La
fusta bajo el brazo
Por.
Ricardo Petunchi
Es una de las mayores glorias del turf
nacional. Muchas de sus hazañas ya son parte de la leyenda, pero
nadie olvidará jamás la tarde del 15 de diciembre de 1957, cuando
ganó las ocho carreras en el Hipódromo del parque Independencia.
Dejó de competir a los 69 años
Repitió el ritual de toda su vida. Montó a caballo, tomó las riendas y al paso enfiló hacia la pista. En las gateras acarició varias veces el pescuezo de Snow Gamble. Después, firme y sereno como siempre, desató un vendaval hasta el disco. Con 69 años, Angel Oscar Baratucci acababa de ganar su última carrera. El Hipódromo Independencia había sido testigo de una nueva hazaña. Fue un jockey incomparable, es una gloria del turf. Sus proezas emocionaron durante décadas a los amantes del deporte de los reyes y aún hoy despiertan admiración en el mundo.
Nació en Azul el 12 de mayo de l92lyalos 14 años empezó a correr. Su historia oficial en el turf comenzó a escribirse el 16 de septiembre de 1936: debutó en Santa Fe y entró tercero. Su relación con Rosario tuvo idas y vueltas; a los 19 años, después de participar en una competencia, lo invitaron a quedarse. Solo en la ciudad y con su familia lejos, vivió tiempos dificiles A la vez, comenzaron a llega las alegrías. Un sábado de 1937, con Náutico, lo su primera victoria en el Independencia. Sin embargo, la distancia de los suyos lo llevó a alejarse un tiempo; cuando regresó, fue para instalarse definitivamente. Ganó más de tres mil carreras, en una época en la que se corrían sólo ocho por semana; festejó 132 veces en un año. Y se dio otro gusto grande a los 67 años: montando a Liric, triunfó en San Isidro, escenario mayor. Se impuso en 25 estadísticas anuales, 20 de manera consecutiva. Entre sus actuaciones más recordadas aparece su coronación en el Gran Premio de Brasil, que se corrió en La Gavea. Participaron 25 de los mejores ejemplares de ese momento. Baratucci, con Solfeo, se quedó con el triunfo luego de una furiosa arremetida por los palos. Tercero entró otro jockey legendario, Irineo Leguisamo.
Después de la prueba, todavía sorprendido, Leguisamo le preguntó por qué había arriesgado su físico en esa atropellada. Pero ese era el estilo de Baratucci: se jugaba todo en cada atropellada, sin medir el peligro ni las consecuencias. "Me volvía loco correr adelante y siempre encaraba por adentro", dijo alguna vez.
En la historia del turf quedó guardada para siempre su mágica tarde del 15 de diciembre de 1957, cuando ganó las ocho carreras en el hipódromo rosarino. Una marca histórica que aún hoy se mantiene imbatible. Llevó al disco a Triquiñuela, Val, Maletín, Tour de Force, Eltondoc, Panamá, Ganador y Modelado. Fueron ocho, pero casi se queda en siete. Ese día, Baratucci tuvo que recurrir a un amigo para que convenciera a su padre de que le permitiese correr a Modelado, en la última. Lo hizo, y le abrió las puertas a la gloria. Ocho triunfos que son diez. Una semana después ganó las dos primeras, con Divorciado y Maglana.
En la historia del turf quedó guardada para siempre su mágica tarde del 15 de diciembre de 1957, cuando ganó las ocho carreras en el hipódromo rosarino. Una marca histórica que aún hoy se mantiene imbatible. Llevó al disco a Triquiñuela, Val, Maletín, Tour de Force, Eltondoc, Panamá, Ganador y Modelado. Fueron ocho, pero casi se queda en siete. Ese día, Baratucci tuvo que recurrir a un amigo para que convenciera a su padre de que le permitiese correr a Modelado, en la última. Lo hizo, y le abrió las puertas a la gloria. Ocho triunfos que son diez. Una semana después ganó las dos primeras, con Divorciado y Maglana.
En 1990, a los 69 años, tras una operación de cataratas y ante el firme pedido de su familia, dejó de correr. Pero fue sólo un espejismo: su historia y hazañas están intactas en cada uno de los rincones del hipódromo.
Fuente: Extraído de la Revista del diario “ La Capital de los 140 aniversarios” . De 2007