Por:
Rafael Ielpi
Las quintas abundaban en el Rosario de
principios de siglo y eran en muchos casos parte esencial de un paisaje suburbano
de espacios abiertos, que las tenía como únicas presencias. Luego serían parte
de los barrios que se irían consolidando, como en la zona oeste de la ciudad,
para desaparecer al lotearse los grandes predios para la construcción de
viviendas. En esos años entre 1900 y 1920, eran también ámbitos propicios para
pic-nics y paseos campestres.
En el Centenario, estos se llevaban a cabo por ejemplo en la Quinta de Gallo o en la Quinta
Mazza,
propiedad del comerciante y empresario Agustín Mazza, ubicada en una zona entre Sorrento y Alberdi -actual sitio de
emplazamiento de la usina rosarina- con una imponente residencia de
reminiscencias moriscas que constituía uno de los atractivos de ese sector de
la ciudad y que aún hoy, fijada en amarillentas postales de época, puede
admirarse por su suntuosidad, seguramente ajena al despoblado entorno.
Mazza -uno de los tantos fugaces intendentes de la ciudad- hizo construir
un verdadero castillo cuyos materiales predominantes eran la piedra y la
madera. Había hecho fortuna con el abastecimiento de carne a la ciudad y
contaba como otra de sus fuentes de ingreso al Mercado El Porvenir. Es interesante recordar que fue asimismo el donante de los dos leones
de mármol de Carrara que custodian el Palacio Municipal, traídos desde Italia.
La mansión tendría que ver años después con el entretenimiento colectivo, al
servir de ámbito al llamado Victoria Park, en el que los bailes
populares eran cosa frecuente.
La quinta era lugar predilecto de reuniones sociales y de aquellas excursiones
campestres tan al gusto de la época, que hoy son una nostálgica mención.
También se celebraban pic-nics en la Quinta Araya, en San Lorenzo, que servía de escenografía incluso a casamientos que incluían a
algún músico para amenizar la velada, y en la Quinta
Casinelli,
en Paganini. Entre 1915 y 1925 esas reuniones
sociales-bailables-campestres podían celebrarse asimismo en la Quinta
Arcube,
de Fisherton; en la Quinta Caccia, de Ovidio Lagos y 27 de Febrero; en la Quinta
Introini,
en Barrio Belgrano, entre otras.
No menos frecuentada era la extensa Quinta de San Pedro, en Barrio Echesortu, poblada de frutales, verduras y alfalfares y que
se extendía desde calle Castellanos a Lavalle e incluso casi hasta Bvard. Avellaneda
y de Rioja a San Luis, escenario de fiestas popular ámbito para otros festejos
no menos coloridos como los de la
Fiesta de San Pedro y San Pablo, con sus fogatas
encendidas al anochecer. Lo . campado de aquella zona suburbana hacía que el
brillo de los fuegos pudiera advertirse a mucha distancia, y aquella ceremonia
nocturna se convertía en una sucesión de brillazones que transformaban todo en
un¿ escenografía fantasmal Los pic-nics, en los que se mezclaban con igual
entusiasmo el gusto por el baile con la gastronomía y la posibilidad de algún
idilio nacido al calor de una jornada de descanso, tenían como escenario
también al llamado Prado Español, en Montevideo y Larrea,
o al predio del Centro Asturiano, más al oeste aún, en
Wilde al 1300. La zona albergaba otras quintas conocidas entonces, como La Nélida, en Córdoba y Estados Unidos, la Quinta
Luciani,
en el radio comprendido entre Pasco, Río Bamba, Rouillón y Barra.
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Su lugar en el inventario merece asimismo la Ranchada de Vélez. en las barrancas de Alberdi,
que no era otra cosa que una sucesión de ranchos, construcciones de adobe
emplazadas a unos metros unas de otras, con paredes blanqueadas a la cal,
techos de paja y un aljibe en el centro. Allí se llevaban a cabo pic-nics, asados
políticos, reuniones campestres y todo tipo de festejos, a orillas del Paraná.
El insólito conjunto de viviendas ofrecía un interés adicional: las pinturas
que cubrían prácticamente todas las paredes interiores, un vasto y abigarrado
muestrario de temas histórico-gauchescos, realizados por un espontáneo, rústico
pero entusiasta artista, que atraían la atención cuando no el regocijo de los
visitantes...
Fuente: Extraído de la colección “Vida Cotidiana – Rosario ( 1900-1930)
Editada por diario la “La
Capital del Capítulo N•5