Desde el 12 de febrero de 1860, cuando el gobernador san tafesi n o coronel Rosendo María Fraga "declaró instalada la Municipalidad de la ciudad de Rosario de Santa Fe" y previo Juramento "tomó posesión del cargo de Presidente de la Municipalidad el señor Jefe Político, don Domingo Palacio", hasta la década del 60 de este siglo, es decir en 100 años, se sucedieron como titulares del Departamento Ejecutivo más de 110 funcionarios.
Sin reducir el pasado a estadísticas resulta válido reflexionar sin embargo acerca de esta singular relación, porque el promedio de cada gestión es menor de un año. Entre el Io de octubre y el 31 de diciembre de 1920 se sucedieron cinco intendentes y en 1944 mejoró el cuadro porque igual número de titulares ejercieron sus junciones en... seis meses.
Los avalares de la vida política cobraron a la ciudad un elevado precio porque impidieron el debido asentamiento de las administraciones. Resulta indudable que para realizar obras públicas y tareas de servicio es necesario contar con personas idóneas, infraestructura adecuada y tiempo. No demasiado, tal vez, pero sí el suficiente para crear las condiciones indispensables que conviertan los proyectos en obras.
Algunos intendentes, sin embargo, pudieron concretar aspiraciones en breves períodos. El doctor Víctor J. Vilela sólo ejerció la titularidad municipal durante siete meses del año 1910 y no obstante pudo remontar un conflicto con la provincia y poner en funcionamiento el Hospital de Niños que hoy lleva su nombre y que sigue prestando invalorable servicio a la ciudad.
Pero es innegable que la permanencia en los cargos favorece programaciones ambiciosas. Esta circunstancia puede verificarse en administraciones como la de Luis Lamas (que inició el siglo, ya que fue intendente desde 1898 hasta 1902), una de las más recordadas, Justamente, por sus obras. Algunas de ellas, como el Parque Independencia, se identificarían con la ciudad. Otras, como la Asistencia Pública o Palacio de la Higiene, el Mercado Central, la pavimentación de 600 cuadras, la apertura de la Avenida Godoy, Avenida Belgrano, pasaje Celedonio Escalada, modificaron la fisonomía de Rosario, que tuvo, también con Lamas, su primer censo municipal.
También debe destacarse la gestión de Santiago Pinasco en la primera década, ya que se desempeñó entre 1904 y 1906. Este empresario y financista —que entre otros cargos ejerció la titularidad del Banco Provincial de Santa Fe— protagonizó la sustancial modificación del primitivo casco de la ciudad al concluir la construcción de la Avda. Belgrano, sobre la traza de la llamada Calle del Bajo. No sólo la avenida resultaba distinta por los 50 metros de ancho que le fueron asignados sino que, además, se la sobreelevó con respecto al nivel de la calle original. Se adoquinaron muchas cuadras y entre otras cosas se sustituyó el sistema de tranvías a caballo (los históricos tramways^ por el servicio de tranvías eléctricos. Años después, Pinasco efectuó las gestiones que permitieron la erección del monumento al general Belgrano, existente en el Parque Independencia, réplica del inaugurado en Genova, también por tratatívas realizadas por el ex intendente.
Miguel A. Culacciatti fue intendente entre 1935 y 1938, pero había tenido un breve paso por el Palacio Municipal en 1915. Tuvo una activa vida política de resonancia nacional: fue diputado por Santa Fe y más tarde ministro del Interior durante la presidencia de Ramón J. Castillo. Durante su administración efectuó importantes obras públicas merced al superávit alcanzado luego de un eficaz saneamiento de las finanzas municipales.
Entre 1940 y 1943 fue titular del Departamento Ejecutivo Agustín Repetto, un empresario de la industria metalúrgica preocupado por los problemas de los sectores marginados de la población rosarina. Canalizó sus inquietudes en tal sentido en la gestión parlamentaria y pudo concretar una tarea importante desde la Municipalidad, que incluyó la instalación de parques infantiles en los barrios, el establecimiento de ferias francas y la puesta en marcha del "Plan Repetto" para paliar la desocupación obrera, con obras de mejora en calles y paseos que ocupaban mano de obra inactiva.
Luis Cándido Carballo fue intendente en tres oportunidades. La primera por pocos días, en 1958. Después, desde febrero de 1959 hasta abril de 1960, fecha en que la Municipalidad es intervenida y se lo designa interventor (7 de mayo de 1960), función que cumple hasta enero de 1962.
Como intendente dio muestras de un dinamismo y una decisión que produjeron sensibles cambios en la fisonomía e incluso en la mentalidad misma de la ciudad. La demolición del Mercado Central —un nido de infecciones en pleno centro de Rosario—, la remodelación de Avda. Alberdi y Bvard. Rondeau, con la construcción de cuatro carriles de salida hacia Santa Fe, la privatización del transporte urbano de pasajeros, reglamentando de ese modo un crónico desorden en la materia; entre muchas otras obras, otorgan a la gestión Carballo una importancia que la ciudad le reconoce.
Fuente.
Extraído de revista “ Rosario aquí a la vuelta” Fascículo Nº
11. Autoras: Ana M. Rigotti – Isabel m. DE San Vicente. De abril
1991.-