"Loz—Decidme, señor, esas p. ,
o cortesanas, como las llamáis, ¿son
todas d'esta tierra?
"Baliff— Señora, no; hay de todas las naciones; hay españolas, castellanas,
vizcaínas, montañesas, galicianas, asturianas, toledanas, andaluzas, granadinas,
portuguesas, navarras, catalanas y valencianas, aragonesas, mallorquínas,
sardas, corsas, sicilianas, napolitanas, abrucesas, pullesas, romanas,
calabresas, aquilanas, senesas, florentinas, plsanas, luquesas, boloñesas,
modenesas, venecianas, milanesas, lombardas, ferranesas, breclanas, man-tuanas,
raveñanas, u.rblnesas, paduanas, vicentinas, perusinas, vercelesas,
bergamascas, plamontesas, saboyanas, provenzanas, bretonas, gasconas,
borgoñonas, marsellesas, inglesas, flamencas, tudescas, eslavonas, albane-sas,
bohemias, húngaras, polacas, judías,' árabes, tramontanas, africanas, egipcias,
hindúes, griegas, chinas, rusas, turcas, americanas y japonesas ..."
Manuel Gil de Oto. La Argentina que yo he visto.
Pág. 133. Barcelona.
1914
Pero, ¿cómo era un prostíbulo?. Generalmente, dice Tulio Carella,
"por un zaguán se pasaba a un patio de vastas proporciones. Se percibía ya
desde la calle un tufo característico de casa pública, mezcla de perfume,
desinfectante, tabaco y querosene. Si el patio no era techado se protegía a
los concurrentes con un toldo; a veces una parra permitía entrever las
estrellas; una palmera servía para sostener hilos eléctricos con bombitas,
farolitos chinos o largos adornos de papel de colores.
"A derecha e izquierda se abrían numerosas alcobas donde las
pelanduscas recibían a la clientela. En el centro, una pianola automática: se
echaba una moneda y se obtenía una pieza musical: tango, romanza de ópera,
vals, milonga, shimmy, paso doble, habanera, mazurca, fox trot, polca.
"—Era comisario por aquel entonces, Ignacio
Romeo Rota, mi padrino de confirmación. Yo le tenía un miedo bárbaro, porque si
me llegaba a agarrar en Pichincha ... Una vez le ful a hacer el cambio a
Manuel Vega, que tocaba el bandoneón en el Mina de Oro. —No sabía que los prostíbulos tuvieran orquesta aquí... —El Mina de Oro tenía. Enfrente estaba El 90, pero ese no tenía.
—¿Que orquesta tocaba en el Mina de Oro?
—La de Manuel Vega, que tenía cuatro músicos. En ese tiempo se estilaba
terceto o cuarteto. Lo que más valía en una buena orquesta típica era un buen
guitarrero; después se puso la batería por la cuestión de que del tango nunca
vivió la orquesta típica, a excepción de cuando empezó D'Arienzo, Di Sarli y
todos esos. Aquí era difícil. Bedrune tuvo que poner batería para mantenerse y
ahí tocábamos desde milongas hasta valses vieneses...
—¿Y los que se mantenían?
—Bueno, está el caso de Rezzano que no por eso dejaba de tocar algunos
fox trot y pasodobles".1
"Arrimados a las paredes laterales, unos
bancos sin respaldo, oscurecidos por el uso. Al fondo, algunas habitaciones
privadas donde vivía la encargada con el compañero; una cocina y un mingitorio
para el visitante. Además de hacerlo cuando lo pedía el cuerpo, se orinaba
después de la cópula, a modo de precaución. Era creencia difundida que la orina
actuaba como antiséptico y, lo mismo que el jabón amarillo, se le otorgaba más
crédito que al permanganato de potasio.
"Si el acto de la micción provocaba un ligero ardor, era buen
síntoma. En la parte anterior del prostíbulo había un reservado de fausto
notorio: mesitas con manteles, flores de papel "crepé", sillas de
Viena y palqulto para los músicos. Allí solían darse fiestas con champagne,
orquesta típica, baile, cuerpos condescendientes, monte criollo, pase inglés e
intenciones políticas no confesadas". Lo de las fiestas con orquesta
típica, etc. no eran corrientes en Pichincha, con numerosos cafés concerts, una
casa que monopolizaba el juego —la de Pedro Mendoza—, un teatro —el Casino— y
numerosos cafés, boliches y casas de comida donde se podía escuchar música a
discreción. Los prostíbulos de Pichincha cumplían su función en forma estricta,
que en eso radicaba el giro del negocio. Por otra parte, los payadores y
cantores abundaban y hacían su agosto, pero siempre fuera de las casas de
tolerancia. Uno de los tantos lugares típicos y renombrados era El Forastero.
"—Al lado de la parrilla La Carmelita estaba El
Forastero donde tocaba Luis Acosta García su guitarra y
cantaba, de su cosecha, "Los hambrientos de Rusia", "Dios te
salve m'hijo" y otras composiciones. El dueño era el finado López que
después fue propietario del cabaret que se llamó Sport y que estaba en el
centro, en la calle Santa Fe entre San Martín y Sarmiento, de la vereda de los
impares .. .
—Si, recuerdo que tenía un gran cartel luminoso y giratorio con una
pareja ballandot él de saco smocking blanco y pantalón negro; ella con traje
largo de fiesta.
—Eso es. Bueno, López murió y Luis Acosta García murió, no se si de la
leña que le dio la policía porque parece que era socialista . .. Entre aquellos
payadores estaba el Zurdo Rico, que vive todavía. —Si, vive en Pérez.
—Después estaba el payador Colovin¡2 cuyo hermano estaba en Investigaciones,
en la Jefatura
de acá" .3
"—Los primitivos dueños de El Forastero se llamaban Rodríguez y Taibo. Allí payaban Federico De Marco y
Enrique Boris a quien amasijaron en el Uruguay. Resulta que Boris estaba
parando en una pensión en Buenos Aires y unos cosos entraron a afanar . . .
Cuando llegó el momento, el cantó: fue fulano, fulano y fulano. Un día,
estando en el Uruguay lo mataron los chorros aquellos. Era un gran payador. -¿V El Oriental?
—No era payador, era cantor .. . rústico, pero supo tener una voz
vibrante, ¿no?. Era improvisador malo, no sabía nada ... Siempre tenía la misma
consonante. Cuando cantaba se ponía la mano acá, en la oreja . .. —Y con un
lápiz ...
-Con un lápiz marcaba el compás. Si no había lápiz agarraba un
palillo, ¿no?, y él hacía el compás así . . . ¿Sabe como se llamaba El
Oriental? -No.
—Salvador Guerrero.
-También estaba El Tuerto Guimond . ..
—Cuando cantaba Lorenzo Guimond, El Tuerto, venían todos los cantores a escucharlo. Yo lo traje a Carlos Gardel
dos veces a El
Forastero. Yo vestía ropas de paisano, todo de negro, y
estaba con los Taibo que eran cantores estilistas nativos. Gardel, era por ese
entonces bajito y gordo, venía con el Negro Ricardo y Riverol .. . —Habrá
conocido también al Negro Lapido ...
—Me acuerdo que era un negro mota. Cuando llegó a Pichincha cantaba
con el Negro
Cabeza. El Negro Cabeza improvisaba ... él decía una cosa y se reía. Después preguntaba:
"¿Que te pareció?". Y yo le contestaba: "Fenómeno, seguí así que
el doctor Fracassi te va a dar pensión vitalicia" — ¿Y de Cogote, que recuerda?
—Bueno, otro excelente cantor, no payador, era Cogote. Cantaba muy lindo el tipo ese. El apellido de el era Del Carril. Era
del tiempo en que Juan Colombo cantaba en La Carmelita con la orquesta de José, que estaba Bedrune y también Rezzano con el
fuelle. También había un payador uruguayo muy bueno que se llamaba Reina. Era
encarador el tipo .... yo lo dejaba correr. Porque a los uruguayos cuando los
apretás te salen con el patriotismo y agarran para el otro lado".4
En cuanto a las pupilas, "la mayoría de las
perendencas vivía en el burdel como en un internado. Por ese motivo se las
llamaba pupilas ...". Las mujeres ocupaban alcobas "de proporciones
regulares, con espacio para la cama, unas mesitas de luz, un ropero, un
tocador, un par de sillas y poco más. Cortinas opacas y postigos cerrados, en
contraste con la banderola siempre abierta, tanto para la ventilación como
para dar la alarma si ocurría algo desusado. La cama, de dos plazas, cubierta
por una colcha verdosa, deshilachada por el continuo roce de botines, botas y
zapatos. La prisa no permitía refinamientos tales como el descalzarse. Lo único
que se quitaba el hombre era el sombrero, el saco y el chaleco. Se bajaba los
pantalones y los canzoncillos, y se levantaba los faldones de la camisa y la camiseta.
Con los tirantes colgados y las ligas que sujetaban los calcetines, el
pretendiente perdía su aspecto heroico para adquirir cierto aire ridículo, de
vodevil o doméstico.
"Una bombita eléctrica pendía de un cordón.
La iuz estaba suavizada por una pantalla o tulipa —no se apagaba—. A la
cabecera, un crucifijo. Estampas religiosas enmarcadas o simplemente clavadas
con chinches a la pared, medallas e imágenes de yeso coloreado o de antimonio,
indicaban que las pebetas conservaban sus creencias y mantenían la fe intacta.
En la mesa de luz, un velador, un quinqué, un alfiletero, horquillas para el
pelo, un portarretratos, cajas de polvos y cisnes, flores artificiales ... Las paredes pintadas o empapeladas al
gusto de moda, con listas o florones.Cua-dritos convencionales colgaban del
muro -marinas, paisajes-, con trivial sentido decorativo.
"Algunos aposentos tenían adornos de lujo de
pobre: frascos de perfu mes
con moños de seda, muñequitos primorosamente vestidos, cajas de cartón imitando
cofres, o alhajeros adornados con caracolas. En el tocador, una jarra de loza
que contenía un líquido purpúreo. En un trébede, en una silla o en el suelo,
una palangana. Era obligatorio el lavaje una vez consumado el acto.
"Las grelas llevaban poca ropa, cualquiera que fuese la estación,
y esa poca, holgada, práctica; hoy la llamaríamos funcional. El muestrario resultaba
excitante y era menos trabajoso quitársela y ponérsela tantas veces. Solían
usar batas, batones y batines cómodos, que permitían entrever la mercadería,
palparla, sopesarla, y así acelerar el trámite previo. También usaban, según la
moda francesa, una especie de viso con flecos y tajo al costado, hecho en telas
brillantes o traslúcidas. El escote, generoso; debajo, nada. Calzaban zapatos
de tacón alto, zapatillas acolchadas o chinelas con adornos de marabú. Las
medias, de seda negra. Las ligas, con florcitas bordadas, servían de monedero o
de vaina, según.
"Durante el invierno se caldeaba el
ambiente, aunque por razones de economía, sólo de noche. De tarde esos antros
no resultaban muy hospitalarios. Las percantas se defendían del frío y de la
tisis con tapados de paño, mantones sevillanos, chales y pañoletas. Pero
siempre —y esto parecía Una consigna inviolable—, dejaban al desnudo grandes
trozos de piel blanqueada, como el rostro, con polvos de arroz ..."
Pero, la juventud se iba y la decadencia llegaba, inexorablemente:
"-Hace 45 años MUonguita se iba a morir . . . Cuarenta y cinco años que le dieron el pasaporte
a la muerte, ¿te acordes?.
-SI.
—Todavía Vive, como algunas que todavía Van tirando sus últimos
años." 5
"—Me acuerdo de esta pobre señora que era la esposa de Enrique
Chatel, llamada madame Georgette. Cuando a Chatel io deportaron, esa señora
quedó enferma y que esto y que el otro, quedó en la miseria ... Madame
Georgette, se juntó con estos hombres que estaban con Cacciabue en el almacén y
que eran dos hermanos. Al último, los hermanos murieron y la Georgette quedó
desamparada y la única que la enterró fue la Gringa Aída".6
"—Cuando cerraron los prostíbulos la Pata Suda puso un café sobre ia calle Jujuy, entre Ovidio
Lagos y Pichincha que ya se llamaba Riccheri; del lado de allá ... ¿ElFortín?
—El
Fortín, algo así. Después ahí cerraron, entonces ella vino a Jujuy donde vivía.
Jujuy y Suipacha, ahí vivía en una casita de ella. De vez en cuando hacía
trabajar mujeres y, por supuesto, también era detenida en ocasiones."7
Curiosidades, rarezas, caprichos del destino o de la naturaleza, en Pichincha
se dieron todas:
'•—Después también existió, no se si usted sabía, una famosa mujer en
la calle Güemes que vestía mitad hombre y mitad mujer, llamada María An-tonieta
que era una especialista en el acordeón a plano. Ella, cada viaje que hacía á
Italia traía un acordeón a piano, todo de nácar . . . bueno, ella era manflor.
Y cuando venían los de la junta Italiana, porque era pia-montesa la mina
aquella, le daban en aquel tiempo cien pesos para ver como era, nada más . . .
Tenía un piquito entre las piernas. Esa mujer vivía con un piamontés y una
francesa muy linda, así que el matrimonio de ellos se componía de tres. Cuando
ella quería recibir, recibía, y cuando quería dar, daba.
— ¿Y estaba en la calle
Güemes? .. .
—Güemes, entre Ovidio Lagos y Callao, yendo, a mano izquierda, un bodegón
que está ahí . . . Ese barrio en la época de los prostíbulos era un mundo
aparte completamente, era una ciudad distinta, hasta las tiendas se abrían de
noche ... Ahí vivía el manisero,
vivía el lustrador de botines, vivía el que vendía condones, ahí vivía todo el
mundo: a las cuatro o cuatro y media de la mañana era de día; no parecía que
fuese de no-che."8
Otros
vendedores ambulaban por el barrio: vendedores que no eran, precisamente, los
clásicos y tradicionales.
"—En una oportunidad le vendieron una mujer al hijo de un
banquero que hubo de apellido Gándara, ¿lo sintió nombrar alguna vez?. Le
vendieron una mina llamada La Chola que era la mujer de un
carnicero, el que a su vez la había comprado anteriormente. Un día, cuando el
carnicero que tenía puesto en el Mercado Modelo, se aviva de toda esta maniobra
en que andaban con la mujer de él y que se la iban a vender a Gándara, entra a
chillar y a hacer espamento. Entonces, una mañana caen al puesto dos guaperolas
de ese entonces . . ., guaperolas pagados, y más o menos en estas palabras le
dicen así: "¿Vos sos el marido de La Chola?". "Si". "¿Que andas en
averiguaciones vos, de tu jermu, así y de aquí y de allá . . .". "SI
—dice—, porque la han plantado y ya se que andan en conversaciones con
Gándara". "Es así —le respondieron—, estáte seguro que es así.
Quédate tranquilo porque un dia de estos te cuelgan en la ganchera igual que el
pesceto que tenes acá . .." Mas o menos así fue la cosa, y el carnicero no
tuvo mas remedio que quedarse en el molde. Fue un caso famoso".9
En la puerta de los quilombos, la policía de
imaginaria —casco redondo terminado en una punta metálica—, palpaba de armas a
los visitantes. Tenía la obligación de pedir la libreta de enrolamiento a
quienes no aparentaban edad para entrar en esos sitios. "Sin embargo
—continúa diciendo Carella— no pocas veces se mostraba benigna con los
muchachos que precozmente querían verle la cara a Dios, como se decía.
Benignidad nacida de unas monedas que se le daban como soborno. Al cumplir 18
años todo individuo varón debía enrolarse. Le entregaban la libreta; con ella,
la obligación de ejercer los deberes cívicos y la franquicia en los quilombos.
Muchos jovencitos de rostro glabro, facciones aniñadas y cuerpo menudo,
esperaban con ansias el entrar en posesión de tan inestimable documento que
les permitiría ..."
"_Me acuerdo que en Pichincha actuaban algunos policías como
Díaz, alias Carpincho
... De Mesa, el sargento Zarate y el As de Espadas. . ., mierda, que tipo rancio ese, ¿eh?, encanaba tipos por acá y el que lo
arreglaba metía la mano como bandeja en el cuerpo de él. Para poder pasar al
bolonqui cuando éramos menores .. . —... había que arreglarlo ...
—Un peso. Que para que a la gente le arrancaran
un peso eran capaces de darle una puñalada a alguno. El As de Espadas chapaba ... si no, en cana. No había riada que hacer. —Los que
menciona, ¿eran todos uniformados?
—Si, todos. El Carpincho no ascendió nunca, siempre fue vigilante . . . IQue iba a ascender si
le tenían bronca los mismos compañeros!. Lo único que hubiera faltado . ..,
era un tipo tan repugnante que ni los mismos superiores lo querían. Era capaz
de mirarse a un espejo y mandarse en cana el mismo".10
"—De los comisarios que hubo en la sección 9a., conozco muy bien
a Ignacio Romeo Rota, que fue por dos veces comisario y fue inspector de los
prostíbulos cuando venía la inspección . . . esteee, para revisarle la libreta
a las mujeres. Entonces este nombre se prestaba automáticamente, como estaba
coimeado, ¿eh?. Se prestaba para venir a avisar antes a la que no estuviera en
condiciones, para que no se presentara en el prostíbulo porque tenía ésto y
esto.
Rota se había hecho dueño del España, aunque el dueño auténtico era el ruso Sánchez. Allí se le sacaba la
guita a la gente. Rota se hizo dueño de prepo. Cuando alguno le iba a hacer la
denuncia a la comisaría, le decía: "¿Cuánto le han sacado amigo?".
"Me han sacado doscientos pesos". "Muy bien, muy bien ... la ver agente, vaya con ese hombrel
¿Usted la conoce a la mujer? . . ." "Si, Icómo no la voy a conocer,
señor!". "Bue . . . deténgala y tráigala presa". Entonces venía
él agente, traía la mujer acá: "Ya está comisario". "Muy bien .
. . ¿cuánto decís que le sacaste?". ". . . Le saqué cien".
"¿Cómo? ISI el acusa doscientos!. ¿Así que me querés trabajar a mi
también? " . Y era porque iban a medias .. .".*1
Ignacio Romeo Rota fue, indudablemente, el
comisario mas pintoresco de la seccional 9a., si bien hubo otros de renombre
como Francisco Izurieta que se hizo cargo en tiempo de los demócratas, y
también el comisario De La Vega
"demócrata progresista, buen hombre que luchó con los taximetristas bárbaramente”,
al decir de las mentas.
"—También pasaron Riccheri y Brocken como famosos jefes de
Policía. Me acuerdo que una noche Riccheri mandó detener a todos los choferes
que tenían'mujeres, entre paréntesis, yo también caí en la volteada. En la Jefatura, Riccheri nos
hizo poner a todos en el patio y empezó a preguntar: "Usted, ¿de que
trabaja?". "Yo tengo un bolichito de verdulería. ; ." "¿Y
usted?". "Yo hago .. . arreglo zapatos para las mujeres de ahí".
"¿Y usted?". "Yo tengo un taxi". "¿Y usted?".
"Yo tengo esto". "¿Y usted?". "Yo tengo lo
otro". . . Por ahí cae un ruso, el finado Mucchi y dice: "Señor Jefe, yo no trabajo de nada porque todos los trabajos
se lo agarraron estos. lYo soy cafisho!". Entonces Riccheri dijo:
"ILárguenlo a este enseguida!. Por lo menos dice la verdad .. ."12
"—Había un jefe de Policía cjue se llamaba Petit y era chiquito.
Me acuerdo que el gusto de el era cerrar dos manzanas con policías, agarrar
los pibes y llevarlos a la Jefatura. Después
de hacerlos recontracagar a palos —a mi me agarrón alguna vez—, les hacía
limpiar los pisos con querosén. Esa anécdota se la conté al actual jefe y se meaba de risa. Me
acuerdo de Petit porque iba a caballo y parecía él Kaiser.
Tenía él quepí . '. . si . .. todo
como el Kaiser. Cuando pasaba, nosotros le tirábamos papas ... Es que en ese entonces los pibes no
perdonábamos a nadie. Después había ün loco en la Jefatura al que lo encerrábamos
en el ascensor. Cada vez que nos llevaban, como andábamos por todos lados
limpiando, íbamos hasta donde estaba el loco, lo agarrábamos y lo encerrábamos en el
ascensor. Cada vez que nos llevaban, hacíanlos eso. El loco gritaba y siempre aparecía ün
oficial que lo cagaba a palos, Has cosas que no hacíamos . . ¡ 13
En los prostíbulos, como se sabe, el
control del trabajo allí es simple. Se verifica por medio de fichas de metal a
las que no tardó en llamarse latas. Recuérdese que el primer tango impreso se
titula "Dame la lata" y es de 1880.14 Cada lata equivale a un
cliente, es decir, a una suma de dinero. El folklore popular recoge el
hecho:"Canfinfla, ándate al tambo / que ya te espera la mina / para
refilarte el vento / que ha sacado de propina". Otra cuarteta, pone su
acento en la mishiadura del vividor cuando la papirusa no gana lo bastante en
el firulo.: " IQue vida mas arrastrada / la del pobre canflinflero! / el
lunes cobra las latas / y el martes anda fulero". El significado de esta
copla es obvio: la paica cambia el dinero que recibe de aquellos que se
divirtieron con ella y entrega las latas a su propietario." El precio del
tierrazo, como se decía, era de uno, dos y tres pesos. Aquel que deseaba
quedarse toda la noche, después de la hora de cerrar, debía ponerse con cinco
pesos. El costo de servicios extraordinarios para quienes pretendían'
artificios de tipo ora!, se convenía en el momento. Las formas de pago variaban
ligeramente. Se compraba una ficha en la caja, se pagaba a la madama o terraja.
Esta, en tanto que el hombre se vestía —durante las jornadas magras—, procuraba
convencerlo para que le dejara algún dinerito más como propina. La remuneración
previa era lo corriente para evitar complicaciones.
"El espejismo y la
esperanza del deleite, son generosos para quien sabe aprovecharlos; en cambio
duele pagar por algo tan efímero e inaccesible como el codiciado orgasmo. No
faltaban audaces que decidían experimentarlo sin tener con qué pagar;
arriesgaban duras represalias.Si la faena abundaba, la suripanta, al salir de
su pieza, hacía pasar al hombre de turno para que fuera preparándose, en tanto
ella iba a cambiar el dinero por la ficha. Y no siempre era dinero recibido el
de los clientes, sino también de ellas, ya que las bagasas tenían sus
curiosidades y caprichos y, cuando no veían otra
posibilidad de satisfacerlos, se los pagaban. El novato primerizo era muy
codiciado; disfrazaban ese deseo de contacto con la pureza, con la
superstición: —Hacerse a uno de esos, era atraerse la suerte..."15
"—Esto que le voy a contar podría figurar en los libros de
psicología. Y me acuerdo como si fuera hoy el nombre de la mujer y todo:
Celestina. Cuando por primera vez yo entro a un prostíbulo ya . . . casi al
final, ya cerraba Pichincha, voy con el rengulto este, con Chanclito, y me
siento en una mesa . . . Como ya más o menos yo conocía el ambiente de tanto ir
a vender cosas con mi cajita, me hago el canchero con las chicas: "No,
salí, vos no . . .", a las cosas que pasaban, ¿no?. Bueno, por ahí viene
una mujer que me gusta y le digo "Bueno, vamos" y cuando me levanto
para Ir a la habitación con ella Chanclito le dice: "¿Vos sabes Celestina
el virgo que te vas a comer con el Rubito?", dice "Salí de ahí, que
va a ser virgo el Rubito", y nos vamos. Nos encerramos en la habitación,
ella estaba con un batoncito, se desnuda, y yo medio me entro a asustar ... de verdad, me quedé medio cohibido.
Entonces me quedo así parado y ella se da cuenta: "¿Es cierto Rubito que
es la primera vez que estás con una mujer?", le digo "SI".
¡Para que se lo habré dicho! .... lo que me hiiiizo!... Venía la madama,
golpeaba la puerta, que ya era la hora y ella dale. Bue ... me dejó de cama. Entonces, después, cuando me estaba lavando,
porque ellas lavaban, me dice "Perdóname Rubito por todo lo que te hice",
le digo "¿Por que?", dice "Mira, yo te voy a explicar
una cosa querido, por que te hice todo esto a vos, por que me deschaveté así
cdn vos", dice, "yo me paso una punta grande de tipos por día,
algunos jóvenes, algunos jovatos que no dan más; unos que vienen con chinche
porque no pueden encamarse con la mujer, otros que vienen curdas y me lanzan encima,
otros que me ponen el chumbo y si no le hago cosas raras me quieren pegar un
tiro, fijate todos los que me paso en el día. Entonces, agarro un angelito como
vos y me desquito. Es un regalo que nos manda Dios". Esta mujer me hizo
tanto, me mordió, qué se yo, que a los dos o tres días me salen como unos
granos en el miembro y yo me asusto y le digo a Chanclito " i Mira Chanclito lo que me pasó con la Celestina ! ". " I Uuuuuyy I",
dice, "es un chancro", dice, "es un chancro", dice
"mlrá, esta tarde vamos a ir a lo de Artacho". "No", le
digo, "no quiero que me vea el doctor". "Vení conmigo", me
dice. "Bue . . .". En el dispensario había ün gallego que a cada
enfermo que entraba le ponía una inyección. ¿Sabe cómo era el gallego?.
"Bájate los pantalones, hombre", le tiraba la aguja y se la clavaba
ahí nomás. De esto nunca me voy a olvidar. Aparece Artacho y me dice "Rubito,
¿que haces acá?", le digo "No se .. .", dice "A ver, a ver,
vení para acá", andaba con guantes de doctor, me agarra el miembro y me
dice "Uuuuuhhhh, itengo que cortar enseguida!" "¿Cómo?".
"Que tengo que cortar". ¿Sabe como me largué a llorar?. Después no me
podían calmar. "No, si yo te lo dije en broma Rubito, vení", me
abrazaba y yo decía: "No, no, déjeme Ir doctor, déjeme Ir con mi
mamá" estaba desesperado: "Déjeme ir con mi mamá, doctor". Bue ... al final no era nada, un roce en fin,
una cosita de nada".16
"Pocos varones usaban preservativo. Dejando de lado el signo de
hombría que implicaba contraer gonorrea, la razón era obvia: ningún lazo
afectivo existía entre los copartícipes del hecho. La manceba, despojada de
toda la dignidad de su sexo, era un despiadado instrumento de placer.
El hombre no podía ver a la novia ni a la mujer
ideal en esas pendangas que antes del ayuntamiento examinaban y estrujaban el
miembro con fuerza deshumana para ver si lloraba —esto es, para ver si manaba pus, lo cual
indicaría una blenorragia—. El desencanto que provocaba en el animal macho
este comienzo de consultorio médico, constreñía a una tarea preparatoria, no
siempre corta, para retomar el ímpetu amatorio.
"La ramera enferma era inútil. La Asistencia Pública
le retiraba la libreta de sanidad. Se las excluía del servicio. Perdía el amor
de su canflin-flero al mismo tiempo que la protección de las autoridades. Se
convertía en un peligro público, quedaba deshonrada y no siempre podía
solventar los gastos de cuarentena forzosa. De ahí que muchas, sin permiso,
instituyeran el chistadero: la mujer se emboscaba en un zaguán y detrás de la
puerta entornada chistaba al transeúnte. La cosa se hacía de pie, con rapidez,
por pocas monedas. El chistadero solía ser una trampa donde la pai-ca era el cebo y sus cómplices
escondidos despojaban al gil de su plata, después de amasijarlo".17
"—El Ñato lllia, que era cordobés, tenía una mujer de esas ... ¡chuecazas! . . .,
criollas de un peso. Y el siempre decía: "lo noo quiero cooompromiso con
los amigos . . . porque uno nooo sabe a quien puede haber puuunguiao mi muujer,
aaasí que los aamigos mios que se busquen ootra por las duuudas, y si en una de
esas va a buuuscarla a eia, ya saben eios que ¡o no quiero compromiso".18
"—Era un espectáculo imponente ver a las mujeres cuando salían
para la revisación al dispensario que estaba en la calle Suipacha, donde
atendía mi gran amigo el doctor Artacho, que era el capo. Bueno, las mujeres salían
en mateo, iban en tandas de seis: tres sentadas en el asiento de atrás y tres en el chiquito.
Era un desfile de muje . .. vea, en Pichincha había como tres mil mujeres, ¡qué
espectáculo!, nada de joda. Muchos que conocían el movimiento de tal hora a
tal hora iban y se paraban para ver pasar las minas". 19
Otros, más recatados, menos avisados o sin tanta audacia, preferían
—prefieren todavía— estacionarse en calles céntricas para ver pasar al sexo
opuesto. Son los que un periódico bautizó
¡Los Babiecas!
"No son otra cosa esa legión de desocupados que todos los días se
estacionan en las esquinas de las calles Córdoba y San Martín, Córdoba y Sarmiento, y Rioja y San Martín y otras céntricas donde
el tráfico es más intenso y más populoso el paso de los transeúntes.
Parados como chingólos en poste de alambrados,
espiando a cuantas damas o chicas pasan los efectos de los trasluces de las
cortas faldas, o ba-beándose con pavadas de afeminados y tontos
chistes, los vemos día a día con sus tontas manías de estorbar el tránsito y hasta
ocasionar accidentes. Debían'las autoridades obligarles a no estacionarse donde
son peligrosos estorbos, como igualmente antiestéticos pájaros bobos, luciendo
sus flgu- ras de Don Juanes de lo
ridículo".20
NOTAS
1
Julio Schiavone, id.id,
2 Angel Colovini. Payador nacido en Rosario en 1902 y
fallecido en la misma ciudad el 23 de noviembre en 1976 como consecuencia de
haber recibido cuatro impactos de bala en la ciudad de Buenos Aires. La nota
escrita por el poeta, periodista e historiador rosarino Andrés Ivern para el
diario La Capital
en oportunidad de la muerte de aquel famoso de la improvisación rimada y cantada,
dice, textualmente:
"El ambiente artístico se ha
enlutado con la noticia de la trágica muerte del payador Angel Colovini
Poseedor de la gaya ciencia, era Colovini uno de los pocos cultores de ese arte
del buen decir, que lamentablemente, va quedando solo en el recuerdo. Prodigio
de memoria, de intuición, de imaginación creadora y de velocidad mental, este
tipo humano del payador mereció uno de los
más hermosos libros de
Leopoldo Lugones. En esa descripción del maestro cabía enteramente la imagen
de Colovini
"Era oriundo de Rosario y ya había
cumplido sus 74 años, en plena lucidez y dominio de su difícil, arte. Vuelve a
la tierra junto a la tumba de su madre como fue su deseo. De el nos quedan
hermosas vivencias: su encuentro en Buenos Aires con Cayetano Gaglio,
"Pachequito"; Catino Arias, de Tres Arroyos, y M. Echazarreta, de
Entre Ríos, con motivo de la presentación del libro "El payador", del
doctor Ismael Moya. Los cuatro juntos y a media letra electrizaron al
auditorio en un maravilloso torneo de destreza, habilidad, inteligencia y aguda
chispa.
"El
19 de octubre de 1951 fue sometido a dura prueba ante un jurado que integraban
el escribano Domingo Santoro Vülarruel, el folklorista Marcos Brods-ky, el Dr.
Juan Bernardo Iturraspe y el periodista Belisario Correas. Se desarrolló el
tema "El proceso mental y la función del payador". El conductor, que
era Marcos Brodsky, interrumpía al payador constantemente, haciéndole cambiar
de tema y la rima, así como la cantidad de estrofas. Se tomó la grabación en el
"alambre parlante", que ese era el nombre de los primeros grabadores
que se conocieron, y el jurado analizó, conforme a las reglas de la sintaxis,
de la estética y de la versificación, la exposición poética de Colovini El
dictamen significó un rotundo triunfo del payador, del que se hizo eco La Capital. "En su
fecunda vida, Angel Colovini sostuvo contrapuntos con los más famosos
payadores, entre los cuales merecen citarse, Gaglio, García, Coruvellier,
Arias, los orientales Martínez, Montanez, Urpierez, Lagos y los rosarinos
Bus-tamante y Rico, entre otros. En 1951 obtuvo el primer premio en el Concurso
de Payadores de la ciudad de Córdoba, con un jurado que integraban Santiago
Rocca, Julio Díaz Usandivaras e Ismael Moya. En la televisión fue asesor y actuante
en "La pulpería de Mandinga", que se mantuvo mucho tiempo en el Canal
9, en "Volver a vivir el tango" por Canal 7, y en "Fortín
Fiesta" por Canal 13. Con Chela del Río integró el dúo "Los
Llaneros", de recordada actuación y vasta popularidad. Deja una última
obra "El canto del payador", en ritmo de vals, aún no conocida por el
gran público, que está llamada a tener éxito. "Sorprendió la muerte a este
gran cultor de un arte tan difícil, en momentos en que se hallaba compilando
sus poemas y versos costumbristas que seguramente alguna piadosa mano recogerá
para deleitamos con un libro inolvidable. Con Colovini pierde el folklore
nacional una gran figura y la ciudad un arquetipo del buen decir". V. La Capital. Rosario,
24.11.1976. "Murió uno de los últimos clásicos del arte de payar". 3
Calixto Gallo, id.id.
Rico, cuyas actividades artísticas se
desarrollaron durante prolongado lapso, con amplio éxito de público y en toda
clase de espectáculos, así como en radio y televisión donde se lo consideró de
una manera especial, fue entrevistado por el autor de este libro en el bar y
restaurant Chilecito,
ubicado en la esquina NE de las calles Avenida Francia y Córdoba, de Rosario,
el 12 de enero de 1976. El recordado payador falleció en Rosario un poco más de
siete meses después, el 23 de agosto de 1976.
5 Osvaldo Berrini, id.id.
6/8
Calixto Gallo, id.id. Visitación Leontüial Almada Vda. de Alonso, ó Estela
Alonso, ó La Pata Sucia falleció
en su domicilio de calle Jujuy 3020, el 17 de febrero de 1978^ 9 Jorge Ross, id.id. 10 Osvaldo Berrini, id.id. ll/12Calixto Gallo,
id.id.
13 Julio Schiavone, id.id.
14
Otros
tangos prostibularios son: "Hacele ele ... ala
vieja", de
Ernesto Zóboli, compuesto alrededor de 1905 y llamado después de algunos años: "Hacele el rulo a la vieja";
"Echale Bufach al catre", de
José Manuel Tagle, escrito circa. 1905; "Queco", de
autor anónimo, atribuido al clarinetista Lino Galeano por el cieguito Eusebio
Aspiazu, compuesto en la década del 80 con versos de Vi-lloldo, quien también
es autor de "La Budinera"
(1905) dedicado al
escritor y autor teatral rosarino Tito Livio Foppa; "La concha de la lora" que se abreviaba "La c ... de la l..."
y se deformaba "La cara de la luna' de
Manuel C. Campoamor, compuesto en 1901; "Dame la lata", de
Juan Pérez, comp. en 1880; "Lunes", de
José Luis Padula; "El fierrazo", de
Carlos "Hernani" Mac-chi; "Sacudime la persiana", de Vicente Loduca; "El choclo", de Angel Villol-do; "Bartolo", de Francisco Hargreaves; "Entradaprohibida", de Luis Teissei-re; "C.T. V.", de Agustín Bardi; "Cuidado con los 50", de Angel Villoldo; "Tócame la Carolina", de
Castrlota; "Toca lo que me gusta", de A. Mazzoni; "Tócalo y verás",) de Lagardere ... La lista, incompleta desde luego, incluye además los
siguientes tangos de la
Guardia Vieja: "Dos sin sacar"; "Va
Celina en la punta"; "Déjalo morir adentro"; "La
clavada"; "Chiflóle que va a venir"; "La pata de
catre" y
una composición que causó desconcierto cuando fue anotada en la pizarra de los
músicos por primera vez: "Emad le elaniru". Cuando
algunos bailarines creían ya en un tango con nombre árabe, alguien despejó la
incógnita leyendo al revés el título es "Dame el urinale". Posteriormente
el tango cambió de título y pasó a llamarse "Señor Comisario". Con los años —dice Tulio Carella— muchos
títulos primitivos fueron alterados o sustituidos. O simplemente esos tangos
cayeron en el olvido.
Señalo, finalmente, que los cinco
primeros títulos mencionados en esta nota han sido grabados en 1974 por el
sexteto de "La Guardia"
bajo la dirección de Emilio Branca, en el larga—duración editado por Huinca.
Serie de tangos. H.1000, bajo el título La Mala Vida. Tangos de La
Guardia. Producciones Edic. de la
Reconstrucción. Asesor Héctor Ernie. El tango "Dame
la lata" fue
registrado en 1969 por el Cuarteto Centenario dentro del larga—duración La Historia del Tango. VoL
1. RCA. 6008.
Es de hacer notar que uno de los tangos
que hizo furor en la década del 10 fue el conocidísimo "Cara Sucia" de Francisco Canaro. Esta composición,
cuya música es un
plagio fidelísimo de "Heroico Paisandú", de
Gabino Ezeiza, llamóse originariamente
"Concha
Sucia" y
tuvo por letrista en la segunda versión al penodista bahiense Juan A. Caruso,
quien debutó así en las lides taneuera<¡ Expresa Andrés Chinarro en El tango y su rebeldía (Ed. C^tSdTvlct
13
Otros
tangos prostibularios son: "Hacele ele ... ala
vieja", de
Ernesto Zóboli, compuesto alrededor de 1905 y llamado después de algunos años: "Hacele el rulo a la vieja";
"Echale Bufach al catre", de
José Manuel Tagle, escrito circa. 1905; "Queco", de
autor anónimo, atribuido al clarinetista Lino Galeano por el cieguito Eusebio
Aspiazu, compuesto en la década del 80 con versos de Vi-lloldo, quien también
es autor de "La Budinera"
(1905) dedicado al
escritor y autor teatral rosarino Tito Livio Foppa; "La concha de la lora" que se abreviaba "La c ... de la l..."
y se deformaba "La cara de la luna' de
Manuel C. Campoamor, compuesto en 1901; "Dame la lata", de
Juan Pérez, comp. en 1880; "Lunes", de
José Luis Padula; "El fierrazo", de
Carlos "Hernani" Mac-chi; "Sacudime la persiana", de Vicente Loduca; "El choclo", de Angel Villol-do; "Bartolo", de Francisco Hargreaves; "Entradaprohibida", de Luis Teissei-re; "C.T. V.", de Agustín Bardi; "Cuidado con los 50", de Angel Villoldo; "Tócame la Carolina", de
Castrlota; "Toca lo que me gusta", de A. Mazzoni; "Tócalo y verás",) de Lagardere ... La lista, incompleta desde luego, incluye además los
siguientes tangos de la
Guardia Vieja: "Dos sin sacar"; "Va
Celina en la punta"; "Déjalo morir adentro"; "La
clavada"; "Chiflóle que va a venir"; "La pata de
catre" y
una composición que causó desconcierto cuando fue anotada en la pizarra de los
músicos por primera vez: "Emad le elaniru". Cuando
algunos bailarines creían ya en un tango con nombre árabe, alguien despejó la
incógnita leyendo al revés el título es "Dame el urinale". Posteriormente
el tango cambió de título y pasó a llamarse "Señor Comisario". Con los años —dice Tulio Carella— muchos
títulos primitivos fueron alterados o sustituidos. O simplemente esos tangos
cayeron en el olvido.
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Fuente: Extraído del Libro “El Rosario de Satanás del Autor Héctor
Nicolás Zinni, el Capitulo 2, del Tomo II . Editorial Fundación Ross. Año 2000
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