La "semana
trágica" de enero de 1919 también tuvo en Rosario su acción correlativa:
la huelga general decretada por las organizaciones obreras fue total y durante
varios días la ciudad estuvo paralizada.
La reacción de los grupos de
"orden" colocó a la colectividad en el centro de los acontecimientos, al acusar a los "rusos", de ser los responsables del clima de agitación que vivía la nación.
"Después que se realizó la manifestación patriótica
en la Plaza de
Mayo, un grupo de individuos, en su mayoría muchachos, se dirigió hacia el
Mercado Central, donde existían varias casas de israelitas, apedreándolas.
Esto originó la presencia de un pelotón de soldados de la Guardia
de Seguridad que procedió a disolver a los manifestantes sin que el incidente tomara proporciones.Con tal motivo, varios comerciantes
israelitas se han dirigido a la jefatura política, pidiendo garantías",
informaba el Diario "La
Capital" (15/1/1919), y haciéndose eco de la
preocupación y del temor de la colectividad, el comentario proseguía:
"...Ayer se apersonó a esta redacción un núcleo de residentes rusos
lamentándose de haber sido víctimas de algunos excesos populares absolutamente
injustificados, desde que su larga residencia entre nosotros, y el hecho de
ser jefes de hogares bien arraigados en los que existen hijos argentinos, los
ponen a cubierto de sospechas terroristas. Se trata en efecto de gente conocida
y laboriosa, con ideas de orden y respe tuosa de las
instituciones y leyes nacionales que no merecen ser confundidas por el sólo
antecedente de su nacionalidad con elementos de perturbación...".
En Buenos Aires, grupos de "niños
bien" nacionalistas provocaron un verdadero "pogrom" en los
barrios habitados por judíos, golpeando a personas indefensas, saqueando e
incendiando muebles y humildes pertenencias de aquellos que fueron el blanco
de la represión. Los acusaban de querer producir una revolución social e
implantar un gobierno soviético como en Rusia. La policía también colaboró
deteniendo a un periodista judío, Pedro Wald, acusándolo de ser el presidente
del "Soviet".
Estas noticias que llegaban a Rosario,
producían inquietud y alarma entre la pequeña comunidad que intentaba
movilizar a la opinión pública en demanda de apoyo y tratando de clarificar y
deslindar las responsabilidades.
En un comunicado, la Federación Sionista
Argentina se manifestaba ajena a los actos de violencia y sostenía que
"la colectividad israelita está compuesta en su mayoría por
profesionales, comerciantes, obreros y colonos que coparticipan desde hace 30
años en el progreso del país, en todas sus manifestaciones, y sus hijos sirven
a la patria argentina en el Ejército y en la Armada. Rechazamos con
hondo pesar, toda insinuación originada a causa de que ella como las demás
colectividades extranjeras, cuenta con algunos individuos exaltados, a los
que repudia".
El Diario "La Capital", expresando
una opinión liberal y tolerante, llamaba a las autoridades a intervenir, ya
que "tiene el dedeber -decía- de ofrecer toda clase de garantías" a
la colectividad "rusa-judía". Los acontecimientos derivados de la
"semana trágica", constituyeron manifestaciones extremas de
hostilidad antisemita, que no siempre aparecían abiertamente.
El antisemitismo en las sociedades occidentales tenía sus raíces
históricas arraigadas durante muchos siglos, pero la hostilidad surgida en
Rosario, formaba parte de un sentimiento de rechazo del extranjero. Los
inmigrantes, a pesar de su peso, se encontraron con actitudes hostiles y
discriminatorias y los conflictos sociales que surgieron en las primeras dé cadas de este siglo, muchas veces se vieron agravados por la presencia
de conflictos étnicos.
En los últimos años, la "semana
trágica" fue objeto de varios estudios e interpretaciones que permitieron
un conocimiento más amplio de aquellos míticos sucesos. Para nuestro caso, es
oportuno recordar que una delegación judía en Buenos Aires se entrevistó con
el presidente Hipólito Yrigoyen en ese mes de enero de 1919, para solicitarle
su protección. Yrigoyen les manifestó su repudio a la persecusión antisemita
y reivindicó la tradición argentina de libertad y el respeto a las leyes de la República; además el
gobierno consideró a la colectividad judía como factor de progreso y se
mostró favorable a la inmigración extranjera sin discriminaciones raciales o
religiosas. Las palabras del "caudillo" llevaron tranquilidad, y en
cierto modo, durante toda la década del '20 bajo los gobiernos radicales, se
vivió un clima de absoluto respeto por la legalidad y los derechos
democráticos de la población (Avni, H, ib.).
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta Fascículo
Nº 24. de noviembre 1993 Autor: Luis
Gerovitch.