Nuestra provincia
se ha destacado por las múltiples e importantes
experiencias educativas llevadas a cabo a lo largo y ancho de la
misma, en distintos momentos históricos. Cuando se trata de
seleccionar alguna de ellas, aparece, sin dudas, la opinión
generalizada de que la obra de Rosa Ziperovich merece especialísima
atención.
Rosa Weinschelbaum
de Ziperovich. conocida en la docencia de nuestro medio como
Rosita. Rosa, o la Ziperovich*. como la llamábamos algunos
docentes antes de conocerla personalmente, ha llevado a cabo una
tarea docente y político-gremial que. por la influencia en el tiempo
y en el espacio, par la influencia que ha ejercido y por los
principios que la sostienen, bien puede servimos de modelo
instituyen te. de valioso paradigma en estos momentos de
cierto desasosiego por los que atraviesa la tarea docente.
La intención de
este trabajo no se reduce a la simple narración de anécdotas
valiosas, sino que intenta reflejar las convicciones que
permanentemente guiaron la tarea de Rosita.
Todo
su quehacer, profesional y político-gremial, se destaca por un
profundo optimismo y compromiso con la realidad. Estas dos
convicciones aunadas la preservaron de adoptar posturas ingenuas
o inmovilistas. Desde su posición, la escuela es entendida como
una institución inserta en la problemática histórica, pero
también como lugar en el cual se lleva a cabo una práctica
social que, como tal, está llena de contradicciones, y que según
como se la asuma puede contribuir a generar las transformaciones
necesarias en pos de una sociedad más justa, democrática y
solidaria.
Para Rosita, el
compromiso con la transformación de la realidad requiere del trabajo
con la realidad. Por ello se negó a
participar en experiencias llevadas a cabo en situaciones especiales,
creadas para tales fines. O con experiencias traspoladas
mecánicamente de una realidad a otra. Todo su quehacer se desarrolló
a partir de situaciones reales y concretas. Con los recursos humanos
y materiales con los que se contaba. Sin duda, se necesitó de
una permanente puesta en marcha de la creatividad y de la
imaginación, así como de una profunda convicción democrática,
basada en la confianza en los otros, hayan sido directivos,
docentes, alumnos, padres, vecinos, o todos aquellos que quisieran
aunar esfuerzos.
Rosita promovió
siempre la discusión libre, los diferentes criterios, los
puntos de vista encontrados. Todos podían aportar en favor de
la educación, desde la perspectiva a la que cada uno adhiriese.
Pero lo que no podía hacer, aquel que hubiera elegido la docencia
como medio de vida, era "hacerse el distraído". Esta
convicción la cubrió de un halo de cierta dureza. Quizás sea
la dureza que le permitía penetraren la gente, contagiar,
movilizar, descubrir en cada uno de sus compañeros de trabajo
aquello que mejor podía aportar al proyecto en común. Y quien
aportaba tenía su lugar, tenía algo para hacer, algo que
decir, algo para mostrar a sus colegas.
Quiero destacar
también que predominó en toda la trayectoria, de Rosa, una
permanente interacción entre teoría y práctica. Trabajar
inmersa en la acuciante cotidianeidad de la escuela no le hizo perder
de vista, en ningún momento, la importancia de buscar, de
leer, de elaborar los sustentos teóricos necesarios para
guiar la acción. No escatimó esfuerzo para que los docentes de su
escuela, de su circuito, se acercaran a la lectura permanente.
Tampoco para comprometer a profesionales que podían esclarecer
y aportar a la comprensión y resolución de diversas
problemáticas.
La trayectoria de
Rosita es un claro ejemplo de praxis, entendida como dice Freiré en
"Pedagogía del Oprimido: la unión inquebrantable entre
acción y reflexión. . . para transformar el mundo".
Rosita tiene
además el raro privilegio de disfrutar de todo lo que hace. A
pesar de las épocas y experiencias duras que le tocó vivir.
Pero ha podido, ha sabido emocionarse con su trabajo, gozar
y sufrir.
Fuente:
Extraído de la Revista “ Rosario, Historia de aquí a la vuelta”
. Fascículo Nº 4 Autora Liliana Olga Sanjurjo. De junio 1990