Investigación y textos:
María Cristina Calvi, Pablo Monsanto y Fabián Birbe
Desde finales del siglo XIX Rosario se
convierte, gracias*al puerto y a su posición geográfica privilegiada, en una de
las economías más dinámicas de la
Argentina agroexportadora. En esta época (1870/1930) el
desarrollo del sector manufacturero (...) se orientó casi exclusivamente hacia la elaboración de productos
primarios como complemento del sector agroexportador y hacia el mercado interno
en proceso de expansión.
Existían
en este período (...) un reducido número de grandes establecimientos (...)y, junto a
ellos, una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas productoras de bienes
livianos que cubrían espacios del mercado interno. (...) Un primer ejemplo de
ello lo representan las empresas que se ubicaban en un estadio transicional
entre el taller y la manufactura (...) Sin
embargo, la crisis mundial iniciada en 1929 va a golpear duramente a la ciudad
cuando se reduce drásticamente el flujo del comercio mundial. Comienza entonces
el proceso de sustitución de importaciones que,
favoreciendo el desarrollo de la actividad manufacturera, se va a extender con
altibajos hasta mediados de 1970.
A partir de 1930 (...) la quiebra del
sistema de comercio y finanzas internacionales afectó muy duramente a la
ciudad, cuya prosperidad dependía básicamente de su función de nexo entre el
interior del país y el exterior. Como consecuencia de aquel hecho se redujeron
las actividades del puerto y aumentó el peso relativo de las actividades
económicas orientadas al mercado interno, comenzando el proceso de sustitución
de importaciones. (...) Las empresas típicas eran pequeñas y medianas, de
capitales nacionales (en su mayoría locales) y utilizaban técnicas de
producción intensivas en mano de obra.
Mas
tarde (...) hacia 1955 la estructura industrial de la ciudad [se transformó adquiriendo] las características que persistirían durante
años. Las actividades siderometalúrgicas y metalmecánicas eran las
predominantes, seguidas por las industrias textiles y de confecciones, y luego
las alimenticias. A partir de 1958 (...) la industria del área
evolucionó hacia la diversificación, surgiendo (...) una importante industria
metalúrgica, papelera, química y petroquímica, que elaboran productos de alto
valor agregado y elevada tecnología...
Entre
estos dos momentos históricos y cubriendo los espacios dejados de lado por la
importación y por la industria local, comenzaron a surgir tempranamente una
enorme cantidad de modestas empresas. Emprendimientos familiares muchos de
ellos desarrollados por inmigrantes que en un ámbito de producción generalmente
doméstico, establecieron una relación cotidiana con sus clientes. Situados
entre el taller y la fábrica producía artesanal o sem-industrialmente elementos
destinados a satisface las necesidades diarias de una población en constante
crecimiento.
En 1976 la apertura indiscriminad a la importación,
significó el comienzo del fin de la etapa! sustitutiva de importaciones. Muchas
empresas y sobre todo muchos de los pequeños emprendimientos familiares
debieron cerrar | sus puertas.
El
Museo de la Ciudad
a través de la I
muestra Atendido por sus dueños \ propone
un acercamiento a la] intimidad de estos oficios, actualmente transformados
por las nuevas 1 tecnologías o relegados por los
cambios en la moda y las políticas
económicas. Reconstruye los procesos de fabricación valorando a sus realizadores
en los contextos en los que actuaron y que les permitieron, con labor y
creatividad, abrirse paso en el mundo del trabajo.
Qué puede
verse en Atendido por sus dueños
Fueron diversos los emprendimientos familiares que marcaron toda una
época en la que la relación diaria entre el fabricante y su cliente estaba
cimentada en la confianza del producto elaborado por las manos de un vecino. En
esta nueva exhibición del Museo de la
Ciudad -invitamos a nuestro público a asomarse a algunos de
aquellos oficios.
Dejando la marca
La producción de sellos de goma en nuestra ciudad se entremezcla, en
sus comienzos, con el desarrollo de la industria gráfica. A finales del siglo
XIX eran fabricados en los grandes establecimientos como los de Ferrazini o
Woelflin que tenían talleres anexos. Fue hacia 1884 que se instaló el primer
taller para producir estereotipias y sellos de goma de Rosario. Se trataba de
"La Minerva"
de los hermanos Moreau, ubicado en calle Santa Fe al 900.
Los elementos para la construcción de sellos que se expone, corresponden
a Sellos Rosario y donados por su dueño, Adrián Pereyra.
A los pies de Rosario
El acelerado crecimiento de la ciudad,
hacia finales del siglo XIX, determinó la necesidad de incorporar y mejorar
obras de infraestructura urbana. La apertura de calles y la traza de nuevas
sendas obligaron, alrededor de 1880,
a encarar la producción de baldosas a nivel local, tanto
en el ámbito público como en el privado.
La necesidad de contar con materiales de construcción era tal, que durante
la intendencia de Esteban N. Morcillo, la Municipalidad de
Rosario inauguró en 1932 la
Fábrica de Mosaicos Municipal. Los moldes que se exhiben
pertenecieron a dicha fábrica.
Las primeras boticas y farmacias del Rosario
Las boticas del pasado eran verdaderas instituciones dentro de sus
respectivos vecindarios. Tenían los boticarios la autoridad y el prestigio del
médico, y eran proverbiales el respeto y la fe con que acudían a ellos los
vecinos en procura de un consejo o de un alivio a sus males.
La botica no siempre fue el lugar de expendio de medicamentos. Hasta
mediados del siglo pasado era también donde se los preparaba. Diversas
reglamentaciones establecían que las farmacias deberían contar con un local
para el despacho al público, otro destinado al laboratorio farmacéutico y finalmente
un depósito de drogas y productos químicos. Para 1861 existían en Rosario las
Boticas: "Del Águila", "Del Mercado", "Del Cóndor
Dorado", "De la
Caridad" y "Del Globo o Colón".
En 1869, la clasificación censal de las
profesiones revela que había en Rosario 22 farmacéuticos. Ese año, la población
sobrepasaba los 23000 habitantes, según el primer censo nacional levantado en
septiembre. Al establecerse el servicio nocturno obligatorio de atención al
público, en septiembre de 1880, las farmacias habilitadas en Rosario, aparte de
las nombradas, eran: "Farmacia Inglesa de Day", "Botica del
Pueblo", "Botica de Raspail", "Botica Central" y
"Botica de la
Sociedad Italiana".
Al finalizar el siglo XIX la ciudad de Rosario contaba con alrededor
de 30 farmacias establecidas.
Una típica
farmacia
El mobiliario y todos los elementos de
esta farmacia, donados por los descendientes de su último titular, forma parte
hoy del patrimonio del museo. Ejemplo de las farmacias de antaño, esta es su
historia. La Farmacia
Alemana, propiedad de Juan Wentzel y Kernba, inicia sus
actividades en Rosario en el año 1881, en la esquina de las calles Libertad
actual Sarmiento y Rioja. Según la
Gran Guía del Rosario de Santa Fe de 1896, es una de las veintisiete
farmacias con que cuenta la ciudad. Para esta época se traslada a San Lorenzo
509 (numeración actual 1213/15).
En el año 1898 cambia de propietario, la adquieren el Aux. Farm.
Osvaldo Dam y su esposa Teodora Madsen. Los farmacéuticos Juan Steenberg; Félix
Laureano Checa y Matías A. Lastra estarán a cargo, sucesivamente, de la
regencia de la farmacia, al carecer Osvaldo Dam del título habilitante.
Al finalizar la Primera Guerra
Mundial, Teodora Madsen, de origen dinamarqués, cambia la denominación del
negocio por Farmacia Dinamarca como consecuencia de haber sufrido ataques que
relacionan la derrota de Alemania en la guerra y la denominación de la botica.
En septiembre de 1929, compra la farmacia el Farmacéutico Oscar A.
Hermida.
En agosto de 1977 trasladan nuevamente el local a San Lorenzo 1219, su
ubicación definitiva, a escasos metros del cine Broadway. A partir del 15 de
julio de 1989, al fallecer Oscar A. Hermida, se hacen cargo de la farmacia sus
sucesores hasta el cierre definitivo el 18 de marzo de 1995.
Sombrereros en Rosario
Hasta la primer mitad del siglo XX, la indumentaria masculina era
acompañada por el infaltable sombrero, accesorio imprescindible junto al
bastón. Las costumbres determinaban el uso para cada ocasión. El sombrero de
copa era considerado como el máximo de elegancia. El "bombín" o
sombrero "hongo" se usaba cotidianamente, lo mismo que los sombreros
de fieltro blando, mientras que en verano se llevaban los sombreros de paja
blanda, llamados popularmente "de Panamá". Hacia fines de la década
del 60 su uso masivo decae, reservándose para la vestimenta de las personas
mayores. Según la Gran Guía de Rosario de Santa Fe de 1896 la ciudad ya
contaba con 15 casas dedicadas a la venta de sombreros. Hacia la década de 1930
se instala en la ciudad una nueva carnada de inmigrantes, especialmente
italianos y españoles, entre los que se encontraba Esteban Ortega. Como tantos
otros, es aquí donde aprende un oficio con el que más tarde instalará su propio
taller. Dedicado exclusivamente a sombreros para caballeros, trabajará con la
colaboración de su esposa y dos hermanas. Los objetos que se exhiben pertenecen
a la fábrica de este último.
Cristales desde San Carlos
La historia de la
Cristalería San Carlos es paradigmática de muchos oficios
traídos por inmigrantes a nuestra ciudad. Si bien estos inmigrantes no se
asentaron en Rosario, el camino seguido permite ejemplificar el de otros
emprendi-mientos similares que se establecieron aquí.
Finalizada la
Segunda Guerra Mundial, la situación económica social en
Europa no era favorable, particularmente para los jóvenes que anhelaban una
transformación en sus vidas.
Un grupo integrado por catorce jóvenes italianos denominado TOVA
(técnicos obreros vidrio Altare), provenientes de Altare (pueblo de la región
de Liguria) vino a la
Argentina con el fin de desarrollar aquí la industria
cristalera, aprovechando toda una tradición en la práctica de este arte oficio.
Se embarcaron en Genova el 8 de septiembre de 1947 en el barco Mendoza de
bandera argentina, con destino a Buenos Aires. Llegados al país se trasladaron
a San Jorge donde fundaron la Cristalería SAICA, Sociedad Anónima Industria
Cristal Artístico. Tiempo después algunos integrantes del grupo originario se establecieron
en San Carlos, Provincia de Santa Fe, donde continuaron con su oficio. Anselmo
Gaminara era el más joven de ese grupo y el diseñador de los cristales; en 1950
junto con otros ligures fundaron la Cristalería San Carlos. Se puede afirmar que en la localidad de San Carlos Centro, zona
agropecuaria, se adquirió en forma extraordinaria la tradición comentada. Poco
a poco los campesinos fueron aprendiendo los conocimientos al lado de maestros
vidrieros. Se formó un núcleo de artesanos, algunos descendientes de pioneros,
otros capacitados aquí, que asimilaron perfectamente las distintas técnicas que
demanda el caprichoso cristal. Este sector de la muestra se presenta gracias al
préstamo del Museo del Vidrio, perteneciente a la Cristalería San
Carlos.
Equipo de trabajo
Concepto: Museo de la
Ciudad / Director: Raúl D'Amelio / Investigación: María
Cristina Calvi, Pablo Monsanto, Fabián Birbe / Consultores: Agustina Prieto,
Jessica Savino, Enrique Ortega, Enrique Hermida, Salvador Demasi / Coordinació
María Verónica Rath / Biblioteca Archivo: Nora Fracchia / Archiv Fotográfico:
Patricia Bossicovic Andrea Ostera / Textos: Pabl Monsanto, Fabián Birbe /
Conser vación: Annabella Gentile
Evangelina Larouelle / Técnicos Héctor Palma, Adrián Rossi Diseñador gráfico:
Lucían Ominetti / Servicio Educativo Ernesto Aguirre, Beatriz Mulhall
Administración: Juan Luis Manza no, Daniel Olguín / Agradecimien tos: Ricardo
Gaminara, Elvi Zotarel, Cristalería San Cario Adrián Pereyra, Alejandro Prei
Alfredo Aprile.
Bibliografía
Historia de Rosario: Cap. 2. La evoluci económica rosarina durante el
desarroll agroexportador / Oscar Videla y Sandra Fernández Homo Sapiens
Ediciones.
2Idem.
3Historia de Rosario: Cap. 5. La economía
rosa~ desde la sustitución de importaciones hasta reestructuración productiva /
Alicia I. Castagna María L. Woelflin / Homo Sapiens Ediciones.
4Idem.
5Textos basados en La Moda en la Argentina Susana
Saulquin / Emecé Editores / Buenos A' 1997.
Basado
en textos de Jesica Savino / Museo Vidrio Cristalería San Carlos
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, y su Historia Fascículo Nº 41 . De Mayo 2006.