Volviendo a nuestro tema que son los barrios, o mejor, las historias de barrios, iremos entrado despacito a Barrio Belgrano que, según mis amigos Salvador Terrazino y Eduardo Piccolo “era barrio de guapos y bailarines, donde el tango y la milonga sentaron sus bases dictaron la norma y marcaron vigencia”.
Algunos historiadores dice el diario La Capital - insisten en que a los barrios del oeste les faltó el protagonismo concedido a otros lugares. Acentúan que estos barrios no fueron actores de grandes revoluciones, mitines o períodos históricos, ni los destinatarios de construcciones oficiales, parques o bulevares a la francesa.
Sin duda, señala el mismo diario, la historia recorre otros parámetros si no descubre en el nacimiento y desarrollo de estos barrios un particular perfil otorgado por su condición obrera y la ideología anarquista de principios de siglo. Los signos pueden ser diferentes pero las luchas vecinales, los emprendimientos conjuntos y el espíritu de autonomía trazan en cada uno de los centros habitacionales que surgieron desde la actividad agrícola, comercial, artesanal e industrial un sesgo definitivo que marca, al menos, otra identidad que aún permanece al costado de la historia oficial del país.
A fines de 1800 se instalan los primeros asentamientos de inmigrantes en la zona oeste de la ciudad de Rosario. A partir de la actividad generada por su trabajo comienza historia de los barrios y los habitantes que la protagonizaron. Así, el 27 de mayo de 1889, Nicasio Vila envía al intendente municipal Pedro de Larrechea una nota con el proyecto de fundar sobre sus tierras el pueblo Eloy Palacios. El 1l de junio de 1889 se aprueba el texto que lo autoriza y en el que se reconoce al nuevo poblado como cel municipio de Rosario. El pueblo Eloy Palacios es fundado por Nicasio Vila el 8 de noviembre de 1891.
Sobre un terreno de787,87 metros de frente al este, sobre calle Solís entre Zuviría Forest y 1.732 metros de fondo hasta calle Estados Unidos - circunvalación – se ubicó aquel poblado después convertido en Barrio Belgrano. Nicasio Vila que fue concejal intendente y fundador de la compañía Tramways del Oeste, gestionó que sus rieles atravesaran el flamante pueblo que, en 1909, cambió su nombre por el de aquel progresista rosarino y en 1910 se lo denominará Barrio Belgrano, en homenaje al creador de la bandera.
En el principal el barrio se organiza alrededor de la calle principal, en una línea extendida a tres cuadras para cada lado de la calle Mendoza. Lo demás está conformado por quintas dispensas de calles sin abrir, con lo que queda dicho que los primeros habitantes son quinteros, además de obreros de los hornos de ladrillos. Los primeros asentamientos se ubican en Cerrito y las vías del ferrocarril y en Mendoza y Brasil donde funciona un pequeño matadero.
La historia de Barrio Belgrano, recopilada, escrita y contada por un tesonero hombre de ese barrio como Wildemar R. Bengochea, es riquísima en datos y anécdotas. De la publicación, que el diario La Capital realizó en tres etapas haré un intento de resumen, pues el trabajo excede el espacio de este capítulo.
Con la fundación se parcelan las tierras y muchas familias trasladan sus casas hacia el centro del poblado, la zona de la cuatro plazas. El recorriendo de los tranvías que llegan al barrio Eloy Palacio incluye cruzar baldíos, quintas y zonas sin cultivo. La empresa está conformada por el sistema por tres coches y once personas. Pero, a pesar de la euforia inicial despertada por el sistema de transporte, comienzan los inconvenientes.
Las acusaciones de los vecinos apuntan directamente a la Compañía de Traways del Oeste, alegando los usuarios: “ el uso de caballos chúcaros, verdaderos potros redomones, indóciles y sin enseñanza alguna, los que, negándose a arrastrar los coches, dejan a pie a los pasajeros en cualquier parte de la línea hasta la llegada del coche siguiente." La compañía iniciaba su recorrido en Avenida La Plata después Ov. Lagos - y Córdoba. Sigue por Cafferata, Mendoza, Río de Janeiro, Montevideo, Solís, tomando Mendoza hasta finalizar en los terrenos El Arroyito, donde se ubican los hornos de ladrillos de Juan Canals. La estación se ubica sobre la calle Córdoba, con salida por Rioja, entre La Plata y Pichincha - luego Riccheri - en el mismo sitio que ocupará la Compañía General de Tranvías Eléctricos de Rosario y muy posteriormente el Cuerpo de Bomberos.
También pasa el ferrocarril por Barrio Belgrano. Inaugurada la estación Barrio Vila en 1906, será parada obligada de los "trenes obreros" que trasladan diariamente a cientos de trabajadores ferroviarios a los talleres de la localidad de Pérez. Ferroviarios y tranviarios ayudan a cambiar la fisonomía del barrio donde perdurarán algunas quintas que servirán como lugares de reunión y esparcimiento, para pic nics y bailes con animadores, como la quinta Sanguinetti y La Nélida.
Y como todo tiene su comienzo, aparece el primer colectivo, el primer taxi, el primer teléfono. Al almacén de ramos generales se suma una fábrica de escobas y cepillos, aparece una herrería, se abren las primeras carnicerías y el infaltable corralón de maderas y ferretería ubicado en la intersección de Solís y Mendoza. Para que no le falte nada al barrio hay una fábrica de fuegos artificiales, que habrá de terminar volando por el aire, despachos de bebidas, algún restaurante, una cancha de carreras cuadreras y, en Felipe Moré y Marcos Paz instalarán Fernández y Sust una fábrica de toscanos – los marca Génova - con gran éxito de ventas.
Barrio Belgrano crecerá gracias al esfuerzo cotidiano y conjunto de cada uno de sus habitantes, lo que hará que cada logro tenga el sabor de lo que se consigue con el trabajo compartido. Los ideales de solidaridad y la conciencia de un destino común hará de este barrio de trabajadores algo más que un conjunto de casas. Junto a los hogares crecen las necesidades de abastecerse de lugares comunes, de recreación, esparcimiento y producción conjunta de respuestas materiales y políticas a los problemas comunes.
La geografía del barrio se constituye en base a estas necesidades. Alrededor de la plaza central, lugar social indiscutido, se instalarán las instituciones que responderán a este conjunto de inquietudes: la iglesia, la escuela, el club, la comisaría. Con el hospital, el conjunto institucional que enmarca la actividad barrial, culminará su incipiente nacimiento como entidad autónoma con características propias.
Pero hay algo más detrás de lodo esto que es la vida sencilla de la gente que se desenvuelve fuera del trabajo, en el boliche, en la cancha de bochas, en la peluquería de los hermanos Bailo donde canta tangos Héctor Palacios, el pibe que llegará a ser El Cantor de Buenos Aires, en las f unciones del Cine Roma, lugar en el que una vez se improvisa un ring para que se agarren a las tortas dos guapos del barrio: Pereyra y El Chulo Obando.
"A propósito - solía decirme un amigo cuyo nombre ya ni recuerdo - ¿quién era el Cantor de Buenos Aires?: ¡Héctor Palacios!, rosarino. ¿A quién llamaban La Voz Sentimental dE Buenos Aires?: a Agustín Magaldi, ¡rosarino! ¿A quién le dicen La Novia de América?: ¡A Libertad Lamarque!, rosarina también!..." Buenos somos los rosarinos para los porteños, pero buenos son también ellos para nosotros, hinchadas de fútbol aparte. Por eso viene a cuento el poema que Celedonio Flores, el laureado poeta nacido en el Barrio del Congreso de Buenos Aires, le dedica a un barrio del suburbio de allá, que vale para uno del suburbio de acá.
Fuente: Bibliografía del libro “ Barrios de Tango y otras yerbas” Autor: Héctor Nicolás Zinni. Ediciones del Viejo Almacén Año 1997.-