Escultora,
nacida en Tucumán el 22 de abril de 1867. Fue su padrino de bautismo
Nicolás Avellaneda, más tarde Presidente de la República. Era
una niña cuando perdió a sus padres, pero sus condiciones
comenzaban a destacarla y cultivó la pintura hasta que el gobierno
provincial le otorgó una beca para continuar sus estudios en
Buenos Aires. Allí logró nueva ayuda oficial destinada a
solventar su perfeccionamiento en Europa, adonde viajó en 1897, con
treinta años de edad, munida de cartas de recomendación
para el Ministro argentino en Roma. Un tiempo después el
general Roca intercedía para que se le prolongara la
subvención, dada u
la
provechosa labor que estaba cumpliendo". La
permanencia en Roma influyó de manera decisiva en su
orientación: dejó la pintura por la escultura. Estudió con
los maestros Barbella y Monte-verde, y pronto instaló en Roma su
taller visitado por personalidades como la reina Margarita y el
general Roca. Se había casado con el pintor argentino Luis H.
Hernández, pero su matrimonio fracasó. Tenía ya renombre
continental y ganó un concurso internacional realizado en
San Pe-tersburgo, Rusia, pero le exigieron **que debería tomar
la ciudadanía de ese país renunciando a la argentina".
Eran las condiciones para firmar el contrato. Pero ella
se negó rotundamente u prefirió perder esa brillante
oportunidad para su carrera artística. Los
bocetos de la obra fueron traídos a Buenos Aires y aceptados
por la Municipalidad, que autorizó la construcción del
basamento de la fuente de las Nereidas en el Paseo de
Julio. Las figuras fueron ejecutadas en Europa y la obra
inaugurada
en 1903.
Los
desnudos femeninos originaron una campana contra la fuente, que
fue trasladada a la Costanera, en ese tiempo desierta. La vida y
obra de Lola Mora eran objeto de permanente crítica, pero ella
continuaba trabajando. En 1904 hizo dos altorre-lievespara un
edificio de Buenos Aires, ubicados después en la Casa de
Tucumán, ciudad donde también se encuentra su gran estatua de
La Libertad, además de numerosas obras (las realizadas para el
fallido monumento a la Bandera en Rosario) diseminadas por
muchos lugares del país. Su idealismo e imaginación la hicieron
emprender proyectos destinados al fracaso, como exploraciones
mineras
en Salta. Volvió a Buenos Aires con la razón perdida e
impedida de ganar su subsistencia. En 1935 quisieron reparar los
daños que le había inferido la vida y la incomprensión
de su tiempo, pidiéndose al Congreso "una modesta pensión
para la primera escultora argentina". Pero el proyecto llegó
tarde pues Lola Mora falleció poco después, el 7 de junio de 1936.
En 1977 sus restos fueron trasladados a Tucumán. (Diccionario
de Mujeres Argentinas, Lily
Sosa de Newton, editorial Plus Ultra, Bs. As. 1986.)
Los
subrayados pertenecen al autor de este trabajo.
Fuente:
Extraído de la Revista “ Rosario, Historias de aquí a la vuelta”.
Fascículo Nº 1 . Autor. Hector A. Sebastianelli. Abril 1991