa" Hermandad futbolística que le llaman. "... central y el Ciclón.,. un sólo corazón..!".

Están por salir los equipos. Ingresa un pelotón policial, se ubica debajo de la popular con sus pistolas lanzagases. Desde arriba bajan petardos, piedras. Los policías contestan con el lenguaje que mejor entienden: "¡Fuego!", ordena el jefe. Varias granadas de gases explotan en la popular. Humareda, miedo, desbande, avalancha. heridos. Bajan más piedras y un coro: "Asesinos ... asesinos!". Entra el secretario de Central, Antonio Rodenas, increpa al jefe policial: "Le exijo que deponga su actitud", le grita. "Asesinos... asesinos!", se suma todo el estadio. Son los años setenta.

Retorna la calma. Se despliegan las banderas nuevamente en la popular. Entra Central, se estremece el Parque Independencia. Entra San Lorenzo, vuelan sus históricos papelitos. Puntapié inicial. Y los nervios adentro y afuera. Los dientes apretados y las imprecisiones pueden más que las ideas.

5 minutos. Pascuttini pone el pecho a un pelotazo de Telch, la quiere parar cerca del área, se la roba Scotta, entra en diagonal hacia la izquierda, sale Menutti, zurdazo, gol de San Lorenzo. Central, ya por necesidad, debe salir a buscar el partido.

17 minutos. Mario Kilier toca para Poy que se saca de encima a Heredia, va a cubrirlo Rezza, Gramajo pica como 9 de derecha a izquierda, Aldo lo ve, casi desde la medialuna engancha con su pie derecho hacia afuera, Je queda al "Chango", de reojo mira si el linesman cobra offside, Rosl que sale a cruzarlo también mira el linesman. Gramajo está habilitado, se perfila, Irusta sale a taparlo, se la toca de izquierda por debajo del cuerpo. Empate... y a seguir buscando el partido.

23 minutos. Poy la pide por izquierda, a dos metros del banderín del córner. Se le pega Heredia. La pisa, la corre unos centímetros, la muestra, la esconde, quiebra su cintura, y se le va a Heredia por la raya de fondo. Un freno, Heredia pasa de largo, Aldo sigue por el fondo, entra al área, sale Rezza, levanta la cabeza y el "Pato" Colman que está entrando. Toque atrás y el "Pato" que le pega con el empeine del pie derecho en el mismo instante en que Irusta da el paso adelante y ve pasar —resignado—la pelota sobre su izquierda. ¡ Golazo ... ! Por su gestación, por su definición. Y porque vale el primer campeonato. Todo Central festeja, Irusta, en su desconsuelo, sigue en el piso, Colman se abraza con Bóveda y levanta sus brazos. Grita Aldo, y grita el "Chango". Y Angel Labruna, en el banco, toca una vez más su anillo de oro.

Central tiene fe de campeón. Sigue marcando en el medio, cortando el circuito Telch—García Amaijenda, el "Lobo" Fischer molesta, nunca dela de ser peligroso, con su fuerza, con su cabeza. Hasta que en un cruce con el "Negro" González, que tenía la pelota, se le afloja la rodilla y debe irse. González había ido fuerte, como Labruna se lo había sugerido, y San Lorenzo se queda sin su principal recurso: centro para la cabeza de Fischer.

Labruna decide tener más la pelota en vez de salir rápido en contragolpe. Como contra Newell's cambia a Bóveda por Bustos. Central insiste en hacer correr la pelota por el piso, San Lorenzo continúa en tratar de llegar por arriba, pero no está Fischer. Y están Pascuttini, Fanesi, Landucci... y treinta mil "canallas" para devolver cada pelota, y esconderla. ..y esperar que Veiro sentencie el final. El partido se está ganando con el corazón.

Córner desde la izquierda, tira Scotta. Se eleva Landucci, rechaza y... ahora sí, la gloria... El festejo, la invasión, Labruna que acaricia por última vez el anillo de oro de Danielito, como agradeciéndole el título—y dedicándoselo en silencio— a su hijo muerto.

Landucci que alcanza a intercambiar una camiseta y se pone sobre su cuerpo largo y fino una azulgrana. Son cientos... y ahora son miles. Los hinchas se funden en una sola masa con los jugadores, los llevan en andas, las camisetas, pantalones, botines y medias ya son trofeos en manos "canallas". Dan una imaginaria vuelta olímpica. Aldo Poy elige la frontera del alambrado, ahí arriba, para estar más cerca de los que siguen en la tribuna.

¡Central campeón!

Y la alegría que se prolonga en los vestuarios. El presidente Víctor Vesco que parece el hincha número uno. Y Angel Zof, el técnico del subcampeonato del 70, que también se junta con sus muchachos para festejar. Y todos los micrófonos para decir lo poco -o lo mucho— que se puede decir en estas circunstancias. "Esto es fabuloso" (Poy). "Un sueño como nunca hemos vivido" (Menutti). "Estoy muy feliz" (Bóveda). Qué más se puede decir. O alguien pretenderá un análisis técnico y táctico en el climax de la euforia. Es más, a los "canallas" ¿les importa en este momento una explicación racional del triunfo?

¡Central campeón!

Hay fiesta en Rosario. Todo es azul y amarillo. Banderas, disfraces, camisetas, sombreros, autos, camiones, árboles y paredes pintadas. La caravana va por avenida Pellegrini. Todos, al Monumento. Son treinta, cincuenta, cien mil. ¿Cuántos miles son? El centro se torna intransitable. Cada barrio se inunda de pasión centralista. Los que lo siguieron por radio, escuchando a Oscar Marino, Carlos Fechembach, Edel Lovera, Juan Gerardo Mármora, Héctor Hugo Cardozó, o al "Gordo" Muñoz por Rivadavia, también están en la calle.

¡Central campeón!

Hay fiesta en Rosario. Los jugadores, Labruna, el profesor Torrecillas, el médico "Paco" Aparicio, los dirigentes, brindan en la parrilla "El Churrasco", en Pellegrini y 25 de Diciembre.

Se descorchan las botellas...

"Chupe... chupe... chupe... no deje de chupar.. Central es lo más grande del fútbol nacional".

Fuente: Extraído del Libro “ de Rosario y de Central”. Autor Jorge Brisaboa. HomoSapiens.Ediciones. Año1996