Un gran
río te ciñe de rojizas barrancas,
por donde
grandes buques hallan tus puertas francas.
Pero si
aquél es sobrio, grave, fiero, orgulloso, otro pequeño y fino te sirve de
reposo.
Y, como si
quisieran que añoren tu frescura, se encapricha y se seca, si le da la locura.
Asi,
pequeño y todo, se da el lujo de darte bosquecillos de sauce; esto para
alegrarte.
En
festivas mañanas, bellos adolescentes vuelan sobre canoas livianas,
imprudentes,
y sus
camisas blancas contrastan con el verde césped de las orillas que en el agua se
pierde.
Bajo el
golpe del remo, corta, el agua la quilla
y tiemblan
las canoas suspensas en la orilla.
Empleados,
estudiantes de pesada semana remando alegremente se pasan la mañana.
Pintoresco,
repleto, va llegando el tranvía donde vienen familias a pasar el día.
Bajo los
verdes sauces tienden blancos manteles y sacan de sus cestas botellas y
papeles.
Toman
mate, se acuestan para dormir la siesta, que duermen si el vecino pic-nic no
los molesta.
¡Algazara
de obreros, empleados, costureras juveniles, alegres, bulliciosas, parleras!
Cuando la
noche llega los tranvías no alcanzan para tantos, y a saltos, a su encuentro se
lanzan. Tímidas, las mujeres, se quedan rezagadas y esperando su turno
conversan agrupadas.
Requiebros
maliciosos las suelta el muchachote que va en la plataforma, y ellas le ponen
mote. Lloran los chiquitines, somnolientos, cansados, y los padres los cargan,
contentos, resignados.
Y la masa
flotante, planchada, dominguera, no se acuerda que él lunes de trabajo la
espera.
ALFONSINA ST0RNI
Seis
cantos a Rosario, editado por la Biblioteca Argentina,
dirección de José Guillermo Bertotto, Rosario, 1949.
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta Fascículo
Nº 15 . De Julio 1991. Autores: Sandra
A: Bembo – Nelly I. Sander de Foster – Marisa Rocha