Las dos semanas que Federico García Lorca había programado estar en la Argentina en 1933, finalmente se convirtieron en seis meses. De esos seis meses, le dedicó 2 días a Rosario. El 22 de diciembre de 1933, a las 12,30 hs. llegó a la estación Sunchales (hoy Rosario Norte) y tras ser recibido por un grupo de personalidades, periodistas y poetas se alojó en el hotel Italia, donde actualmente funciona la sede de gobierno de la UNR (Maipú 1065). Federico tenía 35 años y de su estadía en él no quedan dudas, aunque la destrucción de los registros de huéspedes no permite confirmar lo que todos los contemporáneos creen recordar: que el poeta ocupó la misma habitación - la 101- que alojara a Carlos Gardel en sus viajes a Rosario a actuar o a visitar también, el haras Ascot en Fisherton, donde tenía albergado a su caballo "Lunático". La habitación utilizada por ambos, sería en el primer piso la del tercer balcón, mirando el edificio de izquierda a derecha.
Federico, llegó a Rosario a ofrecer una conferencia en el demolido teatro Colón (calle Corrientes 485) titulada: "Juego y teoría del duende. El enigma del alma española" Lorca habló ante un auditorio de 100 a 150 personas pero no llegó a colmar el teatro, porque la entrada era inusualmente cara $ 2,50, tres veces más que las de otros espectáculos que costaban normalmente $0.80.
Después, fue homenajeado con un banquete en el Restaurante Cifré ubicado en el subsuelo del Palacio Fuentes, organizado por el Cónsul de España y el presidente del Club Español, al que asistieron numerosas personalidades, entre ellas, Don Ángel García, dueño y fundador de La Favorita.
Invitado por el mismo Don Ángel García, a la sazón su presidente, visitó el Hospital Español, del que, una vez vuelto a su Granada natal, comentó asombrado, la obra que hacían en Rosario los emigrantes españoles que habían hecho fortuna aquí.
El segundo día de su estadía, y antes de partir en el tren que lo llevaría a Buenos Aires, aprovechó bien su visita a Rosario, visitando la tienda “La Favorita” y merendando en el tercer piso, donde funcionaba un coqueto salón de té. Recorrió impresionado el imponente edificio, que en ese entonces estaba en todo su esplendor, ya que llevaba apenas, 4 años de inaugurado.
La noche previa, sobre el filo de la única madrugada que el poeta pasó en Rosario, quiso acercarse al río Paraná. Tras caminar por calles desconocidas para él, junto a un grupo de noctámbulos que nunca faltaban a su lado, llegó a una plaza enrejada, donde años después se levantaría el Monumento a la Bandera. Federico, venía de Granada, atravesada por el minúsculo río Darro, a su vez afluente del Genil que luego desemboca en el Guadalquivir que baña Sevilla en donde no tiene más que 7.20 m de calado, miró con asombro el caudal del Paraná y exclamó preguntando: ¿Tenéis un río? Y notando la verja preguntó. ¿Por qué lo habéis encerrado?
La misma reacción tuvo el Rey Juan Carlos I de España durante su visita a Rosario en 1985, cuando en el acto donde se colocó la piedra fundamental para el complejo cultural Parque de España, habían colocado un escenario de espaldas al río y él se pasó todo el acto dando vuelta la cabeza para admirarlo, sin prestar atención a los discursos.
Fuente: Anónima
