Por Rafel Ielpi
Una ayudita adicional
haría aún más visible el propósito de favorecer a los dueños de los burdeles:
el 7 de septiembre de 1906, se decreta el cierre de los "cafés con
camareras", que en realidad eran una competencia peligrosa para los
intereses de los "quilombos", a los que se quería favorecer ya sin
ningún disimulo. una paradoja, si se piensa que las normas se originaban y
sancionaban en el concejo deliberante donde predominaban los representantes de la rica burguesía
rosarina que, por lo menos en público, se rasgaban las vestiduras al hablar de
la "plaga prostibularia".
Los llamados "cafés con
camareras" eran una de las formas de encubrimiento del comercio sexual,
ya que se trataba en esencia de prostíbulos disimulados tras la poca convincente
escenografía de mesas y de mujeres que las atendían, ya que dicha atención
terminaba siempre, o casi siempre, en alguna de las habitaciones existentes en
el mismo local. sin embargo, de vez en cuando, se producían en ellos episodios
que desnudaban la verdad de
su relación con la "mala vida".
En octubre de 1904, por ejemplo, el
municipio informa de un altercado en el "café Viena", de Italia entre
Salta y Catamarca, donde Paula Sener, una de las mujeres que trabajaban en el
local, es brutalmente golpeada por dos parroquianos; en abril de 1906, la capital
consigna el ataque a puñaladas de Domingo Almada a rosita de la plata en el patio del
"café Internacional", de Güemes 2015. en septiembre de 1901, el
municipio reseña la
pelea protagonizada entre Carlos Tello, que la requería de amores, y
julio arana, que era su amante, por Rosa Fernández, camarera del café de Balcarce
46, que termina con la mujer y
el pretendiente apuñalados. todavía en abril de 1919, es noticia el "café
Montenegro", ubicado en Güemes 2127, donde Román Machuca mata a balazos a
Mercedes Pereyra, que ejercía la prostitución en dicho local, por haberlo
abandonado para retornar a su anterior amante, Fortunato Quinteros, conocido
por su alias policial de "Firulete".
En los mismos años
iniciales del siglo XX, son mencionados como escenarios de peleas, balaceras,
puñaladas, muertes, trifulcas y desórdenes mayúsculos otros cafés con camareras
en los que se ejerce la
prostitución, como el "café Cambris", instalado en la zona céntrica sobre
calle Santa Fe, propiedad de "Madame Pepa" y clausurado en los años
iniciales del siglo; el "café La Mascota", de Balcarce entre Jujuy y Salta,
mencionado por episodios escandalosos en octubre de 1906, y el "café
Italia", de Güemes entre Balcarce y Bvard. Oroño, donde un año después se
produce un enfrentamiento entre parroquianos y policías. en 1917, cuando estos
locales seguían funcionando pese a la lejana prohibición
consignada, una noticia periodística, en la sección policial
de la capital, informaba que, en el café de camareras denominado "torino",
que se ubica en la calle Suipacha 128, a eso de las 4.30 se tomaron en pelea las
pupilas Hortensia Lucero y Carmen González. el local bien puede ser el que
otras noticias periodísticas designan como "café Torinese", al que se
pueden agregar otros de la
zona como el "Venecia",de Güemes entre Balcarce y
Moreno, y el "internacional", de Güemes 2015.
Los cafés con camareras habían
comenzado a funcionar en los finales del siglo XIX (atendidos en general por
mujeres que en muchos casos habían hecho ya su experiencia prostibularia en
casas de tolerancia), con la permisividad policial cuando no, como en algunos
casos, con la
complicidad de algunos "notables" de la ciudad. según
algunos estudiosos rosarinos, estos "cafés con camareras" no eran
otra cosa que una versión local de las porteñas "academias", en las
que los parroquianos podían escuchar música (muchos pioneros del tango como
Rosendo Mendizábal o Alfredo Bevilacqua, entre otros, tocaban en aquellos
locales), bailar con las camareras, tomarse un trago pero también, en su caso,
refocilarse con alguna de ellas en la trastienda del local.
Sin embargo, existe una diferencia
notoria entre ambos tipos de establecimientos; las academias comenzaron a
funcionar en buenos aires hacia 1870 y se extendieron prontamente a los
distintos barrios porteños, aun los periféricos, consignándose su existencia en
barracas y constitución, con algunas famosas por su clientela o los episodios
de tinte policial que las tenían por escenario, como la de la esquina de pozos e
independencia, la de Estados Unidos y Solís; o las que funcionaban en las
proximidades de la plaza Lorea o en el barrio de los Corrales.
Todas ellas tenían el baile tanguero
como atracción principal, lo que no ocurría empero en rosario, donde el
atractivo estaba sobre todo en lo sexual, y donde las "camareras"
tenían por lo general más experiencia previa en lo decididamente prostibulario
que en las habilidades coreográficas del 2x4 ritual.
Pese a que Francisco Vega señala en
los auxiliares de la delincuencia, en 1910, siempre refiriéndose a las
academias porteñas, que la presencia de mujeres en estos establecimientos no
tiene otro propósito que el de atraer por estímulo carnal al mayor número de
clientes, retenerlos más tiempo en la casa y hacerlos consumir más. las mujeres
que toman a su cargo esta tarea no son siempre mujeres de vivir libertino, pero
son siempre gente fácil y que ofrecen atractivos más o menos gratos al ojo.
poseerlas es cuestión de tiempo y de dinero en el más difícil de los casos, lo
cierto es que los testimonios mayoritarios refieren que el interés masculino
por esos lugares se centraba más en el deseo de encontrar allí buenas parejas
para el baile que eventuales compañeras de una noche de placer o "de
garufa".
Igual diferencia se registra en el caso de Montevideo, donde según
Vicente Rossi se instalaron las primeras academias, en ambas orillas del río de
la plata en
las décadas finales del siglo XIX, en la zona prostibularia del bajo montevideano pero
también en barrios como La Aguada, Palermo o el
cordón. entre las más famosas se contaron 1as de Solís y Gloria, la de "El Picaflor", en
Mercedes y Rondeau y las San Felipe y El Triunfo.
El autor de cosas de negros las define
como salones de baile público con el consabido anexo de bebidas, señalando
acerca de las mujeres que trabajaban en ellos: no se les exigía ningún rasgo de
belleza, sino que fueran buenas bailarinas, y lo eran a toda prueba. no se
bailaba por el momentáneo contacto con la mujer sino por el baile mismo. la
compañera completaba la pareja, por eso no se le exigía más atractivo que su
habilidad danzante.
En Rosario mientras tanto la celosa Inspección
General de la Municipalidad
informaba, en abril de 1902, que funcionaban en la ciudad 7 cafés con camareras,
en los que trabajaban 58 mujeres que no estaban registradas como prostitutas y
en consecuencia no cumplían con los controles que imponía la ordenanza vigente,
lo que sí ocurría en cambio en las 14 casas de tolerancia autorizadas con sus
79 pupilas registradas. un mes después, sobre fines de mayo, los cafés habían
aumentado a 32.
Para la Municipalidad, sin
embargo, las "camareras" tenían las mismas obligaciones que las
pupilas de prostíbulos desde la
disposición del 27 de diciembre de 1900 cuando se les impuso
también a ellas la revisación sanitaria. ya con poca anterioridad, en 1889, el
intendente lamas había alertado sobre la conveniencia de ese control: las que
tienen actualmente el oficio de camareras en los cafés son todas mujeres que
han ejercido la prostitución tolerada y que ejerciendo ahora la clandestina
eluden por este medio el examen médico obligatorio.
Un año antes, el tema de estos locales
ocupaba la atención de
la piensa rosarina.
La Censura,
por ejemplo, denuncia el 31 de octubre de 1898 refiriéndose a los "cafés con
camareras": a diario se ven entrar y salir ciertas damas sospechosas que
más pudiéramos llamar desgraciadas. estos espectáculos dan margen a prohibir el
tránsito por esos lugares de la mujer honrada, en evitación (sic) de otras
interpretaciones desfavorables que siempre dan lugar a comentarios.
El dueño del ya mencionado "café Viena" (que aseguraba no funcionaba
como "café con camareras"), se quejaba con amargura a la Municipalidad, a
comienzos de siglo, sobre la desleal competencia de alguno esos locales,
deslizando de paso una denuncia nada desdéñala el de la conexión de ciertos
notorios apellidos del rosario con el inundo, o submundo, de la mala vida: el café de la
calle San Luis entre Corrientes y Paraguay es una casa con tres entradas; una
entrada y salida (en de inspección) por calle corrientes, frente a la plaza;
una entrada por el café y otra por el
zaguán, de manera que en este café al cual muchos han dado en llamar del Jefe Político Grandoli, hay noche a noche
varias mujeres que burlan la acción municipal. el presunto propietario, de ser
verídica aquella añeja denuncia, era nada menos que el mismísimo jefe político
de rosario, encargado de velar por el cumplimiento de la ley.
El "Viena", por su parte,
haría de tripas corazón y terminaría siendo también, poco más adelante, un café
con camareras...
María Luisa Mugica apunta que la imagen que de estos
locales reflejaba el periodismo rosarino de comienzos de siglo era poco menos
que la de ámbitos
demoníacos donde se pervertía a la juventud masculina. el término
"juventud" incluía desde los menores de edad a los hombres (casados o
solteros) que superados los 22 años entraban aún en la categoría de
"jóvenes". aquella imagen era, por lo demás, la que mejor se adecuaba a
los parámetros sociales de la sociedad finisecular.
Señala Mugica: la prensa tendía a
mostrar a los cafés con camareras como centros de inmoralidad y corrupción de la peor índole para los jóvenes,
que eran los que llenaban los locales. eran también caracterizados como
espacios en los que ocurrían casi a diario escenas poco edificantes. era allí
donde se les deformaba el espíritu y se envenenaba su porvenir. por otra parte
la tolerancia de la inspección municipal traía consecuencias nefastas sobre la
generación joven. los jóvenes eran presentados como espíritus maleables,
lábiles, fáciles de ser manejados. no extraña entonces que el diario de Ovidio
Lagos definiera a estos establecimientos como antesala de prostíbulo, horno de
corrupciones, red de vicio tendida a ¡os menores de edad para que tengan a los
13 años toda la ciencia del bien y del mal, en una nota de fines de noviembre
de 1906.
Los cafés con camareras combinaban un conjunto de elementos
que estaban prohibidos en la reglamentación de los prostíbulos legales: música,
expendio de bebidas, los juegos de naipes, la presencia de menores de edad en
calidad tanto de camareras como de clientes. todo eso se conjugaba con otro
elemento detonante: números para mirar, juegos voyeristas que mostraban
mujeres desnudas y escenas que rayaban en el lesbianismo. cuadro que mostraban
mujeres bailando tangos, danza que apelaba a movilizar las fantasías de los
espectadores, cuerpos aferrados, sensuales, provocadores. El tango enfatizaba
el contacto corporal, el erotismo, la copulación parafraseando a Sergio Pujol,
se puede señalar que tango y sexo constituían un binomio conjugable.
(María Luisa Mugica: "Las fantasías y los espacios del placer en ll
ciudad de ayer", en diario La
Capital, 21 de septiembre de 2003)
Lo que vendría después demostraría la certeza de esa
connivencia entre el mundo de la prostitución y determinados sectores oficiales,
de los que provenían las normas que regían la próspera actividad:
si 31 de mayo de 1907 se sanciona otra ordenanza que ratifica la posibilidad de que los
prostíbulos se asienten en zonas céntricas y se autoriza a elevar a quince el
número de prostitutas que podían trabajar en los "quilombos" de
segunda categoría.
Los sectores
prostibularios van conformando de ese modo un área que se extiende poco a poco
en la ciudad y
que preanuncia a la vez la
pronta aparición de toda una zona (un barrio, en rigor)
dedicado a la "mala vida" con absoluta impunidad; el mismo que
engendraría una verdadera saga popular, pintoresca, salaz y con mucho de
verdadera, y cuya perduración llegaría casi incólume hasta la actualidad en la mención de quienes lo
conocieron o de quienes alcanzaron vislumbrar siquiera los relumbrones finales
de su apogeo: el barrio Pichincha.
Esa concentración
estaría, en realidad, en las antípodas del criterio sustentado por lamas a
comienzos de siglo, cuando afirmaba: las frondes poblaciones europeas y aún las
americanas han dado cierta libertad al ejercicio
de la prostitución, evitando el confinamiento
a determinados parajes, librando a las ciudades del vergonzoso espectáculo de
un barrio entero destituido al comercio del cuerpo. el intendente encontraría
aliados como la capital, que en noviembre de 1900 coincidía con él al catalogar
como injusto que un local dado, sección o parte de un barrio sea llamado a
soportar lo que a todos los demás correspondería en proporción, siendo todos
iguales, y ni muy graves consideraciones, tampoco es regular que los que allí
tienen sus casas se vean hasta cierto punto obligados a darles un destino que
no quisieran, y los que tienen necesidad de esas casas dentro de un radio
estrecho sean también comprometidos a pagar por ellas usurarios alquileres.
En la vereda opuesta,
Deolindo Muñoz batallaba en forma simultánea desde el municipio contra el
proyecto de lamas, hecho suyo por el concejo deliberante, sin escatimar
adjetivos: se han acordado al intendente lamas toda clase de franquicias y
libertades para ubicar donde crea conveniente
esos antros inmundos que se diseminarán por la ciudad como un turbión de
leprosos llamados a corromperlas buenas costumbres y la moralidad de este
desgraciado agraciado pueblo rosarino. alertaba el diario: esta ubicación puede
facilitar proteccionismo, la infamia,
satisfacer las exigencias de los influyentes, ejercitarse como arma de innobles
venganzas y hasta proveer de coimas a los que gozan de influencia con los que
tienen la facultad omnímoda de conceder o negar...
Lo cierto es que más allá de
ordenanzas y reglamentaciones, el radio de instalación de los prostíbulos
rosarinos iba a ser finalmente el que querían los propietarios y madamas de los
mismos, la mayoría
de ellos miembros de las organizaciones de tratantes de blancas que ya para los
años del centenario de mayo estaban sólidamente constituidas.
Casi contemporáneamente, también en buenos
aires el tema de la
prostitución y de la explotación de la mujer, tanto como el de la trata de blancas,
desataba una larga serie de polémicas y de normativas vinculadas al tema, como
la ley promovida
por la "asociación nacional argentina contra la trata de blancas" o la conocida tesis presentada
por Manuel Gálvez en 1905 para su doctorado en jurisprudencia, que contenía un
proyecto de ley con graves penas para quien sonsacase, sedujese o substrajere a
una mujer para satisfacer los deseos deshonestos de otros.
El rufián era definido por el novelista
de nacha regules en pocos pero lapidarios trazos: tiene el afán de una charra
ostentación. Viste con cierto lujo, un lujo de prostíbulo, donde todo es
relumbrón y cursi. los enormes anillos en su mano izquierda, el bastón de puño
de oro, la corbata de un rojo aborrachado, que tiene el color de sus medias, el
pañuelo de seda excesivo y ridículo, son sus indispensables atavíos. diestro en
simulaciones, no se le concibe sin mentir; parece que la vergüenza hubiérasele
trocado en una maravillosa aptitud para el fraude y lo mismo que engaña a una
ramera, se burla de la policía y de los jueces.
En buenos aires, entre 1870 y 1916, ya la prostitución constituía una
preocupación permanente para las autoridades, los vecinos y el periodismo.
andrés Carretero indica: a pesar de la preocupación y el trabajo de las
autoridades municipales y policiales, es imposible determina! con absoluta
certeza la cantidad de prostíbulos que funcionaron entre 1890 y 1914, pero
puede afirmarse que llegaban a más de cuatrocientos en toda la ciudad. ya en 1880 se estimaba en los
círculos municipales y médicos que ejercían
la prostitución más de tres mil mujeres recluidas y otras tantas que
recorrían las calles en búsqueda de clientela... en realidad la prostitución
estaba desparramada por toda la ciudad. no tenía un barrio o zona preferida,
aun cuando era posible encontrar cierta concentración en las calles 25 de mayo
y paseo de julio.
Para los años
inmediatamente anteriores al centenario, por su parte, las normas municipales
habían avanzado en rosario con otras dos prohibiciones: la del expendio de
bebidas alcohólicas en los prostíbulos y la del baile y la música "en vivo",
por la influencia que
ejercían en el ánimo y humor de los concurrentes, y como preámbulo muchas
veces de episodios escandalosos cuando no sangrientos. la (capital del 23 de
mayo de 1907 habla del consumo de alcohol en los "quilombos" con tono
moralizador: la degeneración iniciada en las casas de tolerancia es precipitada
por el abuso del alcohol de la peor especie.
El cuestionable criterio
de que el quilombo debía ser considerado como "un mal necesario",
como la válvula de
escape de la libido
masculina oprimida por las convenciones sociales y las
costumbres de la época, hacían superfluos en esos ámbitos (para los
funcionarios municipales) ingredientes como el alcohol y el baile. un informe
elevado al intendente Goulú, en 1911, dejó precisado taxativamente ese
pensamiento: las casas de tolerancia deben ser sitios de desahogo y no de atraerán
y diversión...
Fuente: extraído de libro Rosario del 900 a la “década infame” tomo IV editado 2005 por la editorial homo
sapiens ediciones