Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

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miércoles, 28 de abril de 2021

La ciudad oculta



Por Osvaldo Agüirre


Roque Lorenzatti (26), empleado de comercio, aceptó su error: mientras pagaba los mil pesos de la apuesta, reconocía entre sonriente y malhumorado, su escasa capacidad de observación. ',Cómo es posible —se lamentó— que pasando por aquí tres veces al día no me haya dado cuenta antes?" En efecto: una rara ventana que corona los altos del edificio de Córdoba 809, y que puede avistarse mientras se camina desde Maipú hacia el río recorta nítidamente un pedazo de cielo, es decir, no cumple función alguna.

Como esa insospechada e inútil ventana, motivo de una apuesta, son numerosas las rarezas que escapan a la vista del caminante de las calles céntricas. Para Ana María Ferrari (16), estudiante secundaria, el fenómeno no tiene explicación. Yo no entiendo —afirma—, no alcanzo a darme cuenta cómo la gente puede ignorar las cosas más desconcertantes y hermosas de la ciudad". Ella es, por supuesto, una fervorosa coleccionista de absurdos edilicios y rarezas de las calles y recovecos de Rosario. Pero el hombre de la calle, el que transita normalmente por el centro comercial, no tiene tiempo para tales aficiones: los trabajos absorben su atención y lo protegen de distracciones superficiales. Otro tanto sucede, sin duda, con señoras y señoritas que deambulan por boutiques y grandes tiendas, entregadas fervorosamente a la tarea de comprar. Naturalmente, los que reservan su tiempo para la contemplación, son los menos. Ellos, como Ana María Ferrari, pueden enumerar objetos e insospechadas construcciones, que por lo general se encuentran ubicadas a no menos de diez metros del nivel de la calle.

De estas extrañas especies, tal vez sean las más conocidas la veintena de mástiles que adornan el frente de Los Gobelinos, o los largos y pesados faroles que cuelgan de cadenas a lo largo de las paredes del Palacio Fuentes. Pero hay detalles mucho más sutiles, que escapan al observador común, y que se brindan a los iniciados en el oficio de contempladores: el declive que existe en calle Córdoba, entre bulevar Oroño y Balcarce, por ejemplo, o la inesperada puerta de cinco metros de alto que defiende su lugar entre dos negocios, en Córdoba 923. Y hay muchas otras puertas y ventanas especialmente notables, que suelen pasar inadvertidas, como sucede incluso con casas y mansiones del más puro art nouveau, o con fachadas que mantienen su simple pero incuestionable estilo colonial, como la que perdura en Urquiza 1076.

Mezcla de estilos y extraños resultados 

La mezcla de diversas influencias parece signar, incuestionablemente, la arquitectura de Rosario' —afirma el arquitecto Alberto Santanera (30) Según este profesional, la superposición de diferentes épocas y escuelas se sintetiza, con alarmante frecuencia, en un solo edificio. 'Tal es el caso del Hotel Litoral —agrega el arquitecto José María Marchetti (30) en la esquina de Urquiza y Sarmiento—. Su amplia mole de tresplantas soporta el embate de los años, y ostenta una larga pérgola o galería, prácticamente desconocida para el peatón desprevenido". En este caso, parece no haber dudas sobre la bastardía del estilo. 'Por otra parte —sugiere don Hilarión Hernández Larguía, arquitecto (75)—, sus obvias contradicciones permiten suponer una construcción en varias etapas, así como la posibilidad de refacciones posteriores que contribuyeron generosamente a la hibridez actual de sus fachadas".

En medio del desorden, sin embargo, algunas exquisiteces satisfacen los gustos de Alberto Santanera: el descubrimiento —por ejemplo— de varias banderolas con dibujos en óvalos, olvidadas en la planta alta del local que ocupa la discoteca Baltazar, en Rioja al 1300, y que recuerdan, por su tratamiento, a similares trabajos en carpintería que Gaudí —autor de la inconclusa Iglesia de la Sagrada Familia— efectuaba en sus obras de Barcelona.

No menos asombrosos son los esplendores del gran edificio que ocupa una de las esquinas de Entre Ríos y Santa Fe, puestos en evidencia por recientes operaciones de blanqueado: su origen es anterior, sin duda, a 1920 y se reconoce en él un claro estilo español de principios de siglo. 'La obra es fruto de los desvelos de un arquitecto oriundo de la península —informó don Joaquín García Arguelles (65)— que no revalidó su título pero que dejó aquí algunos edificios admirables, don Francisco Roca". Uno de los detalles sobresalientes de la construcción —que alberga a unos cuantos comercios, a la Sociedad Española de Socorros Mutuos y a varias decenas de inquilinos— son los emblemas, y mayólicas y escudos que adornan el frente, sólo conocidos por muy pocos rosarinos.

También son muy pocos los avisados de la existencia de una pérgola que señorea en los altos de la tienda La Favorita, pero Celestina T de Sarthou (64) recuerda la notoriedad del lugar, en la década del 30, 'cuando las señoritas elegantes lo frecuentaban para disfrutar de un buen té con leche y de las melodías de un violinista que enriquecía la intimidad de los atardeceres estivales". La evocación incluye clases de danza y zapateo que se dictaban en los mismos salones, ocupados hoy por las oficinas de crédito y la contaduría de la tienda.

Las dos excepcionales plantas altas de Rioja 1316 confirman las observaciones de Marchetti y Santanera: el esmerado trabajo de frente en columnatas y arcos raramente ad [sic] tura italiana. El volumen que sobresale de la fachada recuerda, por otro lado, cierta concepción de los ingleses. En este caso, la escala utilizada sería una prueba de la preponderancia de los italianos en la combinación de elementos.

Otro tanto sucede con la rareza de un edificio situado en Rioja 1073, sobre la Botica de la Cueva. En los tres pisos superiores una extraña combinación unifica criterios de un estilo inglés —el tratamiento de pilastras con ladrillos vistos— y otro italiano —ventanas rectangulares, puertas en arco y distintos trabajos de guardas—.

Una ciudad extraña acecha al peatón apresurado, urgido por las exigencias de la rutina. Pero unos instantes de detenimiento pueden devolverle a los placeres antiguos y elementales de la retina: la ciudad entrega entonces sus misterios, como si el flamante observador fuera ya un antiguo miembro del clan de los contempladores.


Fuente: Extraído del Libro “ BOON la revista de Rosario” - Antología . La Chicago Editora. 2013.