Obviamente, el estilo llegó a la
Argentina, y según coincidencia en varios autores, lo hizo de la mano de
Alejandro Virasoro, importante arquitecto nacional que se adscribió al
movimiento como "primera cabeza", dejando en Buenos Aires verdaderos
mojones en la materia: el cine "Capítol", el "Banco Hogar
Argentino", "La Equitativa del Plata" y la casa Ganduglia, más
la suya propia, ambas al 2000 de calle Agüero, todas levantadas en los últimos
años veinte.
Virasoro aporta en Rosario con sus
obras, como la de Urquiza casi Oroño, con fachada contenida en el uso de los
motivos pertinentes, más un conjunto de casas-habitación en la esquina noroeste
de Av. Francia y Córdoba con cerca de diez construcciones que toman un
importante número de metros por ambas calles, con independencia de uso entre
ellas, e inscribiéndose en el típico terreno entre medianeras. Todas hacen
gala de una libertad en el uso de los elementos decorativos, con disposiciones
distintas y variaciones de orden que dan frescura al conjunto con notorio
gesto afirmativo en el armado de la Cuadra. Todavía echan sombra sobre el
suelo.
Un paréntesis en la consideración del caso local, obliga a destacar que
al Igual que el art nouveau, el decó tuvo distintas denominaciones para una
misma idea: "Modemistic", "Aztec airways" (denota
influencia americanista y movimiento a través del avión), "Jazz
ornament", "Jazz modern". Una expresión típicamente porteña y
tanguera, identifica al art decó en Argentina: "estilo gomina", de la
que no puede estar ausente -cuan do no- la figura del Zorzal Criollo. El Gardel
de sonrisa brillante, en el aura del cabaret de "Tango Bar" es una
figura que se hermana con las "Rubias de New York", adorables
criaturas perfumadas, con sus boquitas pintadas. También la casa Hónner de
Alemania contribuyó al "estilo gomina" con miles de bandoneones
marca Tango", con decoración de nácar incrustada en la madera, a través de
círculos y cuadrados triangulados por diagonales, sometidos a giros de noventa
grados, que los adscriben de lleno al estilo. Son imágenes decó del más pícaro
y criollísimo tenor pampeano-argentino.
Una situación a laque Rosario no puede sustraerse, es la reacción local
contra ciertos excesos del eclecticismo, más la anexión al modernismo europeo,
o a la versión vernácula de Ricardo Rojas a través de su conceptualización de
"Eurindia" (lo que no exime de una paradoja, ya que Ángel Guido, uno
de nuestros acervos adherentes en el área de la arquitectura, cayó tentado, al
menos en dos testimonios que serán tratados luego, aunque bueno es
reconocerlo, lo hizo con aplicación de motivos americanos).
Triunfó el art decó, y entonces los rosarinos tuvieron su momento
correspondiente, que arraigó momentáneamente con mayor profundidad, a pesar
que la ortodoxia del Movimiento Moderno ya comenzaba a echar raíces en el
país.
La ciudad no escapa tampoco aquí a su
"tradición fachadística". El art decó sentó reales especialmente en
el rostro exterior de los edificios, lo que no exime de contar entre nosotros
verdaderos monumentos que Incluyen en sus interiores tratamientos
totalizadores o acentos puntuales importantes en la lectura de los espacios.
Los viejos números de
"Edilicia" y "El Constructor Rosarino" dan cuenta de las
adhesiones y propuestas urbanas popularizadas fundamentalmente en base a una
interpretación directa y aplicación casi textual de lo que llegaba en los
catálogos de los centros extranjeros de gestación y una agilidad adquirida en
el manipuleo formal y distributivo de los elementos, que aseguraban el ingreso
al mundo moderno a través del estilo. Y esto no ocurrió solamente con las construcciones
nuevas...
La tienda "A la ciudad de
Roma" que estaba ubicada en la esquina sur-oeste de San Juan y San Martín,
dada su importancia, ilustraba postales de uso turísticos dedicadas al Rosario
de las primeras décadas del siglo, con su frente de fábrica de ladrillo bruto,
sin revoque, en lenguaje italianizante con fuerte modulación de aberturas,
frontis sobre ellas, cornisa de remate con balaustradas y pilastras marcando
el ritmo de fachadas. Años después, desaparece dicha piel y nace "un
nuevo mensaje cutáneo" con adscripción al revoque general, aparición de
balcones redondeados y barandas cromadas, desaparición de frontis y cornisas y
aceptación de ideas de "vibrato", paralelismo lineal y acentos
propios del art decó, comprobable aún hoy, ya que la construcción está
destinada a comercio y viviendas, pero con testimonio urbano de haber adherido
"a lo moderno* entre los años 30 y 40.
Se puede entonces
descubrir en nuestra realidad, obras de significación dentro de lo comentado,
a través de la conceptualización decó de sus autores. Juan Vanoli, asociado a
veces con Quaglia, deja el "Almacén Pompeo" de Rioja y Paraguay con
un destacable gesto en la resolución de esquina mediante un complicado encastre
de volúmenes y juego de entrantes y salientes combinados en ambas plantas en
altura. La vivienda de 3 de Febrero al 800 y la de Entre Ríos al 1600 también son
notables. Esta última, convertida en "Sanatorio del Niño", atrae por
su rica fachada, con puertas metálicas con motivos naturalistas de excelente
factura y "vitraux" interiores respondiendo también al estilo.
Dos edificios de rentas: los palacios
"Boero" de San Luis y Sarmiento y "Nápoli" de San Luis y
Mitre, son obras de peso en la ingeniería decó de este autor. Hernández Larguia
y Newton conciben en San Lorenzo e Italia el edificio "Castagnino",
en donde destacan pilastras "egipcias" modulando las fachadas, con
remate de comiza geometrizada y "vibrada" de gran impacto visual y
bajorrelieves de valor. Ángel Guido, autor de nuestro Monumento Nacional a la
Bandera, se tienta con el art decó en la fachada de Gimnasia y Esgrima sobre
calle Buenos Aires y lo vuelca a motivos americanistas. Suyo también es el
proyecto del Palacio de Correos, que en los años 30 planteaba una torre de 70
mts. de altura, cuya estructura metálica llegó a construirse para luego ser
desmontada, y preveía en interiores y exteriores, importantes grupos
escultóricos y detalles generales del art decó.
El cine "El Cairo" ofrece su pantalla inmersa en la exuberante
imaginación del escultor Pedro Cresta, que concibe relieves decó integrados
por palmeras, frutos y demás motivos naturalistas, que incluyen hasta ondas
marinas iluminadas con neón.
De Ermete De Lorenzi, pueden
señalarse como notables la casa que construye para sus padres en Moreno y
Córdoba en el clima de Plaza San Martín, esquina sur-oeste, de la cual Paul
Valéry, al visitar Rosario dijo: "... no sólo es hermosa... también sabe
cantar...". Con la recuperación de la democracia en 1984 y al ser
desocupada por las oficinas militares allí instaladas, fue prácticamente
desguazada, perdiéndose entre otras cosas la rica "boiserie" de roble
de la biblioteca y algunas modificaciones internas (pérdidas de su cromatismo
original, aberturas, etc.) que hoy la hacen interiormente Irrecuperable y la
disminuyen en su grandiosidad.
De Lorenzi concibe también el "Sindicato del Seguro" en Mitre
al 800 con socavacíón de te techada mediante un vacío que integra ambas
plantas, tema que emplea también en lo que quizás sea su obra más importante
dentro del estilo, el edificio "Gilardoni" de Córdoba al 1400, en
donde el vacío unifica ya a escala urbana todos los pisos superiores,
señalándose con un marco decó que lo resalta en toda su dimensión. Templos de
credos orientales no escaparon al decó, como el caso de la Asociación Islámica
en Mendoza al 1700.
Gerbino, Schwarz y Ocampo, conciben
la Sinagoga de Paraguay al 1200, asi como el edificio "La Unión
Gremial" en Mitre y Santa y desnudas, que elevan sus antorchas hacia las
nubes, convirtiendo al edificio también en un verdadero faro de lo que se
entendía al nacer los años 30 por pujanza comercial y adhesión a la modernidad
en Rosario. Su valoración incluye también la mención del rico artesonado decó
en muros y cielo-rrasos de los locales de planta baja. El "Palacio
Minetti" es, simplemente, el monumento mayor del art decó en nuestra ciudad.
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta Fascículo
Nº 23 De Abril 1993. Autor: José Mario
Bonacci.