Escudo de la ciudad

Escudo de la ciudad
El escudo de Rosario fue diseñado por Eudosro Carrasco, autor junto a su hijo Gabriel, de los Anales" de la ciudad. La ordenanza municipal lleva fecha de 4 de mayo de 1862

MONUMENTO A BELGRANO

MONUMENTO A BELGRANO
Inagurado el 27 de Febrero de 2020 - en la Zona del Monumento

Vistas de página en total

lunes, 29 de julio de 2013

ECHESORTU, EN EL BAJO


La zona ocupada actualmente por el barrio Echesortu (para el que mantendremos la nomenclatura que la ciudad adoptara como defi­nitiva, pese a decisiones municipa­les en contrario) era, a comienzos de la última década del siglo pasa­do, un ámbito casi desolado, "allá lejos" del centro de la ciudad en crecimiento, con dificultoso acce­so. Sólo una curtiembre, la de No-gués, y el tramo conocido como las vizcacheras de doña Luciana, eran paisajes conocidos en lo que en­tonces se denominaba el disrito del Bajo Hondo, del que también formaba parte la "Villa de San Francisquito".
La transformación, sin embar­go, se produjo en forma vertigino­sa, merced sobre todo a la acción de una empresa urbanizadora que, en ese aspecto, alcanzó proporcio­nes de pionera: la de Ciro Echesor­tu y Casiano Casas.
Poco a poco aquel extenso cam­po se parceló en lotes y la tierra en calles. Ciro Echesortu se encargó agrimensor Víctor Tenac, que aún subsiste, Dichas construcciones fueron ordenadas por los her­manos Carlos y Eduardo Jewell y en ellas habitaron altos empleados ferroviarios además de los propie­tarios, que lo hicieron en la vivien­da entonces individualizada con el Na 6. Casi inmodificadas, como una escenografía también inmuta­ble, convertidas en su mayoría en pensiones de estudiantes, esas re­sidencias que se acercan al siglo de antigüedad testimonian parte de los orígenes del barrio Echesortu.
Al club barrial pionero, el Rosa­rio Cricket Club, fundado el 27 de. marzo de 1867 (en 1888 pasaría a denominarse Rosario Atlético Club o Club Atlético del Rosario, como se lo conoce todavía en la actualidad) se le sumarian pronto otras insti­tuciones y comercios que fueron otorgando identidad al barrio. La
inauguración de la iglesia San Francisco Solano y luego de su escuela primaria anexa, mostró la actividad de la orden franciscana en la zona, que se extenderla des­pués a la atención del entonces denominado Lazareto, actual Hos­pital Carrasco.
Los almacenes de ramos genera­les, por entonces una presencia inevitable, se constituyeron en re­sidencia también de primitivos po­bladores. Son recordados, asi. los de Enrique Allbrich, en San Luis y Cafferata; el viejo almacén de José Bottes, en Mendoza y Crespo; el de José Sesán, en Mendoza y San Ni­colás; el de los hermanos Angel y Juan Dellacasa, en Mendoza al 3600, con anexo de fábrica de suissé, licor elaborado a base de ajenjo. Otro de los comercios iniciales fue la panadería El Municipio, de Esta­nislao Uriarte, de la que se afirma que llegó a faenar 2000 kilos diaríos de harina. La única fábrica de principios de siglo era una de cal­zado: la de Cándido Cabezas, en Mendoza y Constitución.
Por aquellos tiempos, el espar­cimiento se daba con la llegada de los esperados circos criollos, con las carreras cuadreras en una can­cha ubicada en calle 3 de Febrero entre Constitución y Bvard. Avella­neda y con las distracciones que proponían el boliche de los Vilches y los recreos. El más importante de estos últimos fue el Gran Recreo Americano, habilitado en 1892, y que perduraría hasta la década del 40 como Recreo Echesortu. Se tra­taba de un restaurante al aire libre con numerosos juegos para chicos al que el tiempo transformaría en cine al aire libre y más tarde en el popular e imponente Cine Echesor­tu, que devendría finalmente en una de las tantas confiterías baila­bles de la ciudad, que proliferaron en las décadas del 70 y del 80.
Pero quizás el lugar más honda­mente popular en la década del 30 40 fue la ya mencionada Conchi­ta de San Pedro, incluida en el extenso predio de la Quinta de San Pedro, donde algunos clubes como Arrillaga, Colombina y Almafuerte tenían sus "estadios" y donde dis­putaban sus encuentros de fútbol ante verdaderas multitudes de ve­cinos. El inmenso ombú en el cen­tro del terreno no reunía, en cam­bio, a mucha gente, pero permitía encuentros mucho más románti­cos bajo la sombra de sus pobladas ramas.
La Plaza Buratovich, por su par­te, fue desde un comienzo el lugar obligado de reunión del barrio. De­limitada por las calles 9 de Julio, 3 de Febrero, Cafferata y San Nico­lás, el tradicional espacio verde fue en principio parte del terreno ofer­tado por el mayor Buratovich al intendente Nicasio Vila en 1908.
 En 1910, el barrio había cam­biado por primera vez de denomi­nación: el nombre Alberti sirvió pa­ra identificarlo oficialmente hasta 1927, ano en que se le devolvió la denominación original. Sin embar­go, en 1950, y en el marco y la euforia sanmartiniana, le fue im­puesta otra nomenclatura: Barrio Remedios de Escalada de San Mar­tín. A pesar de ello y de las cuatro décadas transcurridas desde en­tonces, los vecinos difícilmente lo llamen de ese modo. Lo conocen y recuerdan como Echesortu.
En el, como una especie de es­pina dorsal trazada de este a oeste, desde el río Paraná (con su elegan­te barrio Martín, donde nace o muere según se desee) hasta su finalización, la calle Mendoza ha configurado una fisonomía comer­cial que —en tramos como los que corren desde Ovidio Lagos a Bvard. Avellaneda— adquiere incluso re­levancia de "centro de compras" de una buena parte del vecindario. Sobre ella se emplazan instituciones bancarias, escuelas, negocios, boutiques, supermercados y todo tipo de locales. Algunos de ellos, como el antiguo pero vigente café La Capilla, en la esquina de Men­doza y Bvard. Avellaneda, resguar­da todavía una parte entrañable de la crónica cotidiana del barrio…

Fuente: extraído de la revista “Rosario, Historia de aquí a la vuelta  Fascículo Nº 18 .  De Enero 1992. Autor: Alberto Campazas