Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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lunes, 31 de mayo de 2021

LAS "VILLAS": OTRA HISTORIA

 



A partir de la postguerra se de­rrumbaron las formas de desarro­llo económico sobre las que se ha­bla levantado la ciudad. Una real masa de migrantes internos fue asentándose, en forma paulatina, en la periferia de las grandes ciu­dades, en busca de trabajo. Hugo E. Ratier lo consigna certeramente en "Villeros y Villas Miseria": "Des­de 1930, el migrante rural llega a las ciudades. La Segunda Guerra Mundial y la necesaria sustitución de importaciones con el consi­guiente impulso industrialista, le ofrece mayores posibilidades.

La Argentina asiste, entre 1937 y 1954, a tres períodos consecu­tivos. El primero, de 1937 a 1946, de gran expansión industrial; un segundo, de estancamiento rela-Uvo entre 1946 y 1954 y un tercero, de declinación, desde 1954 en ade­lante. Rosario no fue ajena, como era natural, a ninguna de esas eta­pas y el colapso de 1930 no pudo detener su asombroso crecimien­to. Ciudad eje portuario, detenta­dora de elevadores de granos, de máquinas industriales modernas, de fábricas de azúcar, etc. disponía además, en torno a sus barrios industríales y a los talleres del fe­rrocarril, la miseria de las casas de inquilinatos.

Pero fue a partir del proceso de industrialización que se irían con­formando cordones industriales en las distintas ciudades importantes (especialmente Buenos Aires y Ro­sario), donde cientos y luego miles de personas se asentaban en bus­ca de una vida mejor, llegando des­de el interior de la Argentina. El resultado serta la formación de las llamadas Vlilas Miseria, acumula­ción de viviendas harto precarias, que en un principio se imaginaron transitorias y terminaron en per­manentes. Allí, grandes grupos de familias desplazadas de sus luga­res de origen, convivían en promis­cuidad, protegidos malamente de las inclemencias del tiempo, con una alimentación deficiente y con­diciones sanitarias que distaban de lo imprescindible siquiera.

El abandono del campo por im­portantes sectores de la población y su concentración en las ciudades principales va unido, de ese modo, a la formación de estas vtilas de emergencia. Quienes se traslada­ban de las zonas rurales a la ciu­dad —

Conviene destacar, sin embar­go, un hecho que no siempre es consignado debidamente. Las vi­llas miseria, consecuencia de una migración interna no dirigida, es­pontánea, que incluye a gentes de paises limítrofes [paraguayas, bo­livianos) se diferencia del barrio obrero, cuyo asentamiento se producen alrededor o en torno a una fábrica o industria, con ha­bitantes con trabajo estable o per­manente, provenientes en su ma­yoría de migraciones externas y de alguna manera promovidas por el Estado, con el fin de "poblar" el país.

Fuente: Extraído de la revista “Rosario, Historias de aquí a la vuelta”. Fascículo Nº 15 de Julio 1991. Autores: Sandra A. Bembo-Nelly I. Sander de Foster – Marisa Richa

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viernes, 28 de mayo de 2021

Anécdotas del Barrio "Las Delicias": El deporte

 



Por Felipe Demauro*


Como en todo barrio de extramuros, como lo era entonces "Las Delicias", se enhebraron muchas anécdotas, por su­puesto que de variadas vivencias, pero yo aquí voy a enumerar algunas que se han concretado en relación con algunos deportes.

Respecto de estos, tres sobresalían por su gran cantidad de seguidores o adep­tos. El fútbol, monopolizando todas las miradas lógicamente y en menor medi­da el automovilismo y el box. También contaron con una buena cantidad de adherentes, el básquet, los programas hípicos y el ciclismo. Respecto de este último, en el Club Atlético Onkel, se solían organizar competencias de varios kilómetros que iban desde la esquina de las Avenidas Ovidio Lagos y Manuel Arijón por la primera convertida luego en ruta 178, hasta el cruce con la actual A012, vol­viendo luego al punto de partida para el ganador.

Torino Bambozzi, a quien todos cono­cían en el barrio como "el loco Torino", además de trabajar en su taller de repa­raciones de bicicletas, era muy afecto a participar de dichas competencias. Y aquí aparece la anécdota. En pleno pelotón por la ruta 178 y casi por trasponer el arroyo Saladillo, él puntea por lejos la fila de competido­res. Pero al parecer el calor resultaba insoportable. Entonces no tuvo mejor idea que abandonar la carrera, dejar la bicicleta a orilla del arroyo y darse un refrescante chapuzón... y adiós compe­tencia. Y aquí aparece la anécdota.

La segunda anécdota involucra a tres boxeadores muy famosos del Sudoes­te. Rubén Almagro, campeón rosarino de peso mediano, José Cisneros, tam­bién campeón rosarino de peso welter y Rubén Juárez apodado "Sapón", también de peso welter, quien en una ocasión enfrentó nada menos que a Nicolino Loche (el llamado intocable), la anécdota es que luego Sapón confe­saba en rueda de amigos, que a Loche lo veía perfectamente en el fragor de la contienda, pero que ni siquiera llegó a tocarlo con alguno de sus puños. Y que por supuesto esa noche perdió la pelea. Y la restante anécdota ocurre un día uniendo a dos amantes del automovi­lismo. Hildo Bartolucci, quien por los años "60" daba a conocer su fábrica de llantas de bicicletas, publicitándola nada menos que en "La Oral Deporti­va", un programa que emitía Radio Rivadavia de Buenos Aires para todo el país, junto a Angel Cristofol, el dueño del Cine "Venus", se desplazaban con su automóvil en plena competencia por la actual Ruta A012, cuando de pron­to Hildo que aparentemente conducía pierde el control del mismo, cruzando la banquina, cortando el tejido de uno de los campos adyacentes, y al ver el rostro desencajado de su compañero y su casco caído a unos metros, comien­za a tocarse la cabeza como creyendo que la hubiese perdido cortada por el alambre de púas de la parte superior del tejido... pero por suerte para ambos apenas resultó ser un susto.

* Escritor y poeta del barrio Las De­licias, felipedemauro47@gmail.com

Fuente: Extraído de Revista “ Rosario, su Región y Región” Fascículo Nº 86 de Junio de 2010

jueves, 27 de mayo de 2021

Misprimeros viajes en las líneas de la ciudad

 




Por Pedro Sotelo





Aunque la memoria a veces me resulta infiel, voy a recordar con fechas aproximadas las veces que debuté como pasajero en las distintas líneas del transporte urbano de pasajeros de la ciudad de Rosario
.

Linea

Año

Interno

Marca

Carrocería

E

1969

12

Dodge

Caseros

F

1958


Leyland

 

1

1969

6

Bedford

El Detalle

6

1969

19

Bedford

El Detalle

15

1969


MB 321H

 

21

1969

7

MB 911

Vaccaro

52

31-12-1972

25

MB 911

Luna

53

1973


MB 312

Decaroli

54

1970

4

MB 911

Luna

58

1965


MB 312

Decaroli

59

1961


M.A.N. mkp

 

71

1971

41

MB 1112

Vaccaro

202

1969

7

MB 911

Costa Brava

203

1969

19

MB 312

DIC

205

1971

12

MB 911

La Porteña

210

1969

21

Bedford

El Detalle

218

1963

30

Bedford

 

K -Trole-

1967

39

Fiat

 

 

Pedro Sotelo -Buses Rosarinos-
Noviembre 2008


miércoles, 26 de mayo de 2021

Las conquistas del capital

 



Por Osvaldo Agüirre


Justamente hace quince años, cuando abandonó Rosario, Alberto Olmedo no supuso que estaba llamado a ser un acontecimiento sin precedentes en el trajinado escenario de la comicidad argentina. Menos am, que inauguraría en él un estilo de una originalidad sin precedentes una escuela que hasta el momento no admite seguidores ni imitadores. Su llegada a Buenos Aires se produjo con un cargamento nada alentador: amargas experiencias, pero con una inquebrantable decisión, que los años no desmintieron: la de transitar por ese puente que une la mínima labor dentro de un teatro con el detonante poder actuar sobre las tablas".

Olmedo —flamante ganador de un Martín Fierro: 'Me causó alegría aunque lo esperaba", fue su comentario— tiene en sí la vivencia de lo que hoy puede calificar abiertamente como su imagen inalterable: el teatro La Comedia. "No creo que haya otro teatro —confesó a BOOM con una inusual mirada melancólica— que tenga mejor imagen: en él aprendí a aplaudir, a acomodar a la gente en sus butacas y a limpiar. Y en él —reconoce. encontré a mi maestro, don Salvador Naón, alias Chita, quien me enseñó a hacer comicidad en el Centro Asturiano".

Una entrevista con el animador de la celebrada Operación ja ja se aparta de todos los Cánones existentes en la materia, para convertirse en algo así como un ir y venir ene la tristeza y la Curiosidad, entre la expectativa y una profunda humanidad. Esa gran diferencia visible entre SU pasado y su presente, esa especie de reversión en la rueda las no le han dado ni orij0 ni actitudes extemporáneas: por el contrario, alimentaron raíces de una batalla:gran responsabilidad frente a la vida, con cierto tono de perpetua "Prefiero — confirma— ser un mal padre a que mis hijos pasen hambre". Eso explica, igualmente su depresión ante "la imagen del hambre, de un chico pobre o un perro flaco.

Pero esa particular forma de ser nació, acaso, cuando sus pasos casi adolescentes desandaron muchas veces el camino que lo llevaba a la escuela Almafuerte, donde terminó sus estudios primarios. Pero ese mismo ir y venir por la entonces arbolada calle Salta, esas piruetas de chico, eran tan sólo eso. Tal vez rió y jugó menos que otros, tal vez escondió detrás de la sonrisa constante el dolor de las diferencias que después conoció como tales, ytal vez maduró, sin sentirlo, el valor artístico que más tarde iba a confirmar, en él, el pensamiento de Hebbel: "el verdadero y profundo humor juega con las insuficiencias de las más altas cosas humanas".

Hoy, para Olmedo, la comicidad es un oficio. Tanto se adentró en ella que nada podría hacer con más facilidad y menores resistencias. 'De chico siempre fui gracioso —recordó el cómico— sin pensar que lo iba a ser cuando fuera grande" .Y recuerda, con una sonrisa, orígenes también inusuales: 'Detecté el cómico que habita en mí en el estadio de la Universidad de Chile, viendo volar una mosca. Entonces integraba —comienza a memorar despaciosamente— un trío de acróbatas de Newell's Old Boys, aunque era y sigo siendo —se apresura a aclarar— hincha de Rosario Central, Rescaté ese cómico, esencialmente yo, cuando festejábamos el 31 de diciembre de 1956, en el entonces incipiente Canal 7.Yo era nada más que un técnico y empecé a decir tonteras para interrumpir un alboroto que pintaba serio". Ese fue el principio de su éxito, porque en la misma fiestahabía ejecutivos del canal. De allí en más, Alberto Olmedo cambió de identidad, se convirtió desde entonces en el Capitán Piluso y, últimamente en Rucucú o Ruqueta.

El hombrecito de bigotes, galera y levita, conversó con BOOM en los estudios de Canal 9 mientras se grababa una de las emisiones de El botón. Es una experiencia nueva observarlo durante las pausas de la grabación; Olmedo va y viene, palmea a compañeros manteniendo una expresión seria. Porque es, y en parte lo confirma, naturalmente introvertido, Pero de pronto afloran los gestos, inventa la comicidad, nace el chiste, mientras el escenario sigue bajo la tiranía de 'las cámaras. Olmedo produce cualquier expresión cómica como movido por el impulso de un velocísimo resorte, sin dar tiempo al pasaje entre la normalidad y la comicidad, sin generar ningún tipo de espera en el espectador. Lejos de todo eso, quienes lo observan enfrentan una secuencia inesperada: su aire concentrado, sus gestos y palabras cómicas y después, las casi reprimidas carcajadas de sus compañeros que, forzosamente, deben respetar en alguna medida la grabación.


El mundo que venero "El Capitán Piluso sigue siendo en mi alma tan bueno como el primer día", musitó. Este personaje, una especie de leyenda de heroísmo para el público infantil, culminó una vieja búsqueda de Olmedo. Los chicos lo ayudaron a descubrir cosas, un mundo nuevo, el rostro desnudo de la verdad. "Los chicos —reconoció a BOOM—son muy puros, no tienen dobleces; es un placer trabajar para ellos".

Pero, ¿cómo nació Rucucú? "Así llamé ami hijo, que ahora tiene diez meses - revela— desde el primer día que estuvo en la cuna". Sin embargo, el difícil mundo de los adultos también contiene para él visos diferentes: "Pureza, espontaneidad y sentimiento a través de la lente salican el lenguaje directo que constitiye mi labor. Ahora, la comicidad —agrega— es para mi un oficio, pero no hay duda que he aprendido a divertirme como loco mientras trabajo".Y de ese mundo, su mundo cotidiano, va extrayendo incesantemente su compromiso frente a la vida. El compromiso que siente un casi muchacho (34 años) que sabe dar, sin tregua, las imágenes sucesivas de la diversión, el talento o la melancolía: "Yo acuso siempre ese compromiso —agrega el laureado actor— sintiéndome responsable directo de cuanto me rodea".


Al final, Discépolo La posición de Olmedo frente al futuro podría presumirse como algo muy particular: no olvidó las amarguras del pasado y las siente como en carne propia cuando las observa directamente en los otros. Al éxito, aparentemente aprehendido en un simpático juego de circunstancias, tuvo que aguardarlo en cambio entre los telones sórdidos de la realidad y la espera interminable. No obstante, esa mezcla vigorosa y tierna a la vez, esa dualidad de drama y comedía, lo hacen compartir plenamente la filosofla entre ciudadana y profunda del inolvidable Enrique Santos Discépolo: 'Aspiro personalmente —confiesa—para mi futuro unas pocas cosas: hacer lo que quiera dentro de lo que pueda. Hacer la vida de Discépolo: vivir interpretando".

Más adelante sintetizó en algunas expresiones tan concisas como convencidas, él sí, de su verdad: "La vida tiene mucha poesía", "la mitad de las veces, callo lo que siento", "la autenticidad es la raíz y el símbolo de la realidad". Por ultimo, las confesiones: "Trabajando —puntualizó— soy naturalmente auténtico". Y los odios y amores: detesta las imitaciones y confiesa virtual admiración por Charles Chaplin.

Sin embargo, el tráfago de las cámaras y escenarios no le oculta sus mayores elecciones: su casa, con sus cuatro hijos (lO, 7, 6 años y 10 meses el menor) representa para Olmedo limitad de la vida que comparte con un trabajo elegido por vocación. Y determina, sin dramatismos: "Por mi familia daría mi vida. Por mi trabajo, no". Otro hogar, el perteneciente a aquello que la astrología menciona como "las casas del cielo", lo sitúa en Virgo, pues nació un 24 de agosto: "Creo un poco en la astrología", confiesa sin reserva. Cree impulsado tal vez por ese continuo contraste de luces y sombras, que descubrió en su vida, después que "la magia de un mundo que me resulta cada día más atractivo: el de la televisión", lo convirtió en una marioneta humana poco común en la difícil corriente de la buena y sana comicidad.

Nunca volveré a sentir —asevera el flamante laureado— una emoción tan grande como la que experimenté cuando por primera vez entré en un estudio de televisión, en momentos en que no conocía un aparato transmisor". Después, la sorpresa, el mundo de la técnica televisiva, hasta culminar en la interpretación artística. No es dificil comprender, entonces, que el contacto con los demás alimente su ductilidad cómica; por ello recalca: "Siempre prefiero trabajar en equipo". Esa modalidad deja en descubierto sin embargo un rasgo infrecuente en su medio: "No me impactan las actitudes competitivas —declaró—; al contrario: me hacen comprender que no valgo tanto". Y retorna, en la charla, a su casa terrestre: "Vivo feliz, descanso, leo", ¿Y qué lee Olmedo? "Los diarios. Y empiezo por política internacional, porque siempre viene al frente. En los días de descanso, en cambio, paseo con los chicos".

Yo los espero en la esquina Mitre y cortada Ricardone de Rosario: una esquina que encierra para Olmedo el valor incalculable del recuerdo. "Sigue siendo mi esquina - confirma— aunque sea diferente. Antes había un viejo bar, que ya no existe. ¡Si habré pasado frío! ¿Cuándo comía? Bueno —admite—, ¿para qué recordar? Sin embargo no es fácil detenerse cuando la memoria comienza a hurgar en la vigilia de los años: "Siempre que voy a Rosario paro en un hotel que queda a dos cuadras de esa esquina. Rosario significa para mí el teatro La Comedia, mi familia, los amigos". Olmedo no los olvida, por el contrario: 'Son muchos y quisiera nombrarlos a través de BOOM —pidió especialmente—: Reyes, Martinez, Barcia, Bención, 'fui, José, Lianza", y agrega, casi ocultando el rostro: "Y algún cariño olvidado..."

La autenticidad, el arte y el juego de las circunstancias abrieron los ojos de los múltiples rostros de Rucucú. Mientras el juego de sus manos, de sus rostros y la simplicidad de sus palabras descorren el velo de la popularidad para dejar en descubierto un alma de niño sufriente. Olmedo es, además, un hombre que como artista no usa el frecuente y recurrido slogan de "me siento realizado". Por el contrario, confiesa humildemente: "Recién empiezo".

Olmedo produce cualquier expresión cómica como movido por el impulso de un velocísimo resorte, sin dar tiempo al pasaje entre la normalidad y la comicidad, sin generar ningún tipo de espera en el espectador.



Fuente: Extraído del Libro “ BOON la revista de Rosario” - Antología . La Chicago Editora. 2013.

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lunes, 24 de mayo de 2021

El hipódromo o el submundo del turf rosarino

 



Por Osvaldo Agüirre




Mire, viejo. Sino fuera por la coima nosotros no podríamos hacer nada. Por cada uno de nosotros que se enriquece, se enriquecen tres o cuatro funcionarios de la policía". La comprometida opinión pertenece a uno de los diez banqueros más fuertes de la plaza rosarina, rica como pocas en el interior en el juego clandestino de las carreras de caballos. El ciudadano común —no así la mayoría de los carreristas— desconoce el tremendo capital que se moviliza secretamente durante los días de reunión en el Hipódromo Independencia: en determinadas carreras oficiales (las de pur sangs) el monto de lo que se juega a través de los pasadores o levantadores duplica largamente lo jugado en ventanillas. Más aún, según deslizó a BOOM un levantador, en lo que respecta a Palermo, San Isidro y la Plata, en Rosario se juega más por el tubo que por la vía directa del boleto.

Los misterios del teléfono Una intrincada maraña telefónica provee a la banca los más increíbles subterfugios informativos. No hace mucho, la Policía Federal, en un allanamiento a la casa de un conocido capitalista rosarino, descubrió cuatro teléfonos, entre ellos uno directamente conectado a Buenos Aires: la circunstancia costó el puesto a un alto empleado de Entel. Y mucho tiene que ver con "el servicio" la anuencia de empleados telefónicos. En la jerga del turf, todo el mundo sabe de qué se trata La matraca, sistema que opera en Buenos Aires a cambio de una crecida suma de dinero. La matraca —a la que se adscriben solo contados banqueros de juego prohibido, un poco por onerosas razones, consiste en un número de teléfono (generalmente el de una empresa que no trabaja en días feriados), que varía de reunión en reunión, aunque también puede repetirse: quien está en el secreto y por supuesto, abonado al servicio clandestino, disca y entra automáticamente en la línea. Es decir, que no hay interlocución, pero la información es captada. ¿Qué información es la que recibe el capitalista? Al margen de la obvia llamada del levantador para pasar la jugada, el banquero necesita estar al segundo con la largada y llegada de cada carrera. El famoso marcador puesto ha causado estragos en la banca y un anecdotario frondoso nutre el enorme panel de avivadas. Normalmente, las carreras, a medida que avanza el programa, se van retrasando unos minutos; en oportunidad de grandes clásicos, la demora es extensa: hasta una hora o más. Sin embargo, a veces ocurre que no (y ya se entra en el terreno de los grandes misterios" del turf). Las carreras se corren a horario y suele acontecer que, en la clandestinidad, se juega al caballo ya ganador. En consecuencia, el capitalista debe saber si la carrera se ha corrido o no: de ello depende la aceptación de la jugada. Ese es uno de los servicios invalorables que presta el teléfono. La prevención no es exagerada, si se tiene en cuenta que ha habido oportunidades en que una carrera se ha largado antes de lo que indica el programa...

Los periodistas tramposos ¿De dónde proviene la apetecida información? Varios son, en realidad, los conductos por los que se filtra el marcador. Pero a nadie, dentro de este submuxido, es ajena la actividad que se presta desde ciertos palcos de periodistas. En La Plata, por ejemplo, hace un tiempo la policía puso en evidencia todo un aparato clandestino al servicio de la banca prohibida, desplegado desde el palco de los cronistas de turf. A través del conmutador del hipódromo, los únicos habilitados para recibir la información del desarrollo de la reunión son los diarios, radios y çorresponsalías. La comunicación es instantánea, y habitualmente el periodista acreditado en el palco por el medio informativo puede, incluso, relatar por teléfono el desarrollo de una carrera. Eso es legal. La trenza, sin embargo, comienza a desatarse desde el diario o lo que sea. El periodista, confabulado con uno o varios banqueros, recibe en el diario (por ejemplo) la información directa desde el hipódromo y la repite literalmente ante una serie de tubos descolgados: del otro lado del tubo, expectantes, los capitalistas o sus empleados toman nota del resultado y el sport de la carrera. Ya tienen la información. Puede suceder que el periodista no posea más que un teléfono; su habilidad, empero, le basta para que en instantes nada más se comunique con toda la banca.

Hay otras variantes informativas", claro está. En realidad, desde que se implantó el teléfono medido, el asunto se hace más problemático para los empleados telefónicos que se favorecen con la coima, no así para los capitalistas, beneficiados posiblemente en cuanto a la celeridad para recabar los datos de Buenos Aires. Consecuentemente, la labor de aquellos periodistas tocados decreció, sino en importancia, en magnitud: antes tenían poco menos que la hegemonía de la información metropolitana. En cambio, donde no hay enlace por coaxil —como en el caso de Córdoba— los telefonistas conchabados por la banca siguen haciendo su agosto, sobre la base de instantáneas comunicaciones, sin demora alguna.


Los gratos favores de la banca S. V, levantador, se justifica: "Aquel que tenga un dedo de frente no puede dudar un momento si se le plantea la disyuntiva de jugar en ventanillas o por el tubo. El Hipódromo Independencia descuenta el 5 por ciento sobre el sport de cada caballo: si correspondía pagar 4 pesos por boleto te paga 3,80 y el banquero, con la comisión que nos pasa, te está descontando sobre el valor del boleto". En efecto: el capitalista hace un descuento que oscila entre el 7 y el 10 por ciento; el boleto, en lugar de 2 pesos, "sale" entre 1,80 y 1,85. S.V redondea su concepto: "Además del descuento que nos hace el banquero, y que generalmente derivamos a nuestros clientes, a fin de año recibimos una especie de aguinaldo, una habilitación, de acuerdo a las utilidades del negocio y a nuestra consecuencia anual". Sabido es que la banca clandestina lleva una rirosa contabilidad, muy pocas veces secuestrada por la policía en razón del celo con que se la oculta. Pero ha habido casos en que tales contabilidades excedían, incluso, los guarismos de empresas de cierta importancia.

Sin embargo, no todos son favores para el que juega al margen de la ley. Los hipódromos de Palermo y San Isidro son tradicionalmente los más puros'. Los enigmáticos batacazos se dan, sugestivamente, con menor asiduidad que en La Plata y en Rosario. Por lo tanto, el banquero, hombre prevenido como pocos, ha establecido lo que en la jerga turflstica se denomina la máxima. Por más sport que pague un caballo, el capitalista abonará al cliente un tope: 25 pesos a ganador en las carreras oficiales y 10 en las cuadreras (las de mestizos) de Rosario; 30 y 10 ganador y placé en las carreras de Palermo y San Isidro y 25 y 10 en las de La Plata. Siempre, por supuesto, que el sport sobrepase esas cifras. "Es la mejor manera de cubrirse de los bombos", puntualiza S.V


¿Por qué no ganó ese caballo? Cuando un caballo va a] bombo, no obstante, pagan las consecuencias tanto adentro como afuera del hipódromo. Es publico y notorio que muchos caballos pertenecen a elementos vinculados al juego prohibido, y de ahí que las sorpresas se suceden con regularidad. Un tremendo andamiaje se teje en tomo a aquellos caballos que jamás —ni por performance ni por estampa— podrían ganar y que, sin embargo, ganan, abonando crecidas sumas, en tanto los favoritos defeccionan llamativamente. Hay muchas formas de mandar al bombo: desde la descarada injerencia directa del jockey, pasando por el doping, hasta las casi cibernéticas tramoyas montadas por la onda. Estar en la onda es la clave. A menudo, en el Independencia la voz es que tal caballo va al bombo y entonces todo es una corrida desesperada a cambiar boletos. El ventanillero no puede devolver el dinero, pero sí vender los devueltos a otro, en tanto el que está en la onda espera. Si la operación no camina, se los tiene que llevar, de cualquier forma. Esto es legal, como la reventa de vales de la apuesta triple, mejor cotizados que los boletos comunes.

Otro recurso original es cargar la boleteada a un caballo que va al bombo. De esa manera se eleva la cotización del que, en definitiva, será el ganador y que, en vez de pagar, por ejemplo, 3 pesos, da un sport de cuatro cifras. Afuera, es decir jugando al capitalista clandestino, se habrá hecho el negocio, cobrando una exorbitancia con un caballo a todas luces candidato. El banquero que opera dentro del hipódromo (son numerosísimos) dispone de otros resortes. Si se le han jugado, por ejemplo, quince mil boletos a un solo caballo, o bien sale del hipódromo y, por teléfono, descarga la jugada entre varios colegas (algunos aguardan en automóviles) o juega directamente en las ventanillas, con lo que logra disminuir el sport y se cubre de riesgos. En Rosario, pese a todo, no se da el caso de banqueros trabajando con total desparpajo frente mismo a las ventanillas, como ocurre en la agencia del Jockey Club en Mar del Plata. Sí se ve, bastante seguido, apostar en ocasión de bandera verde, o sea cuando el fallo se demora. Estratégicos observadores —y a veces funcionarios mismos del hipódromo—, por su colocación junto al disco, saben positivamente quién ganó. Una señal convenida basta para que el cómplice haga su jugada, a no errar. Hay veces en que el dato se filtra desde más adentro, donde se revela la película.


Jugar sin ver las carreras Se calcula que fuera del hipódromo hay un pasador por manzana. La actividad se concentra en boliches harto conocidos —como el de avenida Pellegrini y Corrientes— o bares un tanto aristocráticos —como el de San Martín y San Lorenzo—. Las sucesivas redadas policiales, sin embargo, han desplazado el negocio a pequeños clubes de barrio. Tanto en unos como en otros, es dable ver en días de carreras a un alto porcentaje de parroquianos analizando concienzudamente La fija, La Palermo, La chance, La media cabeza o las páginas turfisticas de los diarios; evolucionando en torno a ellos, los levantadores o directamente los banqueros. De estos últimos, no todos: los más conspicuos se manejan en la intimidad de sus bien montados reductos, con máquinas calculadoras y el arsenal ad hoc: planillas, planillas y planillas. Se les conoce por el apodo, por motivos obvios. El más enigmático es El Catorce, aunque el enigma se devela cuando alguien conña a BOOM el origen del mote: 14 es la cifra con que termina uno de sus teléfonos. Otro, Cementerio, ya retirado, famoso por una presunta aventura en pleno camposanto y por una suerte de atalaya erigida en una finca de calle Ovidio Lagos, desde donde escudriñaba con prismáticos el desarrollo de las carreras. Pero ellos también se sustraen temporariamente del bar o del reducto, cuando en ocasión de feriados absolutos en Rosario, como el 10 de mayo, trasladan su equipo, por ejemplo a Venado Tuerto: van atrás de los puntos (los jugadores), sencillamente. La salida, desgraciadamente para ellos, suele acabar en mejicaneada (asalto entre hampones).

Policías auténticos y no En un café de Rioja entre Maipú y San Martín el banquero H. R. E cuenta a BOOM algo de los entretelones de la venalidad policial. Hay tarifas: "Los domingos, o en días de reunión extraordinaria, la coima es más elevada. Puede hacerse un promedio de lo que nos saca la policía a cada capitalista por reunión: 50.000 pesos". H. R. E admite que suele chocarse con policías honestos, "que son la excepción", acusa. Da el ejemplo del actual comisario de una seccional céntrica "que nos tiene a maltraer". Es insobornable. Banquero hubo que llegó hasta la comisaría con el secreto afán de adornarlo: lo metió preso directamente.

El trasfondo del turf rosarino no termina allí. El tema da para mucho más (caballos pura sangre corriendo como mestizos, bajo otro nombre; venta de vales de reuniones anteriores, lavados; un cuidador-propietario-banquero que, a raíz de un sonado asunto, fue borrado de la lista del Jockey Club y por desaparición de las pruebas en los Tribunales, sigue compitiendo al frente de su caballeriza). También da para una pregunta que se hacen muchos, en el afán de empezar con las medidas punitivas: ¿Por qué no se filma en Rosario el desarrollo de las carreras? Lo otro, el caso de la venalidad, es palabra mayor. Acaso, por ahora, no tenga solución.




Fuente: Extraído del Libro “ BOON la revista de Rosario” - Antología . La Chicago Editora. 2013.

viernes, 21 de mayo de 2021

Juego prohibido: el dinero secreto

 





Por Osvaldo Agüirre




La policía rodeó la casa en Saladillo y se apiestó a consumar un rito, generalmente infructuoso; en efecto, para los seis agentes de la ley, la tarea ofrecía las mismas dificultades, repetidas hasta el cansancio: allanar la casa de un capitalista de juego era sólo comparable a asaltar una fortaleza medieval. Las guaridas de los popes del juego clandestino están preparadas contra todo tipo de abordaje, contra imprevistas incursiones policiales: las puertas de acceso ostentan trancas y cerrojos; los patios están totalmente cubiertos por rejas, para impedir un procedimiento rápido. Por lo tanto, no es de extrañar que, cuando el contingente policial sorteó los riesgos del bloqueo, el capitalista y sus acólitos se hubiesen fugado a través de una puerta de escape, silí dejarrastros comprometedores. Siempre pasa lo mismo —se 1mentó el jefe a cargo del procedimiento—cuando llegamos, desaparecen las planillas de quiniela, los aparatos telefónicos y para apresarlos, tenemos que partir nuevamente desde cero".

La represión del juego prohibido es, quizá, una de las empresas más dificiles para los integrantes de la sección Leyes Especiales; pocas actividades responden a mecanismos tan depurados, hasta el punto de burlar a la propia policía. Pero eso no es todo, si se tiene en cuenta otro dato no menos apabullante: la quiniela y las carreras de caballos clandestinas en Rosario arrojan un movimiento anual de dos mil millones de pesos. Para que esta cifra no decaiga, la provincia de Santa Fe cuenta con 150 capitalistas conocidos, de los cuales 75 actúan en Rosario, 39 en la ciudad de Santa Fe, 12 en el Departamento General López, y el resto repartidos en otros departamentos. Los capitalistas, por otra parte, están secundados por 800 planilleros identificados: 539 actúan en Rosario, 132 en Santa Fe, 42 en el departamento Caseros, 27 en el departamento Castellanos. Los 60 restantes están estratégicamente ubicados en ciudades menores.

"La policía cree que va a eliminar la quiniela y las carreras clandestinas —ironizó un quinielero en un café de la calle Córdoba—; desde que se implantaron, hace sesenta años, viene diciendo lo mismo. El día que rechacen suculentas coimas, la cosas podrán cambiar-". En realidad, desde que germinó la quiniela en Rosario, en 1910 (la importó un célebre aristócrata que, de esta manera, triplicó su fortuna), las tentativas policiales para combatir el juego clandestino se han visto algo frustradas: las influencias y las coimas que se desataron sobre los funcionarios se encargaron de disminuir la represión. La guerra contra la quiniela tuvo su punto de partida en 1949 cuando José María Cámara persiguió a capitalistas y planilleros (en 1958, al ser nombrado Jefe de Investigaciones, la represión disminuyó notablemente); continuó con Lozón, uno de los responsables de la muerte de Ingallinella, y culminó, en 1966, con el implacable Saccomano: hizo retirar las líneas telefónicas de los capitalistas y de las agencias de lotería que infringían la ley 4444, que reprime los juegos prohibidos. La revancha de los capitalistas, en aquella oportunidad, no se hizo esperar: lograron removerlo de su puesto.


Capitalistas, levantadores y berretines El hombre deslizó un número al oído de un levantador, de acuerdo a una clave concreta, precisa: "Una gamba al borracho a la cabeza". Para los no iniciados en la quiniela, el sentido de este lenguaje esotérico sería otro: "Cien pesos al número 14, en las dos últimas cifras del premio mayor de la lotería". El levantador, después de anotar el número en la palma de la mano, se dirigió a un teléfono publico, y comunicó la cifra al planiilero: el mecanismo de la quiniela —un juego que se rige por las loterías del país, e, inclusive la de Montevideo— se había puesto en marcha, una vez más, tomando todas las precauciones para evitar la irrupción policial.

"Este ha sido el año de la quiniela —asegura Mario Ramón Ayup (34, 1 hijo), Jefe de Leyes Especiales—; encontramos pruebas, en poder de un capitalista, por valor de 40 millones de pesos. A una viuda, la sorprendimos con 2.800 trozos de papel, con jugadas anotadas y tres mil planillas de tamaño grande". A medida que abre carpetas y examina expedientes en su despacho, Ayup inicia, a un redactor de BOOM, en los mecanismos ocultos del juego prohibido. 'En la cúspide de la pirámide —explica— está el capitalista, que tiene, a su vez, planilleros; pueden ser diez, veinte o treinta según la importancia del mismo. El modo de operar es simple: los levantadores se encargan de acumular las jugadas, luego las pasan a los planifieros, y por último, se las envían al capitalista, que determina cuáles son los números muy cargados para proceder a descargarlos en otros capitalistas".

Esta operación, sólo comparable a las que practican las compañías de seguros, tiene una denominación especial: cubierta. Por lo general, cuando los jugadores se ensañan con ciertos números como, por ejemplo, la "niña bonita" (15), el "fraile" (13) o la desgracia" (17), el sistema se ocupa de evitar que "salte la banca": el sorteo de Navidad, en 1967, produjo consecuencias catastróficas para la mayoría de los capitalistas. "Los que piensan que es posible erradicar el juego —confiesa Ayup escépticamente—, están equivocados: es imposible. A lo sumo, se puede reducirlo. Antes de la Revolución, existían 300 agencias que levantaban quiniela; en la actualidad sólo existen 40. Lo que dificulta la represión son las estratagemas que utilizan para burlar a la policía". Y no es de extrañar: los levantadores han apelado a toda clase de artimañas, desde escribir los números con tinta o lápices de fibra sobre un vidrio, para poder borrarlos con un trapo en caso de peligro, hasta berretines (escondites) ubicados en los muebles, en el piso, en las paredes. Los más temerosos, prefieren memorizar los números, hasta pasárselos al planillero: el más famoso de los memorizadores rosarinos tiene su reducto en un café al paso de la calle Córdoba y su seudónimo no es nada desdeñable: I.B.M. "Muchos creen que este tipo de gente tiene una memoria prodigiosa —revela Ayup irónicamente—: nada más lejos de la realidad. El mismo hecho de tener una clientela fija ayuda al levantador: generalmente juega a números fijos. Esto lo favorece, y al mismo tiempo, impresiona bien a los jugadores. Desde luego, se requiere una buena memoria y un excelente entrenamiento".

Los que no confían en estas virtudes para transmitir cifras a los planilleros, utilizan un sistema exclusivo: anotar el número en la palma de la mano, o, para evitar ser tomados de sorpresa, comerse los papeles atiborrados de cifras. De esta manera, se logra un objetivo contundente: que los capitalistas no sean apresados y puedan dirigir el movimiento del juego desde verdaderas centrales telefónicas. Este año —acota Ayup triunfalinente—, se han secuestrado 78 aparatos telefónicos y se pudo comprobar, inclusive, la existencia de pasadores telefónicos, que es bastante dificil. El método de los capitalistas es común: alquilan una casa que tenga teléfono exclusivamente para quiniela, con el aparato, desde luego, a nombre de otra persona'. Las guaridas más ambiciosas poseen cinco lineas telefónicas, que, por lo general, han sido secretamente instaladas, a través del sistema denominado me sca: las conexiones se realizan clandestinamente con alguna central, no registradas en ENTel, y los operarios que preparan las instalaciones llegan a cobrar hasta 140 mil pesos, si las dificultades son riesgosas.


Para atrapar al ladrón El dueño de casa calentó con un encendedor la copa de cognac (una botella de Napoleón, cosecha 1931), la revolvió suavemente,.y por último se plegó sobre un sofá junto a la chimenea. Para M., un capitalista con 20 años de experiencia, la profesión no le deparó demasiados sobresaltos; por el contrario, pocas veces debió soportar razzias policiales, y a lo sumo, logró interponer un recurso de amparo, o un hábeas corpus para ser liberado inmediatamente. Hace diez días, BOOM logró que un redactor mantuviese una entrevista, en su domicilio particular, con la condición de que se mantuviese en el más estricto anonimato.

"La policía no puede contra nosotros —sentencia enfáticamente M.— porque la mayoría de sus agentes están corrompidos por nuestro dinero. Además, es muy difícil que logren atraparnos con las manos en la masa. De todos modos, ya nos hemos acostumbrados a algunas tretas, que cada día surten menos efecto. La más común, quizás, es llevar detenidos a los levantadores los días de jugadas fuertes impidiéndoles, de esta manera, levantar apuestas. Por supuesto, nunca están detenidos más de dos días, en averiguación de antecedentes, hasta que el abogado los saca". Los trucos policiales, que, en principio, amenazaron desbaratar la organización, son taxativamente numerados por M.: avisarle telefónicamente al infractor que su guarida iba a ser allanada fue una treta que hizo caer en la trampa a varios capitalistas; en efecto, al huir con los elementos de trabajo, eran apresados en la vía pública con el material comprometedor. Otro plan policial es remitirle al capitalista, a través de una empresa de transporte, un bulto de tamaño casi igual del de la puerta de la guarida: al recibirlo, el personal policial irrumpe sin darle tiempo a defenderse. La variante romántica, para sorprender a los infractores, es conseguir que un empleado policial enamore a la sirvienta de la casa: en estos casos, es fácil introducirse sin demasiados riesgos. Pero el colmo de la originalidad lo depara un disfraz que ostentó un funcionario policial, para atrapar a un grupo de quinieleros: se disfrazó con un buzo de mecánico, de operario telefónico, y logró penetrar en la guarida.

Curiosamente, pocos capitalistas han sido apresados por la policía durante los procedimientos: por lo general, son detenidos pasadores y planilleros. "Es común ver en los diarios nombres y fotografias de malvivientes —se lamenta un funcionario policial que lucha, desde hace varios años, contra el juego prohibido--: pero en mi carrera profesional nunca he visto, en algún periódico, la fotografla de un capitalista". Los que han transitado por la sección Leyes Especiales están seguros de un hecho concreto que se repite en la mayoría de los infractores: el capitalista, invariablemente, está vinculado a otras actividades delictuales (como, por ejemplo, contrabando, robo de automóviles), sin exponerse directamente a los riesgos que crean. Paradójicamente, es considerado una "buena persona", capaz de hacer un favor a quien lo necesite (inclusive a algún policía): quizá por eso las autoridades son criticadas cuando proceden en contra de ellos.

El problema está en algunos funcionarios policiales —confiesa—: aceptan coimas y entorpecen los procedimientos". Las anécdotas engrosan la historia del juego prohibido: algunos empleados de investigaciones de secciones especializadas contra el juego, reciben al allanar domicilios de capitalistas 5 mil pesos, para que los rigores sean mitigados. Aún más: la coima no deja de funcionar, a pesar de ser trasladados a la seccional: de esta manera, los teléfonos pueden seguir funcionando en ausencia del capitalista. "Conozco a un jefe de Investigaciones de Caseros —desliza--, a quien el capitalista le ofrecía pasarle 30 mil pesos mensuales, por debajo de la puerta, para que no lo apretaran tanto. Otro capitalista de Chabás, llegó a endeudar a toda la población: recibía apuestas a crédito haciendo firmar documentos con intereses usurarios. Cuando caímos sobre él, le secuestramos 144 documentos". El policía, que también recibió a un redactor de BOOM, siempre que se mantuviese su anonimato, tampoco se libró de las tentaciones; rechazó la oferta de un capitalista, que le ofrecía lujos nada desdeñables: un departamento amueblado en Rosario, una casa de veraneo en Córdoba, seis botellas de whisky escocés, y un número elevado de mujeres.

Por teléfono y al fiado Las carreras de caballos clandestinas responden a las mismas pautas de la quiniela: lo más común es que un mismo capitalista "banque" las apuestas desde su central telefónica, durante los fines de semana. Sin embargo, los pasadores burreros deben sortear riesgos en un hipódromo, algo más peligrosos que los pasadores de quiniela: para levantar una apuesta clandestina, cerca de las boleterías necesitan desplegar una habilidad insospechada, hasta el punto de despistar a los integrantes de Leyes Especiales. "Los capitalistas que operan directamente en el Hipódromo Independencia —confesó a BOOM un incorrregible habitué de las carreras hípicas— tienen una red propia de levantadores, llamados arbolitos: se ubican estratégicamente cerca de las ventanillas y retienen las jugadas casi cibernéticamente". En realidad, las apuestas clandestinas logran objetivos indirectos, que benefician no sólo al capitalista que las banca: el jugador que opta por la vía ilegal, se exime de pagar el impuesto que cobra el hipódromo por boleto (si en Buenos Aires el sport es de 6 pesos, en Rosario el Jockey Club solamente reconoce 5 pesos con 60 centavos), y el capitalista le abonará el sport completo, sin descuento. Pero eso no es todo: los dueños de un caballo favorito, rara vez incursionan por las ventanillas oficiales; en efecto, prefieren apostar cifras elevadas a algún capitalista amigo, para que el sport del caballo no disminuya por una excesiva boleteada. "En el fondo —suspira el habitué, resignado— las apuestas clandestinas tienen una finalidad más directa: se pueden jugar al fiado y por teléfono. Eso sí, las deudas conviene pagarlas puntualmente". Los capitalistas también parecen haber adoptado esa norma, desde que se instituyó el juego prohibido: de esa puntualidad depende su 'seriedad" dentro de la profesión.

Pero no solamente se abonan las apuestas; el juego prohibido tiene mecanismos precisos para los que integran el sistema: las comisiones, tanto en la quiniela como en las carreras de caballos, jamás dejan de pagarse. Los pasadores burreros reciben del banquero el diez por ciento de comisión del monto total de la apuesta: el levantador de quiniela, el veinte por ciento. Sin embargo, la policía lleva una meticulosa estadística de las cifras aproximadas que se juegan, clandestinamente, en el hipódromo: si aumenta la boleteada oficial, significa que se juega menos, o que no se juega ilegalmente. "Lo triste —señala el implacable Mario Ramón Ayup— es cuando los jugadores crónicos, que apuestan al fiado, llegan a deber sumas fabulosas: en más de una oportunidad, han tenido que hipotecar sus casas. A pesar de que no firman ningún documento, las deudas de juego, para todos, son sagradas".


Un ferrocarril costoso El ruido de las fichas, a medida que se apilaban sobre el tapete verde de la mesa de juego, anticipaba caras tensas, manos disimuladamente crispadas; y no era para menos: la última "mano" de la noche, daba la posibilidad de desquite a tres jugadores, que hasta el momento ostentaban un pasivo de 800 mil pesos. Mientras el sabot producía cuatro cartas, boca abajo, las apuestas entre el punto y la banca sumaban exactamente la suma adeudada; poco después al ganar la banca con siete, el juego se definió irrevocablemente: dos jugadores recuperaron lo perdido; el tercero, sin pausa, firmó un cheque por 400 mil pesos. La escena, que se desarrolló hace veinte días en un prestigioso club de la ciudad, no hacía sino reproducir una actitud que caracteriza a otra de las variantes del juego prohibido: las partidas de cartas, que, por lo general, se limitan al chenirn de fer o ferrocarril (una versión del punto y banca), y al ancestral poker. En realidad, no es fácil eliminar una costumbre que germinó en Rosario hacia 1930, cuando las partidas de naipe de don Pedro Mendoza, y luego las de Gastaldi, que se realizaban encima del restaurante El Nacional, congregaban a los fanáticos del juego. Menos legendarias pero más remunerativas para ciertas instituciones fueron las épocas gloriosas del jefe de policía Arriola, en 1948: permitió que los clubes montaran sus propias salas de juego, desde octubre a diciembre. A partir de esa insólita iniciativa, el Círculo Italiano inauguró una mesa de ruleta y otra de monte criollo, con banca; el Centro Catalán y el Centro Italiano se limitaron exclusivamente al monte criollo: por último, el Jockey Club incorporó el sofisticado chemin de fer, un pasatiempo favorito para los adictos del Casino de Montecarlo.

Cuando la prohibición se desplomó sobre las mesas de juego, al sancionarse la ley 4444, en 1953 las estratagemas para esquivar las incursiones policiales se hicieron sutiles, elaboradas: paralelamente a las coimas que depositaban sobre algunos escritorios de las seccionales, los popes del juego prohibido sancionaron su propio reglamento de partidas:

Partidas pesadas: se realizan en clubes, con socios de capacidad adquisitiva. En algunas comunidades, interviene un pequero (un profesional que conoce las trampas del juego, desde las cartas marcadas, hasta los dados cargados). Los juegos preferidos, en estos casos, son el pase inglés, el poker y el ferrocarril.

Partidas organizadas: las organiza un explotador, que busca los candidatos, durante la semana, para llevarla a cabo un día determinado. Cobra una chispa, es decir, un porcentaje sobre cada jugada. Estas partidas están generalmente presididas por un capitalista que, de día, se ocupa de recibir apuestas, y de noche, opta por trasladarse al lugar de la partida (preferentemente en zona rural). El traslado sin excepción, lo realiza en taxi.

Partidas arriesgadas: poseen la misma estructura que las organizadas; sin embargo, de la chispa se extrae un porcentaje mayor para arreglar" al funcionario policial que garantiza una partida sin sobresaltos.

Partidas relámpago: son organizadas por personas que, reunidas en un café, o en un bar, deciden trasladarse a casa de un amigo, sin la intervención del explotador.


La bolsa o la vida "El peligro no es únicamente la policía —proclama un veterano de las mesas clandestinas de poker y de pase inglés—; también están los mexicanos, mucho más peligrosos que los propios funcionarios policiales: son absolutamente insobornables". Los que se arriesgan a jugar por dinero, en alguna mesa clandestina, se someten indirectamente, a un peligro de derivaciones insospechadas: que un grupo de asaltantes (mexicanos, en la jerga de los jugadores) los desvalije, sin posibilidad de recuperar el dinero y objetos robados. "Siempre hay algún alcahuete que pasa el dato de la partida —explica irritado—; desde luego, los ladrones se encargan de adornarlo bien. El caso más famoso se produjo hace algunos años en Casilda, durante una partida de monte criollo: cuando llegaron los asaltantes, pusieron en fila a los jugadores, sin dejar de apuntarlos con las armas, y pasaron el sombrero para que depositasen los valores. Al llegarle el turno a AM., se negó a quitase un anillo de platino, por tenerlo muy apretado: ante la amenaza de que le cortaran el dedo, el anillo salió casi sin esfuerzo".

Semejantes imprevistos no suceden, desde luego, en los clubes donde el juego clandestino es practicado sin interrupciones por parte de asaltantes; no obstante, la policía, en varias oportunidades, ha irrumpido en salas de juego privadas, arrasando con los jugadores y con las apuestas. Para Mario Ramón Ayup, la crónica policial no deja de ser reiterada: en el Club Refinería se realizó un procedimiento, por violación de la ley 4444, donde se detuvieron a 15 personas y se secuestraron 50 mil pesos en efectivo; en el Club Calzada se comprobó la existencia de pollas de futbol, quiniela y rifas no autorizadas: la comisión directiva fue expulsada en el acto. Pero pocos escándalos se desataron sobre la ciudad como el que protagonizó el Club del Progreso, a partir d& una denuncia del insobornable Agustín Fouché Rodríguez Araya: en su recinto existía nada menos que un garito de punto y banca. El diario La Capital en su edición del 19 de noviembre de 1968, reproducía la denuncia del candidato a la presidencia de la Nación: '... con precisión de detalles, sin escándalos, me apersoné a la Jefatura de Policía, denunciando un hecho insólito: en el Club del Progreso se jugaba al ferrocarril. Al tratar de intervenir el jefe de Leyes Especiales y el comisario de la sección tercera, un sujeto apellidado Cudé paralizaba todo procedimiento arguyendo que tenía autorización del jefe de policía de la provincia".

Paradójicamente, la denuncia de Rodríguez Araya tuvo resultados limitados: poco después, durante una incursión que realizó Ayup al Club del Progreso, sorprendió al presidente y a algunos amigos cometiendo una nueva infracción. "Todo esto demuestra un hecho contundente —explica Ayup, con resignación—: el juego prohibido es muy dificil de combatir. A lo sumo, se podrá impedir que crezca alarmantemente". A pesar de las cifras algo abultadas que arrojan los positivos (pruebas encontradas por la policía), que en el mes de noviembre de 1968 sumaron 89 casos distintos y 500 detenciones, el escepticismo parece invadir a los que operan al margen de la ley. 'El juego es vital para un ochenta por ciento de la población: no puede vivir sin tensar a la fortuna, sin el sueño de convertirse, de la noche a la mañana, en millonarios". La voz pausada de R.T, un quinielero con 27 años de profesión, parece resumir el sentimiento de toda una ciudad que, tarde o temprano, optará por algunas de las formas de lo ilegal. "Las persecuciones policiales no tienen sentido —agrega—: hasta el momento, sólo han logrado aumentar el juego prohibido. Y mucho menos, todavía, las denuncias, como las de Rodríguez Araya; después de todo, no sé por qué arma tanto escándalo: hace poco se ganó medio millón de pesos con el 506 ala cabeza".

11 La nota incluye en recuadro una entrevista con "el doctor Gasparrr, director de la Escuela de Psicología Social de Rosario, "para analizar la conducta del jugador (N. del E.).




Fuente: Extraído del Libro “ BOON la revista de Rosario” - Antología . La Chicago Editora. 2013.



miércoles, 19 de mayo de 2021

La Rambla del Saladillo





 por Juan Carlos Caminos.


Populosas piletas y del arroyo Saladillo en Rosario, construidas durante el segundo gobierno de Perón. Se hallaban inmediatamente después de las también concurridas y muy pintorescas Quebradas, y sobre la curva de la calle Lucero, a metros de la Mandarina, o mejor dicho, el monumento a Eva Duarte de Perón. Multitudes de familias y jóvenes concurrían a este paseo balneario que aprovechaba el paso del arroyo en su carrera hacia el Paraná. Tenía vestuarios masculinos y femeninos, casilleros para la ropa, un importante buffet y daban la “chapita”, esa especie de salvoconducto piletero que uno se colgaba en la malla y a la vista de los bañeros. El viejo supo llevarnos de chicos. Tan de chicos que era la época del gorro de goma obligatorio para las mujeres. Una anécdota famosa de nuestras juventudes, era la charla de tres aparatos rosarinos acerca del origen del peronismo. “¿Quién inventó el peronismo?” preguntó uno. “¡Perón!” le contestaron a coro los otros dos. “¡¡Que Perón, ni que Perón!! ¡¡Fuimos YO y dos vagos más, con el agua hasta acá (seña en la pera) en las piletas del Saladillo!!” El paso del tiempo fue deteriorando las instalaciones de este espacio municipal. Quizás algunas malas administraciones de la vieja Rambla, la precipitaron a un abandono terminal. Se solían hacer algunas reuniones políticas que terminaban con alguna parrillada. En 1975 los amigos de Saladillo, de la “Isleta” para ser más precisos, organizaron la despedida de soltero de un compañero que se casaba al otro día. Gratarola consiguieron la Rambla. En los parrilleros, que eran muy grandes, los expertos cocineros del barrio prepararon una “amarilleada”. Cientos de amarillitos asándose en hileras. Un verdadero espectáculo. Cuando se los daba vuelta, se les agregaba una salsa picante con tomates. ¡Que sabroso pescado y que manera de prepararlos! Todo fue una maravilla, pero al terminar no sabíamos que se iba a iniciar, al menos para cinco de nosotros, una larga noche. Al terminar la reunión nos vamos con el novio y varios más en su Citroen 3CV. Tomamos Lucero hasta Caseros y doblamos (en ese tiempo era mano) como para tomar Tupungato. No llegamos. En forma sorpresiva un cerrojo policial nos cortó el paso. Eran como tres móviles y el nutrido personal de “operaciones” estaba muy “enfierrado”. Nos hicieron bajar del auto y nos pusieron cara a la pared con los brazos extendidos hacia adelante y con el dedo índice de cada mano apoyado contra la pared. Las piernas separadas y sin hablar. Un cana, gratuitamente y muy consustanciado, fue pasando y uno a uno le pegaba un culatazo con el fusil en los tobillos. En fila india nos llevaron a la comisaría de la trece (once, a posteriori), que está a dos cuadras. No preguntamos nada porque eran tiempos bravos y nosotros andábamos en política, así que un operativo no era raro. Pero igual nos llamaba la atención. Estando en la guardia esperando por averiguación de antecedentes, más una libretita de “anotaciones” que le encontraron a uno de los nuestros, solitos nos dimos cuenta de que se trataba. ¡Era la madrugada del 22 de agosto! Aniversario de la masacre de Trelew, fecha conmemorada por los grupos guerrilleros con todo tipo de acción. Por lo tanto había controles, rastrillos y cerrojos en todo el país. ¡Pero nosotros cinco, en un Citroen y a la salida de una comilona que seguramente habían estado vigilanteando! Obviamente estaban justificando el operativo con unos “perejiles” fáciles y para nada en “esa joda”, como nosotros. Se ve que no todos los policías pensaban en hacer mérito con nosotros. Tiempo después y antes que se desencadenaran los terribles acontecimientos del 24 de marzo del `76, en un colectivo de línea me encuentro con un cana raso de la “13” que estaba de guardia esa noche. Al reconocerme se acercó y me dijo que el no había tenido nada que ver con la detención de “la Rambla” y, es más, hasta le caían simpáticos los “guerrilleros”. El hombre se estaba cuidando, equivocadamente, conmigo. Le aseguré y reaseguré que no teníamos nada que ver con eso, y una suerte de paz inundó su rostro. ¡Qué épocas! De la encanada, terminó todo bien al otro día. Apareció el viejo rastreándome por la seccional ante mi ausencia y el aviso de mi mujer. Al tomar estado público las detenciones, el trámite se aceleró y en horas salimos todos. Salvo una incomodidad, todo fue tranquilo. En medio de la noche, en la larga espera en la guardia, a uno de los nuestros se le ocurre decir fuerte “¡hasta cuando vamos a esperar, yo tengo que ir a trabajar, viejo!” A lo que el oficial le respondió “¿así que vos tenés que ir a trabajar? Bueno, pero antes ¡todos al calabozo, mierda!” 

Juan Carlos Caminos 

 

Foto: Pintura de Ambrosio Gatti 

editada por José Straatman

Fuente: 

VIÑETAS ARGENTINAS – Editorial Emiliano

https://juanuno.wordpress.com/author/juanuno/page/153/

martes, 18 de mayo de 2021

El barrio de todos barrios (Saladillo)




Por  Dr. Saúl "Coco" Fuks


Acerca de.... mil

El Saladillo, gracias al “arroyo” que separaba al Pueblo Nuevo de la Ciudad  que fabricaba las “quebradas”, los “baños”; barrio crecido alrededor de “la carne”: puertos, mataderos, frigorifico, rio, y  de todas las culturas del mundo que se olían en las calles!


¿Que sabía hacer mi abuelo? trabajar…. alli fue “al Swift”… con sus ingleses inventando countries privados con canchas de golf… con sus criollos generosos, con los marineros de puertos lejanos. ¿Que sabia hacer mi abuela? dar de comer! y puso una fonda donde todos esos mundos comían de “Doña Sara”, mientras ltoda la parentela llegaba llamada por la posibilidad de trabajo…. y se fueron instalando en El Saladillo unos cerca de los otros… La tia Berta y su Tienda, mis padres con su Bazar Tito, los otros viviendo mas lejos o mas cerca pero conectados al barrio por hilos que no se veian ,pero que se reconocian cada domingo en las reuniones familiares.


Mi hermano tuvo el honor de recibir un sobrenombre que dió nombre al “negocio” que a  su vez le dio nombre a mi padre… mi papa termino siendo “Don Tito” porque el Bazar se llamo Tito por mi hermano… como para creer en la esencia de los nombres!!!. Lo que se “cifra en el nombre ” son los mundos sociales que lo utilizan para contar historias!!!


Alli nací -en todos los sentidos- y tambien fui llamado tanto por nombres que homenajeaban a muertos importantes para la tradición  como siendo llamado por la partera que me invento:”coco”.


Cuentan las historias que nunca fui tranquilo ni obediente y que siempre iba mas alla!


… a la Quebrada, al Montaraz!!, a las vias del tren… a las historias de ciencia ficción descubiertas en “Mas Alla”, al Cine Diana…




Cuando mi madre trabajaba de sol a sol atendiendo el negocio, mientras mi padre viajaba para vender,  una familia vecina de correntinos pobres me criaban y aun recuerdo el recuerdo frabricado de la prostituta que funcionaba como niñera y ama de leche… me gusta esa historia que me despega una vez mas, de lo convencional y me construye como aventurero..


que es un “aventurero”? un nomade a quien no solamente gusta de la aventura sino que  es alguien que intuye que siempre hay algo mas allà, y no puede quedarse quieto ante esa intuición; la curiosidad y el ansia de saber lo mantiene en movimiento.


o como la historia que dice que me encontraron cuando tenia dos años a varias cuadras de mi casa porque “habia ido a pedir trabajo al firorifero”…


o aquella vez que mi madre dramatizando su imposibilidad de controlarme me ato como si fuera un perro con collar y todo y yo… asumiendo hasta las últimas consecuencias el desafío comence a ladrar y morder a la gente que se acercaba …. hasta que logre la libertad como humano!!!


En ese mundo increible descubri la lectura, la musica, las redes entre culturas diferentes, la sorpresa de descubrir que TODO puede hacerse de muchas maneras diferentes; saber que cada persona es un tesoro de historias que nos traen mundos, vidas, sabidurias…


Pagina Web: http://cocofuks.net/WP/?page_id=2 

Entrevista al Dr. Saúl "Coco" Fuks

http://www.unr.edu.ar/noticia/4269/entrevista-al-dr-saul-quotcocoquot-fuks


http://www.taosinstitute.net/saul-coco-fuks