El movimiento
respaldó estéticamente la nueva orientación social y ocupó la escena al
comenzar la década del 20, llegando a su máxima expresión en 1925 con la Exposición de las Artes
Decorativas y Modernas en París. Comienza a declinar cuando la década del 30
tocaba a su fin. De todas maneras los limites no son tan exactos, tanto en
acontecimientos socio-políticos como en el desarrollo de las expresiones del
arte. Paralelamente estaban los logros de Walter Gropius que desde la Bauhaus dictaba certeros
lineamientos en todo el espectro estético, secundado por un equipo de tal
jerarquía, que incluía entre sus integrantes nada menos que a Kandinsky, Moholy
Nagy, Klee, Breuer, por citar sólo algunos del numeroso grupo.
Mies van der Rohe era ya una figura de peso en el panorama
alemán y en Francia, Le Corbusier se constituía en el más visceral defensor
del Movimiento Moderno a través del Purismo Arquitectónico que caracterizó su
labor en la década en cuanto a estética y concepción de un espacio cubista
patentizado quizás como en ninguna otra obra,
que acompañarían el Concurso para el Palacio de los
Soviets en Moscú, el Pabellón Suizo en la Ciudad Universitaria, las mansiones Cooky La Roche -las tres en París-
más la casa que hizo decir a Matisse: "... estoy completamente
perdido..." -por admiración- y que no fue otra que la Maison Stein, en
Carches (Francia).
Corbusier fue el único que se opuso frontalmente a la
"epidemia" art decó, a la que Uldó simplemente de una moda decorativa
y para ello plantó en la mencionada Exposición, su mítico Pavillon del Esprit
Nouveau.
Pero también es verdad que el art decó, a pesar de ello,
lo inundó todo y la expresión de la época lo involucra en su mismo centro. En
el campo arquitectónico, todo edificio público dedicado al esparcimiento, al
gran espectáculo, fue terreno propicio, como los famosos neoyorquinos:
"Crysler Building" de la calle 42 y el "Empire State
Building" sobre la 5a. Avenida. Este último, además, fue el rascacielos
más alto del mundo hasta la década del 70, lo que demuestra también la adhesión
a todo lo que la técnica más depurada podía brindar.
Los grandes teatros, lugares de espectáculos masivos,
templos de la cultura, tienen mucho que mostrar a través de "Radio City"
y del conjunto del "Rockefeller Center", ambos en Nueva York, el no
menos renombrado "Follies Bergere" o el "Museo de Arte
Moderno" ambos de París, o la "Central Public Library" de los
Angeles.
Los actos estéticos que involucran al cuerpo humano en
movimiento, contabilizan experiencias art decó en las expresiones de Serge
Diaghilev al frente de sus "Ballets Rusos" -estuvieron en Buenos
Aires en 1907 y 1917- contemporáneos de audacias proyectuales de los arquitectos
constructivistas que acompañaron los primeros años de la Revolución.
El cuerpo sensual, sin artificios, bañado por fuertes
luces de la descalza Isadora Duncan está dentro de lo considerado y como
ironía del destino, también su muerte a bordo de una Bugatti, alto exponente
de la técnica automovilística del momento. Los pechos turgentes y desnudos de
la negra Josephine Baker, o el delgado Fred Astaire marcando sus pasos
inimitables vestido de frac y sombrero de copa, junto a la imagen lasciva,
sensual, enigmática e inalcanzable envuelta en telas brillantes, con larga
boquilla y extasiada en las volutas de un cigarrillo que regaló Marlene Dietrich,
ilustran claramente lo expresado.
En el clima de "los años locos", el art decó fue
el estilo a medida del mundo de Hollywood, con todo lo que él involucra. A
pesar de lo descripto, que suena como lejano y perteneciente al estrato más
alto de la sociedad, el art decó sin embargo logró penetrar todas las capas sociales.
Muebles, objetos baratos de decoración y fachadas de humildes casitas
suburbanas, quedaron para siempre marcadas por él. Tiñó también a todo el
diseño gráfico y entre los malos recuerdos, se incluye a la
"svástica", signo originado en la cultura griega (con otros significados)
y adoptado por el nazismo con rediseño de su posición visual sobre el plano de
fondo, así como proporciones de las líneas definitorias. También la
"Galerie de Luxemburgue" en París, atesora las pinturas de Támara de
Lempicka, como una de las más fieles exponentes del estilo, mientras que Fritz
Lang dejó en 1927 el más fuerte testimonio cinematográfico-decó al concebir
"Metrópolis", símbolo de toda una época por su concepción plástica y
por su mensaje político.
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta Fascículo
Nº 23 De Abril 1993. Autor: José Mario
Bonacci.