Por Andrés Bossio
El Nacional de aquel año empezó auspiciosamente para Central. Cinco partidos juga- dos, cinco ganados. Puntero e invicto con Independiente y Estudiantes de La Plata, cam- peón del Metropolitano. La sexta fecha trajo a Rosario a San Martín de Mendoza, que había logrado sólo dos puntos de los diez en disputa. Era “pan comido'' para el agrandado Central. Por una cuestión de cábala lgnomiriello siempre hacía salir a su equipo a la cancha después que lo hiciera el rival; parece que ese día los mendocinos también tenían el mismo talismán; el partido se demoró y Central al fin debió ceder a los requerimientos de: árbitro. Tras los auriazules se vio aparecer a los mendocinos portando cada uno de sus integrantes un estuche con botellas de buen vino cuyano. Una fina atención para sus rivales que Ignomirielo ordenó no aceptar ante el “agravio” que debió sufrir al no poder repetir su cábala. Este ridículo episodio cambió un poco la óptica de aquel día nefasto para Central: los mendocinos, con dos goles de Valencia (más uno no contabilizado, que sacó un hincha sobre la misma línea cuando Andrada ya había sido superado) le ga- nó al puntero e invicto por 2 a 1. Una derrota siguiente ante Lanús por 1 a 0 y otra ante River (3 a 2), alejó a Central de la punta.
Finalizó 3º, con 20 puntos, a cuatro de Estudiantes, que fue subcampeón, y a 6 de Independiente, el campeón.
Lo más destacable para remarcar de este Nacional fue que en la 8va. fecha, jugando contra Platense en Arroyito (fue el 29 de octubre) hizo su debut en primera división un santiagueño pintoresco, simpático y goleador, que dejaría con el tiempo un gratísimo recuerdo a la afición canalla: Roberto Artemio Gramajo.
Y una aclaración: no hubo enfrentamiento clásico en este Nacional porque Newell's esta. ba jugando el desprestigiado Promocional
Fuente: Extraído de la colección de Rosario Central de Andrés Bossio