Es difícil que en la
zona de barrio Azcuénaga la gente de edad no recuerde la figura de El Abuelo. De baja estatura, noble rostro, vivió más de 90 años en una casa
cedida generosamente por la familia Renom, en Mendoza al 5100, con salida por
los fondos hacia el Club Libertad, donde desarrollaría,
por años, una acción de proselitismo ideológico cultural inclaudicable.
Con datos de identificación
desconocidos (su apellido era al parecer Alonso), había sido militante ácrata,
con funciones para la
Primera Internacional de Trabajadores en distintos lugares
del mundo. Había nacido en Málaga, de oficio albañil .fue compañero del
maestro Francisco Ferrer, fusilado en España, y
conoció car celes en distintos
países, incluida una larga reclusión en África. Llegó a la Argentina en tarea
militante y se radicó en Rosario, enamorado de la ciudad donde concluirían sus
peregrinaciones.
Simpático, bondadoso,
querido por el vecindario, se lo veía detenerse con algún vecino y leerle y explicarle párrafos de
libros de amarillentas páginas, ajadas por el uso: el Quijote, textos de Elíseo Reclus, Emilio Zola, Kropotkine o el periódico anarquista La Protesta. Esa labor
de incentivación cultural fue de real importancia y de no despreciables
frutos. Mucha gente de la zona le agradece hoy su interés por la
lectura, el conocimiento de libros y autores, la interpretación de los
hechos de la historia, el amor a la naturaleza, la inquietud por la ciencia, el
valor de la inteligencia humana, la necesidad del estudio, el amor al semejante
y la defensa de las libertades individuales...-
Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta Fascículo Nº 18 . De Enero 1992. Autor: Alberto Campazas