La leyenda de Pichincha
está, en esencia, íntimamente ligada a la fama de este prostíbulo, que tipificó,
en cierta medida, la mala vida rosarina existente hasta muy entrada la década
del 30, cuando se derrumba el poder de los rufianes y sus asociaciones. No es
de extrañar entonces que sobre el lugar y sobre su responsable femenina, se
hayan escrito cosas como ésta, que apareció en Rosario Gráfico, en abril de 1932:
"Fingida o real, local o internacional, Madame Safo es la mujer de más aureola
con que cuenta Rosario, la que
primero martillea en la memoria al desembarcar por Súnchales. . .Y ella
quedará, como no ha quedado todavía ninguna "artista, ningún literato,
ningún hombre de negocios. En Retiro, los familiares que viajan con destino a
Rosario soplan al oído de éstos frases de sonoridad voluptuosa: ¡Cuidado con la Safo! ¿Van a visitar a la Safo?".
Un olvidado y acaso olvidable novelista,
José Ma ría de Pedrera, menciona un dato que también marca la fama de aquel prostíbulo y su madama-. "Cuando a la ciudad llegaba alguna
persona destacada en política, literatura, ciencia o en cualquier otra
actividad, a quien hubiera de atenderse u homenajearse, era el quilombo el
lugar del agasajo; en el salón principal, algunos de los cuales estaban decorados
con refinamiento y lujo, se le tendían las mesas en banquetes o vinos de honor.
. ."
El Madame Safo, a cuyo frente se
encontraba un probable testaferro de apellido Malatesta y su mujer. Incluía en
su plantel a unas 15 a 20 mujeres, la mayor parte Jóvenes, de muy cuidada apariencia y vestuario, que condecía
con algunas de las habitaciones, tapizadas con alfombras, y paredes y techo
con espejos. El local, donde actualmente sobrevive un hotel alojamiento por
horas llamado Ideal sigue incitando la curiosidad de muchos rosarinos que acuden a sus
servicios por el placer sexual pero también por el ver cómo era aquel paraíso
prostibulario de hace medio siglo, que se mantuvo -en dos habitaciones- con el
mismo decorado de su época de esplendor, aunque algo ajado por el paso de los
años.
La
década del 20 encontró a los prostíbulos instalados sólidamente en su barrio
definitivo. La gran depresión mundial, consecuencia de la postguerra, se hizo
sentir también en el país y en la ciudad portuaria y comercial, y no
faltaron, en un período en el que se sucedieron casi ininterrumpidamente la Semana Trágica, las huelgas de
La Forestal
y Las Palmas y las matanzas de la
Patagonia, episodios y enfrentamientos de dramaticidad en
Rosario. Junto a otros que -en cambio- terminaron por ser casi una grotesca
tragicomedia como la toma del Palacio Municipal, el lunes de Carnaval de 1921,
por diecinueve jóvenes estudiantes y algunos obreros, que enarbolaron el forro
rojo de un abrigo en lugar déla bandera nacional, "depusieron" al Intendente
Municipal y eliminaron los impuestos, convirtiendo a la ciudad, durante una
hora y media, en un "Estado Rojo". Que culminó con la llegada de
soldados del Regimiento 11 de Infantería que se los llevaron detenidos sin
mayores miramientos ni pedido de explicaciones.
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta Fascículo
Nº 8 de Diciembre 1990. Autor: Rafael Ielpi