Por Javier Etcheverry.
Sección 4ª
A = 11 % de los conventillos
B = 9 piezas por conventillo
C = 2,5 habitantes por pieza
Sección 5ª
A = 5,5 % de los conventillos
B = 14 piezas por conventillo
C = 3,4 habitantes por pieza
Pueden efectuarse así estas observaciones:
La sección 2ª (sureste del antiguo casco urbano) concentra el mayor número de conventillos. Le siguen las secciones 1ª (centro) y 3ª (vecina al centro hacia el oeste). En el polo opuesto se halla la sección 6ª (suroeste), con ningún conventillo registrado.
Los conventillos más grandes se ubican en la sección 5ª, y más precisamente en el barrio Refinería, surgido tras la instalación de la Refinería Argentina de Azúcar que se inauguró a fines de 1889. Era por entonces una de las industrias más grande del país y fue el epicentro de importantes conflictos gremiales. Esta sección encabeza el ranking en cuanto a cantidad de habitaciones por conventillo y hacinamiento en las piezas.
Aunque la sección 2ª supera a las otras en cantidad de conventillos, aparece con el menor porcentaje en cuanto a piezas por conventillo y sólo aparece por debajo de la sección 4ª en el item habitantes por pieza.
Mayormente, los propietarios de conventillos eran empresarios, profesionales y altos funcionarios municipales. La renuencia de las autoridades para obligar a los dueños a mejorar las condiciones de habitabilidad de los conventillos se explica básicamente por aquel dato. Los propietarios tenían poder suficiente como para controlar el gobierno muncipal, el cual entre sus principales funciones tenía hipotéticamente la de velar por adecuadas condiciones de salubridad. En ocasiones, cuando la situación era muy grave o el propietario recibía alguna vendetta política, la autoridad municipal aplicaba alguna sanción, como cuando se clausuró el conventillo que poseía Ovidio Lagos (el fundador del diario "La Capital") en el barrio Refinería.
Los dueños de conventillos obtenían pingües beneficios económicos. Célebres figuras del patriciado rosarino aprovecharon este negocio que descansaba en las necesidades vitales de la mayor parte de la población trabajadora rosarina. Los propietarios podían ser individuos o empresas. Intendentes como Grandoli y Pinasco, publicistas como el citado O. Lagos, grandes empresarios como Arijón incursionaron en este ramo. La Refinería Argentina de Azúcar tenía el suyo en el barrio adyacente.
Los peores conventillos se hallaban justamente en ese barrio, lo cual sumado a las no mejores condiciones de trabajo de sus habitantes hizo que se convirtiera en un polvorín social. No por casualidad el anarquismo alcanzó allí un gran predicamento. En el barrio Refinería cayó la primera víctima mortal del movimiento obrero argentino (Cosme Budeslavich, inmigrante oriundo del Imperio Austro-Húngaro) y se encendió la chispa que condujo a la primera huelga general en el ámbito nacional.
En la época que nos aboca se consideraba como el peor conventillo de la ciudad al poseído por José Arijón (rico comerciante, propietario de tierras, saladeros y barraca, concejal municipal) en el barrio Refinería. Sus condiciones de salubridad e higiene lo hacían meritorio de ese posición privilegiada. El inmueble de marras contenía 95 piezas habitadas por 369 personas, a razón de casi 4 personas por pieza. Las 369 personas disponían de 4 letrinas. Es decir, 92 personas por letrina.
En su edición del 28 de junio de 1901, "La Capital" pinta el panorama que presentaban estas viviendas colectivas:
"... sin ventanas y sin puertas muchas de ellas, construidas de maderas, con pavimento de tierra endurecida y techos de zinc, que recalentados por el sol formaban una atmósfera de fuego y que por sus muchas aberturas penetraba el agua copiosamente, careciendo de resumideros y de lo más indispensable para la higiene, era un verdadero foco de infección no solo para las familias de obreros hacinados de una manera lamentable en esas inmundas pocilgas, sino también para todo el vecindario de esos alrededores que se hallaban bajo la constante amenaza de adquirir una dañosa enfermedad."
Además de las influencias ya mencionadas, otro elemento conspiraba contra el mejoramiento de las condiciones de vida en conventillos y barrios populosos: la desidia de una parte significativa de la población, reacia para adoptar medidas higiénicas básicas.