Escudo de la ciudad

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El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

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lunes, 3 de mayo de 2021

Miguel Ignomiriello: la casa en orden

 

Por Jorge Brisaboa


Miguel Ubaldo Ignomiriello fue contratado por Adolfo Boerio para ordenar las divisiones inferiores. A los tres meses, ya estaba ordenando todo el fútbol de Central y dirigiendo la primera división.

"En marzo del 67 fui el primero que estableció la doble jornada de trabajo" se jacta Ignomiriello, con la que Menotti —que había retornado como jugador— "no estuvo de acuerdo y decidió irse". Además fue "el primero" —se ufana— en implantar una serie de tareas para que Central, "un club grande con alma de aficionado cuando yo llegué, fuera un club profesional".

Y a la doble jornada agrega: "el riego por aspersión en la cancha", "el acondicionamiento físico básico (léase pretemporada) en La Cumbre", "la creación de un departamento de fútbol", "el arrendamiento de la cancha de Argentino para practicar, arreglando los vestuarios y la utilería", "el reacondicionamiento de los vestuarios en Central". Y más. En todo, este platense que venía de un largo trabajo en las inferiores de Estudiantes y uno corto en Platense, intentó ser primero

-¿Si vino para dirigir las inferiores, por qué se hizo cargo de la primera?

Yo no quería. Cuando José Minni renunció como técnico Boerio me consultó y le propuse tres nombres: Renato Cesarmni, Alejandro Scopelli y el uruguayo Enrique Fernández Viola que había sido campeón con el Real Madrid. Cesarmni y Scopelli no podían venir, y Fernández Viola bajó a Buenos Aires para ver un partido de Central y cuando terminó me dijo: "Yo a este equipo no lo puedo dirigir, le faltan buenos valores". Entonces Boerio insistió y me hice cargo.

Boerio lo bancaba pero otros dirigentes lo resistían...

Claro, porque en Central el equipo lo formaban los dirigentes. Los viernes a la noche se reunían y votaban para resolver quiénes jugaban. Por esto, mientras conducía las inferiores, tuve una fuerte discusión con Rodríguez Araya. Y le dije: si algún día dirijo, al equipo lo armo yo.

Finalmente, Ignomiriello asumió la conducción técnica de la primera. Ya le había dado forma al departamento de fútbol de los juveniles trayendo al club —desde Newell's— a Francisco "Pancho" Erausquin. Ahora, llegaría el momento de provocar los cambios con los profesionales.

-¿Qué fue lo que cambió?

Todo. Empecé con la doble jornada y la concentración antes de los partidos. Pensar que Menotti no estaba de acuerdo y se fue, y después cuando fue técnico de la selección en el 78 tuvo al equipo seis meses concentrado con doble jornada de labor.

-¿ Usted lo borró a Menotti?

No, a él no le gustaba cómo trabajábamos, tampoco que hiciéramos manejo de pelota con tres pelotas, primero una de tenis, luego una de goma y después la número cinco. Luego de un partido con Ferro, en el 67, le di descanso. Jugábamos contra Newell's, y le ganamos 1 a O con gol de Bielli. Al otro día vino un directivo: Menotti

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se quiere ir. Hablé con él y se fue a Estados Unidos.

De todas formas, las ideas futbolísticás de Menotti no coincidirían con las suyas...

Hay que ubicarse en la época. Yo tomé un equipo vencido, que estaba en los últimos lugares de la tabla, indisciplinado. Tuve que cambiar toda una mentalidad. —¿Y qué hizo?

Armé un departamento de fútbol. Además del preparador físico Carlos Cancela, integré aun odontólogo, Mario Ghione, saqué un aviso en el diario pidiendo un secretario administrativo' con experiencia, buena caligrafía y redacción propia: se presentaron 28, seleccioné cinco y después elegí a Fernando Teijeira para que manejara el área y armara una carpeta con los datos de cada jugador. Y lo insólito fue lo que me pasó con los médicos. Tenía dos profesionales de renombre, pero no venían alas prácticas, los jugadores se lesionaban y había que llevarlos a sus consultorios. Hasta que se armó un lío bárbaro con Casares...

¡Qué jugador ese Casares..!, ¡qué calidad que tenía para salir jugando desde el áreal...

Espere que le cuente. Casares tenía una lesión y los médicos de Rosario decían que no podía jugar. Entonces me lo llevo a Buenos Aires para que lo vea el doctor Barbieri, un médico de Agremiados muy prestigioso. Barbieri dice que tiene un dolor residual y que puede jugar. Pero los médicos del club le insistieron enque si entraba este partido y jugaba lesionado podía llegar a no jugar más. Conclusión: entró y a los diez minutos se retiró de la cancha, y me dejó con uno menos. Fue contra Gimnasia y perdimos 3 a 1. Cuando volví, Boerio me comentó que sus pares de la comisión me querían echar pero que él me respaldaba. Logré entonces hacer una selección para contratar un médico que estuviera todo el día con el plantel, y así surgió José Somenzini. Y para las inferiores contratamos a Francisco Aparicio.

La idea que da Ignomiriello es la del orden, los cambios estructurales para que el ámbito fuera más propicio a la práctica del fútbol. Un detallista. "Si hasta tuve que hacer arreglos en los vestuarios para evitar que durante una charla en el entretiempo de un partido los policías pasaran delante nuestro porque no tenían otro lugar para ir a orinar". Pero, ¿y el fútbol?, ¿y la pelota?, ¿y los jugadores?

Hablaba de Casares... ¿por qué lo borró?

No era un buen profesional, por ahí se iba a Santiago del Estero, desaparecía... —Pero usted cambió la fonna de jugar, desapareció el fútbol de toque, lindó... —Insisto, hay que ubicarse en la época, en cómo estaba Central. Atrás lo puse a

Pascuttini en lugar de Casares, y estaba Messiano que lo hacía ir sobre el nueve rival. Un lateral lo marcaba el uruguayo González y el otro Sessana. En el arco estaba Andrada. En el medio Carlos Timoteo (Griguol) era el patrón del equipo, sin manejo pero fuerte, de marca; a Ricardo Palma lo puse como lanzador y a Bielli como conductor. Y adelante busqué dos punteros veloces, Gennoni y Giribet, y de centrodelantero ubiqué a Aldo Pedro (Poy) que se tiraba atrás, a los costados, no era un nueve de punta. La gente lo resistía...

-Armó un equipo para el contragolpe...

Sí, pero fue por necesidad. Y nos dio resultado. Para el contragolpe, llegando con velocidad por las puntas y tirando el centro al segundo palo, o para buscar el fhul cerca del área que permitiera que Griguol, Pascuttini y Messano fueran a cabecear.

Y también lo tuvo al "Chango" Gramnajo...

Sí, vino de Santiago y lo fuimos llevando de a poco hasta que debutó en primera. Un gran goleador.

Miguel Ubaldo Ignomiriello. Nació en La Plata el 11 de junio de 1927. En el 67 llegó a Rosario, debió irse en el 69 tras la renuncia de Boerio ("siempre me respaldó y un día dije que cuando él se fuera yo también me iría porque otros dirigentes no me querían").

Ordenó el fútbol de Central de la cancha para afuera, lo cambió adentro. "Rompimos con el toque corto, con el dribbling", dice y aporta una referencia histórica de su revisionismo: "con el ferrocarril llegaron dos corrientes inmigratorias, la de Escocia y la de Londres, en Rosario desembarcaron los escoceses cuyo fútbol era el del toque corto y la gambeta; y en Buenos Aires, los de Londres que traían el juego del fondo y centro atrás. Por eso a los rosarinos les gusta el toque corto".

Paradójicamente, la ruptura histórica estimulada por Ignomiriello acercó al club a la lucha por los títulos. Como buen adicto a los números, recuerda que "en el 68 igualamos un récord de River, terminamos invicto y sin un gol en contra en nuestra cancha", y que "el desarrollo de las inferiores se vio en el 71, cuando en el plantel del equipo campeón 24 de los 27 jugadores habían surgido en el club".

Pese a esto, y a todo, Miguel Ignomiriello está convencido de que en Rosario, yen Central, no le reconocen lo que hizo.


Fuente: Artículo Publicado en el libro “ De Rosario y de Central , Autor: Jorge Brisaboa Impreso en Noviembre 1996 por la Editorial Homo Sapiens.