Muchas de las quintas utilizadas para celebrar
reuniones entre familiares o amigos, sociales y jaraneros encuentros —con la
inocencia que en muchos aspectos tenían las diversiones de esa época— se
emplazaban en una zona de la ciudad, el Oeste, que por las dos décadas finales
del siglo XIX, ostentaba una condición de casi pampa, con vastos matorrales,
quintas y algunos hornos de ladrillo; paisaje interrumpido a veces por zonas
no menos inhóspitas y peligrosas para el visitante desinformado, como el sector
conocido entonces y recordado apenas hoy como "Las vizcacheras de doña
Luciana", en el sector denominado Distrito del Bajo Hondo, del que
formaban parte el pueblo de San Francisquito, instalado alrededor de una
capilla en el XIX, y lo que sería luego el incipiente Barrio Echesortu.
Aquel sector del oeste de Rosario comprendía, en general, extensos
predios cuyos propietarios eran, una vez más, vecinos notorios de la ciudad,
reconocidos por su fortuna y figuración social consecuente:
Ciro Echesortu, Casiano Casas, Nicolás Buratovich (que sumaba al
dinero su condición de guerrero de la Campaña al Desierto, donde en realidad no se
guerreó contra nadie), Julián Bustinza, NicasioVila, Eloy Palacios, los
hermanos Julio Daniel y Faustino Infante o el empresario inglés Guillermo
Wheelwright.
En esas tierras tendrían origen barrios más tarde populosos, cuyo
nacimiento estuvo en muchos casos vinculado, como ocurriera en tantas ciudades
del país y del mundo, a la construcción inicial de una capilla o iglesia, a
cuyo alrededor se iría congregando, poco a poco, un núcleo urbano de
características diversas según los casos: la de San Miguel Arcángel, levantada
en 1912 en 9 de Julio al 3500 frente a la Plaza Buratovich;
la de San Francisco Solano, de 1890, en Mendoza y Bvard. Avellaneda; la de San
Antonio de Padua, de la misma fecha, en Mendoza y lo que entonces era Avenida
Vila, actual Provincias Unidas, frente a las hoy conocidas como "Las 4
Plazas"; la de San Francisquito, de 1899, en Gálvez y San Nicolás.
Aquellos barrios fueron inicialmente pueblos suburbanos, como ocurriría
con otros de la ciudad, y ése es el caso de Barrio Belgrano, antiguo Pueblo
Eloy Palacios y luego Barrio Vila, que se extendería sobre tierras de
propiedad, por herencia familiar, de NicasioVila, con la Avenida Provincias
Unidas y la calle Mendoza como arterias vertebrales. Por la mencionada avenida
se accedía al "enterratorio municipal", luego denominado Cementerio La Piedad, habilitado en los
finales del siglo XIX, y al Cementerio Israelita, de 1906, al extenderse hasta
allí el recorrido de los tranvías eléctricos, ese último año, y luego, al
posibilitar el pavimento de la avenida, en 1913, el tránsito de otros
vehículos.
Las tierras mencionadas formaban parte
originalmente de las mercedes reales y luego de las lonjas en que se fueron
subdividiendo aquéllas. Hacia mediados del siglo XIX el predio que ocuparía
Barrio Belgrano pertenecía al matrimonio Exequiel Paz -Jacoba Cuello, y a la muerte del primero, a su viuda y sus hijos
Exequiel, José Clemente, Carlos Alberto y Alejandro, quienes lo ceden, tras una
acción judicial iniciada en su contra por los mismos, a los herederos de Tomás
Armstrong, apellido que llevaría otra de las localidades nacidas a la vera de las vías del Ferrocarril Central Argentino, los pueblos del sur, como
los denomina el historiador santafesino Gerardo Alvarez. En 1881, los Armstrong
venden las tierras a José Arijón, uno de los grandes propietarios de la ciudad,
a quien se las compra luego Eloy Palacios; éste termina negociándolas con María
Echagüe, esposa de Nicasio Vila. El origen del barrio se remonta en realidad a
mayo de 1889, cuando este último, un comerciante y propietario de tierras que
tendría asimismo intensa actividad política en el Rosario (concejal, presidente
del Concejo Deliberante e intendente municipal desde julio de 1906 a febrero de 1910)
eleva al intendente Larrechea el proyecto de fundación de un pueblo en los
mencionados terrenos de la zona oeste. El mismo quedaría organizado en
noviembre de 1891, bajo el nombre de Pueblo Eloy Palacios
La zona oeste del municipio
ofrecía hacia 1870 la posibilidad de arrendar tierras vírgenes aptas para la
agricultura y, aunque carentes de las ventajas que conllevan las cercanías de
un poblado, un grupo de familias se estableció en el sector comprendido por la
prolongación de la calle Cerrito al Sur, Mendoza al Norte, Estados Unidos (hoy
Avenida de Circunvalación) al Este y el Camino de los Muertos al Oeste. Aun
corriendo el riesgo de dejar en el olvido, involuntariamente, los nombres de
aquellos primeros pobladores de la zona, citaremos los que hemos podido conocer
a través de testimonios de descendientes y vecinos de ellos, algunos de los
cuales aún conservan las tierras de sus mayores: Traverso, Luraschi, Mengoni, Mitre, Gasparini, Tonso, Santos Balbi,
Gaspar Ansaldi. También por relatos de antiguos pobladores
sabemos que hubo un asentamiento de poblaciones importante en la zona de calles
Mendoza y Brasil, en donde existía un matadero que proveía carnes al incipiente
poblado y sus quintas y hornos de ladrillos circundantes. Ese lugar era
conocido como La Florida o El Arroyito, no sabemos sifué por el nombre de algún comercio en particular o por
denominarse así, casi presuntamente, toda esa área.
(Wildemar Bengochea: Pueblo Eloy Palacios, Barrio Vila, Barrio Belgrano, Rosario, 2001)
En su presentación ante la intendencia rosarina,
Vila incluye ya el trazado de una plaza, originalmente proyectada en el predio
comprendido por las calles Iriondo, actual Bolivia, Cafferata (actual Perú),
Pasaje ()barrio (actual Pasaje Pettinari) y el pasaje sin nombre cuya nomenclatura actual es Pasaje Campos Salles. Un año después de
concretarse la fundación del pueblo Eloy Palacios, la plaza se inaugura el 13
de junio de 1892, contemporáneamente con la primera escuela, entonces municipal
y hoy escuela provincial''República Federativa del Brasil".
La plaza modificaría definitivamente su conformación al abrirse a
través de ella el trazado de la calle Mendoza y la Avenida Provincias
Unidas, que determinaría la formación de los cuatro segmentos que la
transformarían, hasta nuestros días en la designación popular, en las ya
mencionadas "Las 4 plazas", paisaje emblemático del barrio. Esa
nomenclatura informal oscurecería, hasta hoy, la oficial de Plaza Bartolomé
Mitre, de 1940, y de Parque Mitre, de 1943, con la que se englobó al conjunto.
Un año antes, en 1891, el incipiente pueblito
asistía a la inauguración de su primera capilla, proyectada por el ingeniero
Antonio Micheletti y emplazada en el terreno comprendido entre las actuales
calles Marcos Paz, Bolivia, Avenida Provincias Unidas y un sector de la plaza
primigenia. Recién en 1908, dicho templo, San Antonio de Padua, contaría con
párrocos permanentes. Uno de ellos tendría, en el período comprendido por este
libro, un protagonismo relevante en el desarrollo y consolidación del actual
barrio Belgrano: el padre Domingo Pettinari. El mismo, que había arribado desde
Italia en 1910, ejercería su ministerio hasta su fallecimiento en junio de 1938
y su obra, personalidad, trato llano y directo y espíritu solidario forman
parte de la historia de ese importante conglomerado urbano del oeste rosarino.
Es probable que no exista rosarino que alguna vez, sobre todo si ha
superado los 50 años, no haya dicho o escuchado decir: Andate a la Quinta
del Nato, indicando a alguien que se vaya lejos, que desaparezca
o, directamente, que deje de molestar. El dicho popular nacido en la zona oeste
rosarina, se refiere al padre Domingo Pettinari, sacerdote de la iglesia de San Antonio de Padua, que era a la vez
capellán del Cementerio La
Piedad, al que la jerga popular (siempre ocurrente) comenzó a
designar como La Quinta del Nato, en alusión al sacerdote, apodado de ese modo por las características
particulares de su apéndice nasal. Hombre campechano, era dable verlo —arremangada
su sotana—jugando un partido de bochas o participando, con la muchachada del
barrio, en un puado de fútbol o, como
fuera el caso alguna vez, participando en forma ivniuii dente en algún incidente y no precisamente para
poner la otra mejilla
(Alberto Campazas: La conquista del Oeste,
Ediciones de Aquí a la
Vuelta. 1992)
Centro la vida social del barrio, la
"Sociedad Cosmopolita tópica y Recreativa" congregaría desde su
fundación en abril de 1905 (impulsada mayoritariamente por
entusiastas vecinos, de origen a los habitantes del pueblo. Un año después se inaugura el edificio de
la institución, en un terreno donado por Vila en calle Perú (actual Fraga)
entre Mendoza y Marcos Paz. Ese mismo año, el intendente Santiago Pinasco
decreta la denominación de Barrio Vila para el Pueblo Eloy Palacios,
nomenclatura que en 1910 es sustituida por la actual de Barrio Belgrano, bajo
al intendencia de Fermín Lejarza, en el fervor patriótico del Centenario de
Mayo.
El "Salón
Cosmopolita", como se lo conocería popularmente albergaría asimismo las
reuniones bailables y recreativas del vecindario y en ese ámbito era usual, en
los primeros años del siglo XX, la presencia de la Banda "20 de
Septiembre", integrada por pobladores del barrio, una de las muchas
formaciones musicales de ese tipo que animaban retretas y reuniones danzantes
en la ciudad.
Los comercios e industrias pioneros comienzan a instalarse a finales
del siglo XIX y primeros años del XX. Bengochea menciona una publicación
oficial santafesina de 1896 en la que se consignan algunos de ellos: los
almacenes de Juan Dall'Occhio, Pedro Ballerini, Cirilo Gómez, Modesto
Rotulongo, Roque Musalini, Luis Luigi, Jacinto Hera, Luis Dor, Pedro Alto, Lino
Anganova, entre otros; la panadería de Bartolomé Rocca; la fábrica de zuecos de
Pedro Petiti; la de escobas de Celestino Torti o las talabarterías de Pablo
Cabrera y Manuel Suárez. A ellos deben sumarse los muchos propietarios de
hornos de ladrillos y de quintas que, un tanto alejados del núcleo más poblado,
se contarían entre los iniciales impulsores del progreso del barrio.
El primitivo Barrio
Vila tendría otro foco de poblamiento en la estación ferroviaria del mismo
nombre, parador de los llamados "trenes obreros" del Central
Argentino, que transportaban nutridos contingentes de trabajadores
provenientes de los vastos talleres trasladados por la empresa a la vecina
localidad de Pérez. Muchos de esos obreros se radicarían en las inmediaciones
de la estación, al adquirir sus lotes a través de las empresas inmobiliarias
que impulsarían la urbanización de la zona.
En noviembre de 1911, Alfredo J. Rouillón, por ejemplo, rema taba entre Barrio Vila y Barrio Mendoza, 30 lotes en mensualidades, cuyo promedio
por vara cuadrada pudo calcularse en $ 5.20. Un año después, podían compararse
los valores de las tierras del oeste con las de la zona central de la ciudad,
si se recuerda que un terreno de 10x29 metros, en 9 de Julio entre Maipú y
Laprida podía adquirirse por $ 46.000.- mientras que un terreno en Barrio
Belgrano, de 60x240 metros de fondo, costaba sólo $ 15.000.
Fuente:
Extraído de Libro Rosario del 900
a la “decada infame”
Tomo I Editado 2005 por la Editorial Homo Sapiens Ediciones