Una de aquellas empresas inmobiliarias pioneras, la de Ciro Echesortu
y Casiano Casas, sería protagonista principal, por su parte, del desarrollo del
Barrio Echesortu, que para 1900 estaba ya prácticamente constituido y al que
se conocería siempre por esa denominación, pese al cambio de la misma por la
de Barrio Alberti, entre 1910 y 1927, y la posterior y vigente de Remedios
Escalada de San Martín, fruto del entusiasmo patriótico de la conmemoración del
Año Sanmartiniano en 1950.
El eje principal del barrio sería también la calle Mendoza, sobre la que ya en 1892, por ejemplo, se instaló el
"Gran Recreo Americano", que ofrecía entretenimiento y recreación a
una población cada vez más numerosa, conformada como en todos estos núcleos del
oeste rosarino, por una gran mayoría de inmigrantes italianos y españoles.
Serían ellos, con sus oficios y artesanías, sus pequeños comercios y su laboriosidad,
los que darían a estos barrios su condición populosa.
El aludido recreo subsistiría hasta la
década del 40 del siglo pasado, con la denominación de "Recreo
Echesortu", para dar lugar más tarde al "Cine Echesortu", una de
las salas cinematográficas más importantes y de mayor capacidad de la ciudad.
En los años finales del siglo XIX, la subdivisión en lotes de los extensos predios del Distrito Bajo Hondo
por "Echesortu y Casas" y las facilidades de pago implementadas para los adquirentes, sumado a la llegada a la zona del servicio de tranvías a caballo a través de una empresa organizada
asimismo por el dinámico Ciro Echesortu, habían incidido en el paulatino
poblamiento y la consecuente constitución del barrio.
Contemporáneas de su nacimiento son
algunas construcciones aún subsistentes y emblemáticas, como las levantadas por cuenta de los hermanos Carlos y
Eduardo Jewell sobre calle Córdoba entre Vera Mujica y Crespo, proyectadas por
el agrimensor Víctor Tenac y destinadas a los empleados jerárquicos del
ferrocarril. Los Jewell residirían allí, en la vivienda N° 6, próximos a lo que
era, desde 1867, el emplazamiento del Rosario Cricket Club, en terrenos de la
conocida como Quinta Jewell.
Diversos comercios distintivos, como los
tradicionales almacenes de ramos generales de Enrique Allbrich, en Cafferata y
San Luis; de Angel y Juan Dellacasa, en Mendoza entre San Nicolás y
Constitución; el de José Bottes, en Mendoza y Crespo; el de José Sesan en
Mendoza y San Nicolás, y el despacho de bebidas de Miguel Grosso, sobre calle
Lavalle; panaderías como "El Municipio", de Estanislao Uriarte, y
algunas fábricas medianas como la de calzado de Cándido Cabezas, en
Constitución y Mendoza, fueron radicándose en el sector otorgándole un
dinamismo inicial que por mucho tiempo sería característica peculiar de ese
barrio rosarino, pese a los períodos de recesión económica que en algunos
tramos del siglo XX, en especial después de la década del 60, atenuaron esa
dinámica.
Dos ámbitos abiertos y disímiles constituían
asimismo paisajes entrañables de Echesortu en los primeros treinta años del
siglo pasado: la
Plaza Buratovich, en la manzana comprendida entre las calles
3 de Febrero, 9 de Julio, Cafferata y San Nicolás, proyectada en el terreno
donado a la
Municipalidad de Rosario por Nicolás Buratovich, frente a la Iglesia San Miguel
Arcángel, y la llamada "Quinta San Pedro", un vasto predio enclavado
en el corazón del actual barrio y limitado por las calles San Luis, Rioja,
Castellanos y Lavalle.
Echesortu, recordó José Raúl García, era entonces un puñado
de construcciones (la mayoría de ellas precarias) del que sobresalían los
chalets del bulevar Avellaneda, de propiedad de ejecutivos del ferrocarril, en
esos años explotado comercialmente por capitales ingleses. Lo cierto es que por
las noches, la Quinta San Pedro presentaba un aspecto
sencillamente desolador... A ello contribuían no
poco algunas apariciones, en muchos casos casi fantasmales, comunes asimismo a
otros ámbitos rosarinos de la misma época...
En torno a la Quinta
San
Pedro se tejieron con el tiempo innumerables leyendas. Una de
ellas daba cuenta de la aparición, con cierta frecuencia en algunos años, de
la popular llorona. Se trataba de simples
bandidos que, disfrazados de mujeres, habitualmente ataviados con
ropas oscuras, se aprovechaban de la sensibilidad de algunos. La llorona se sentaba, en horas de la noche, a la vera del
ombú, de varios metros de diámetro, para llorar amarga y desconsoladamente.
Los desprevenidos acudían en socorro de "ella" que, ni lerda ni
perezosa, aprovechaba la circunstancia para amenazar, golpear y robar al
sorprendido y burlado en su buena fe ayudante. A muchos los dejaban completamente
desnudos juntos al ombú que se encontraba en lo que hoy es calle Lavalle,
pasando unos, aproximadamente, 15 metros de San Luis. Por los años 20 aparecía,
en medio de la oscuridad, el chancho, otro personaje disfrazado, ciertamente con atuendos especiales, que
emitiendo espantosos sonidos atemorizaba a la gente del lugar. Cierta vez un
escopetazo de un enardecido vecino, terminó con el fantasma y casi con la vida
del tenebroso personaje que, por determinado lapso, asoló a los habitantes del
lugar...
(José Raúl García: "La increíble historia de
la Quinta San
Pedro", en suplemento del diario Rosario, 1° de julio de 1984)
Los terrenos de la extensa quinta iban a
convertirse poco después en canchas de fútbol, en las que desarrollarían su
encendida pasión por ese deporte, en especial entre 1920 y los primeros años de
la década del 30 del siglo pasado, varios clubes de la zona, algunos con mayor
relevancia que otros, como Atlantic Sportman, Club Atlético Arrillaga,
Almafuerte,"Colombina","Los Rojos" o "Los Seis
Corazones", que debía su denominación a la cantidad de
componentes de su modesta comisión directiva, según consigna José Raúl García; el primero de ellos militaría en la Asociación Rosarina
de Fútbol, en primera división, y subsiste como una de las instituciones
tradicionales de Echesortu.
La Quinta San Pedro, como otros espacios abiertos, por entonces abundantes en la
ciudad, sirvió asimismo de ámbito de emplazamiento para muchos de los circos
que llegaban a Rosario en los primeros treinta años del siglo XX y el imponente
ombú que fuera elemento distintivo de la misma caería finalmente en la década
del 40, al iniciarse el proceso de loteo y urbanización de los terrenos y la
ulterior construcción de viviendas.
La misma condición popular que el anterior
tendría el Barí io Mendoza, surgido en terrenos de los hermanos
Julio Daniely Faustino Infante, quienes propiciaron a través de "La Inmobiliaria Rosarina", la construcción y venta de viviendas. Ese proyecto, abortado
en parte en 1908 por la liquidación de la ociedad —que continuaría en forma casi de cooperativa con otros
socios—, sería el origen del inicialmente llamado "Barrio de las
Rosas", luego Azcuénaga (en 1920) y posteriormente Barrio Mendoza. El
poético y olvidado primer nombre correspondía a la realidad, ya que los Infante
fomentaban la plantación de rosales y otras plantas de flores en el frente de
las casas construidas en su urbanización inicial, de la que formaba parte su
propia vivienda.
Al iniciarse el siglo un grupo de entusiastas
vecinos, entre los que se contaba el doctor Julio Daniel Infante, promovió la
construcción de los barrios obreros de Arrillaga, Mendoza y Godoy, a través de
la sociedad conocida como La Inmobiliaria
Rosarina, la cual comenzó con la venta de terrenos alambrados en la zona oeste,
y si los compradores lo deseaban, le colocaban una vistosa puerta de hierro,
entregándoles las llaves como si se tratase de una casa de material. Si bien La Inmobiliaria entró en
estado de liquidación en Í908, su obra no cesó puesto que sus iniciadores formaron
un sindicato al que ¡a ciudad le debe la compra de la Quinta
Jewell, lo que permitió la apertura
de las calles Vera Mujica, hasta el callejón de Urquiza, y San Lorenzo, desde
Crespo a la estación ferroviaria.
(Mónica Noemí Martínez de Neirotti, "Hacia el nuevo siglo",
en Rosario, Edición de la
Fundación del Banco de Boston, 1988)
El centro del Barrio Azcuénaga estaba constituido a principios del
siglo XX por la conocida como "Manzana 14", delimitada hoy por las
calles Olascoaga, Alvarado, Zapiola y Forrest, a la que Infante había asignado
como ámbito para la expansión y uso vecinal, bajo la forma de un recreo, que
incluía una pileta. La construcción, subsistente aún, coronaba sus cuatro pisos
con un mirador, que le otorgaba mayor prestancia todavía a los ojos del raleado
vecindario, que podía ejercitar en el lugar una vida social que no por módica
dejaba de ser menos atractiva, sobre todo teniendo en cuenta la lejanía del
centro de la ciudad, donde ese tipo de atractivos eran muchos más. Pese a
ello, el recreo era frecuentado también por quienes vivían precisamente en la
zona céntrica rosarina.
María Teresa Más nació en 19í5,y es hija de Pedro
Más, mozo y cocktelero de profesión, quien en 1914 estaba a cargo del recreo.
Según María Teresa, "alrededor de 1914 era conocido como El Recreo del
Doctor Infante. Tenía dos canchas de
tenis, cancha de bochas, se jugaba con frecuencia a la pelota a paleta, deporte
que atraía especialmente a la comunidad vasca. También se pasaban películas a través
de un biógrafo y no se cobraba entrada. Las proyecciones se hacían los sábados
a la noche o los domingos en matine. El bar era al aire libre, por eso se
cerraba a la noche. Era un lugar al que concurría gente adinerada que vivía en
el centro. Mi padre contaba que era muy frecuente ver a las hijas de Infante
jugando al tenis... En el recreo se hacían kermeses y contaba mi abuelo que
también había un tambo y estaba la pileta. Yo
la vi pero como en sueños, a través del relato de mi padre.
En enero de 1912, los hermanos Infante y
Juan Arrillaga, instalados con su inmobiliaria en Córdoba 1353, publicaban
avisos consignando algunas de las ventajas de los 47 lotes que ofrecían en el
actual Barrio Mendoza, pagaderos en 65 mensualidades: Tranvía línea 14, adoquinado pagado, veredas y doble fila de árboles.
Alumbrado y limpieza gratuitos hasta el 30 de julio de 1912". La enumeración no terminaba allí, ya que
se consignaba la existencia de escuela pública
provincial gratuita; pileta de natación con derecho a un baño mensual para los
libretistas (sic); baños calientes, canchas de pelota y de bocha;
cinematógrafo...
Ya casi en los límites de aquel oeste que
comenzara a poblarse en los finales del siglo XIX y principios del XX, y donde
se constituirían más tarde los barrios Triángulo y Moderno, una construcción
residencial de características inusuales para la zona se erguía ya antes de
1930: la conocida como "Villa Augusta", ubicada en Felipe Moré y
Bvard. Seguí, cuyo propietario Carlos Deliot era dueño asimismo, con Mauricio
Casal, de un extenso predio extendido entre la actual Avenida Provincias Unidas
y el tendido ferroviario.
Deliot, hombre de importante fortuna, descendiente de franceses,
murió soltero dejando un legado que permitió, no sin largas tramitaciones
judiciales, que sus inmuebles y tierras pasaran al dominio municipal. De ese
modo, la también conocida como "Mansión Deliot" de la zona oeste se
convertiría, sobre finales ya del siglo XX en un centro de salud, el
Dispensario "Mauricio Casal", y los terrenos que con formaran el
antiguo y extenso parque de la misma, en el "polideportivo Deliot",
enclavado hoy en una zona populosa, inaugurado en diciembre de 2003. El batallador J. Daniel Infante, de ideas socialistas y espíritu solidario,
sería promotor de empresas urbanizadoras exitosas, como la que llevara a la
formación de otro núcleo urbano en el oeste de la ciudad: el Barrio Godoy, que
en los primeros años del siglo pasado era realmente "el suburbio".
Infante había previsto incluso, para ese proyecto, la habilitación de
"ómnibus-automóviles" para que los probables compradores tuvieran
una visión in situ de los terrenos.También en 1912, un aviso de su empresa anunciaba: Barrio Godoy, sobre Provincias Unidas, cerca de la Avda. Godoy: una calle
de 21 metros
de ancho, las demás de 15
metros sin pasajes. Omnibus-automóviles por Córdoba,
Bvard. Oroño, 9 de julio, La
Plata, Avda. Godoy, Cementerio de la Piedad, Barrio Godoy, con
salida de plaza 25 de Mayo de 6.30 de la mañana a 7.30 de la tarde, las dos secciones a 0.15 centavos. La opción de viaje era
una berlina de 6 asientos a $ 1.50 el pasaje.
En 1915, Juan Arrillaga seguía vendiendo lotes allí en mensualidades
de 7 pesos, aclarando que se trata de terrenos
altísimos, donde corre el aire puro y luce el sol; sitio fresco en verano y
delicioso en invierno, con servicio de aguas corrientes y coches gratuitos para
los pobladores, con oficina de correos, de policía y una excelente escuela
nacional. El mismo año, otro aviso periodístico abundaba
en otros detalles: Barrio Godoy, fundado en el año 1911
en terreno alto y fértil; ya hay radicadas más de 100 familias; la posibilidad
de criar aves y cultivar legumbres puede procurar una vida cómoda y barata...
También contemporánea sería la experiencia del Barrio Arrillaga, con
viviendas de interesante proyecto y muy digna construcción, destinadas
inicialmente a los empleados y personal jerárquico de los ferrocarriles
ingleses instalados en la ciudad. Varios de los chalets originales emplazados
sobre Bvard. Avellaneda desde Mendoza hacia el Sur subsisten aún, con
innumerables modificaciones en su estructura en la mayoría de los casos pero
conservando en otros, pese a la modificación de la escenografía urbana
circundante, mucho del encanto primigenio. Esa concepción de elevar la calidad
de vida de los barrios obreros estaría también en el espíritu de la veintena de
casas que La
Inmobiliaria Rosarina levantaría, entre 1908 y 1910, en Santa
Fe entre Crespo e Iriondo, con su pequeño terreno al frente, debidamente
alambrado y hasta con una puerta de rejas que los distinguía del resto de las
construcciones aledañas.
Conocedores de los problemas de vivienda, los
socios de la Inmobiliaria
decidieron entre 1908 y 1910 la construcción de 20 casitas ubicadas sobre la
calle Santa Fe entre las de Crespo e Iriondo, terreno alto, considerado por
entonces que se encontraba en las afueras pero no tan lejano como para que
resultara molesto relacionarse con cualquier punto de la ciudad. Las casitas,
separadas entre sí por cercos de alambre, eran de tipo chalet, con una sala
comedor amplia, un dormitorio en la parte alta, un cuarto de baño, cocina,
comedor y corralito. Las viviendas se vendían en mensualidades de 65 pesos o
bien se alquilaban a 3 pesos mensuales.
(Martínez de Neirotti: citada)
A mediados de la década del 20, y a impulsos del
intendente Manuel Pignetti, se concretaría en Barrio Mendoza el proyecto de
"La Vivienda
del Trabajador", otra destacable iniciativa de vivienda digna, que posibilitaría
a muchos asalariados el acceso a aquélla, aun cuando el plan programado, como
se verá más adelante, terminó trunco a la mitad. Muchas de aquellas viviendas,
sin embargo, subsisten todavía en algunos casos con modificaciones, como
testimonio de la iniciativa.
Características distintas tendría en cambio, en su origen, otro de los
barrios del oeste, el de Fisherton, primero definido como pueblo (sus planos
seguían las características de otros pueblos ferroviarios, nacidos en las
tierras que los ferrocarriles ingleses y franceses habían obtenido como parte
de las concesiones otorgadas por el gobierno argentino), aunque nunca
funcionara como tal, en oposición, por ejemplo, al de Alberdi.
Su traza en predios del Ferrocarril Central
Argentino fue realizada por uno de los directivos del mismo en la ciudad,
Henry Fisher, en 1889, y en ellos se levantarían, a partir de 1890, las
viviendas típicamente británicas de los altos funcionarios y empleados
jerárquicos de la empresa de capitales británicos. Esas primeras residencias,
con sus cuidados parques (un par de ellas se yergue aún airosamente en el
barrio) contribuyeron entonces a enmarcar un ámbito especial en esa zona de la
ciudad en la que por entonces sólo podían contabilizarse aisladas quintas. La
incipiente urbanización tendría, en consecucm ta, características exclusivas,
con el Bvard. Argentino como principal vía comercial y de
tránsito.
La calle Morrison, por su lado, sería emplazamiento de mU( h(M de las residencias de
los habitantes iniciales del barrio. En ella estaban ubicadas, por ejemplo, las
de Case, Bowling, Cadmus, Davis, E. G. Benedict, Carleton,JefFries, Knight y
Watson. Sobre Bvard. Argentino se levantaron los chalets de otras familias
inglesas como las de Ainsworth, Christie, Day, Parr (destruida por un incendio
en la década del 80 del siglo XX),Talbot, Middleton (en la esquina de Tarragona
y el aludido bulevar), Boardman y otros, mientras se erigían asimismo viviendas
de la misma arquitectura sobre arterias como Brassey (la de Benedict), Calle 1,
actual Comenius (Winchester) o calle 3, actual Ing. Micheletti, como la de
Sylvester.
Aquellos primeros residentes fueron los que otorgaron a la zona, a
través de sus viviendas, la arquitectura típicamente inglesa que la
caracterizara por décadas, y lo mismo harían más tarde los residentes
vinculados al Frigorífico Swift que construyeron sus residencias en el barrio.
Las mansiones y los cuidados y extensos parques y jardines que las rodeaban
dieron al inicial "Fishertown" (cuya traducción literal de
"pueblo de Fisher" quedaría opacada para siempre por él argentinismo
Fisherton, que ha sobrevivido incluso a su actual denominación de Barrio
Antártida Argentina) las características de un barrio de elite. Y en realidad
lo era.
Incluso los nombres de dos de sus calles
emblemáticas recordaban, desde los mismos orígenes del pueblo, a personajes
vinculados a la comunidad: los de Morrison y Brassey, esta última en homenaje a
Thomas Brassey, muerto en 1870,
a quien sus compatriotas calificaban con razón como
"el mayor constructor de ferrocarriles del mundo", y que fuera el
real gestor de los aportes británicos de capitales que posibilitaron a
Guillermo Wheelwright la concreción de tendidos ferroviarios en el país.
La presencia inicialmente mayoritaria de sajones
no impidió que, en pocos años, sumándose a los primitivos habitantes de la
zona, propietarios de extensas quintas, se radicaran inmigrantes y criollos,
con apellidos de larga vinculación con Fisherton, como el de Debernardi.
Instalado en 1911 en Barrio Vila, el italiano Domingo Debernardi sería, desde
allí, el primer proveedor de pan de Fisherton, adonde trasladaba la mercadería
en jardineras a caballo. En 1919 instaló su panadería (la primera del barrio)
en Sánchez de Loria y Córdoba, para convertirse en uno de los comercios
tradicionales y reconocidos.
Profundamente vinculados al estilo de vida y
tradiciones británicas estuvieron, por su lado, tanto el Fisherton Golf Club,
fundado casi contemporáneamente con el pueblo inicial y antecedente del
ulterior Rosario Golf Club, como el Harás Ascott (de propiedad de Christe) y la
capilla Cristo Rey levantada con el aporte de los residentes, sin distinción en
ese caso entre católicos y protestantes, que constituyó desde su construcción
en los finales de los años 20 una de las imágenes más distintivas y
entrañables de Fisherton, junto a la estación ferroviaria construida por el
Central Argentino y la contigua plaza Vicente López y Planes.
La intención de demoler el templo (un real patrimonio histórico,
cultural e incluso arquitectónico, pese a su sencillez) para levantar otro de
características mucho más rumbosas, impulsada por el párroco de la misma,
provocó entre los años 2000 y 2002 una masiva protesta, primero del barrio y
luego de la mayoría de los rosarinos, ante las autoridades municipales,
provinciales y nacionales. La declaración de la capilla como sitio de interés
histórico nacional (sumada a una ordenanza municipal y una ley provincial que
le habían otorgado similar posibilidad de preservación al templo) la salvaron
hasta hoy de la injusta piqueta o de modificaciones que hubieran desnaturalizado
la construcción original.
Al constituirse en 1907 la "Sociedad Nueva Fisherton" (integrada
por algunos de los ingleses que habitaban el barrio), la misma dio comienzo al
loteo y urbanización de vastos terrenos en la zona, posibilitando la radicación
de una población más heterogénea, que con el tiempo construiría viviendas mucho
menos arquetípicas e iría dando al barrio un carácter más popular, convirtiendo
a la calle Córdoba en el eje del mismo. En agosto de 1912, la empresa, cuyas
oficinas se ubicaban en Santa Fe 1130, frente al Correo, promocionaba en La Capital la venta de lotes en 66 mensualidades, cuyo pavimento se está construyendo desde el mismo Fisherton, a 15
minutos de Rosario, con 37 trenes diarios.
Aquel oeste lejano comenzaba a poblarse
rápidamente, con la aparición de esos proyectos de urbanización, a los que se
sumaban otros como los emprendidos hacia el Centenario por "La República S. A."
para el "Barrio La
República", en calles Rioja, San
Luis, San Juan, Lima, Paraná y otras, rodeado de tranvías, con
agua Industrial. La oferta de terrenos pagaderos en 80 cuotas mensuales
precisaba: í 6 cuadras de frente sobre la importante avenida
Mendoza, con doble vía de eléctrico sobre la que dan 32 manzanas, seis cuadras
de frente al Bulevar Provincias Unidas, sobre la que dan 12 manzanas. El anuncio lo define, con una tal vez exagerada adjetivación que
incitaba a la compra, como este aristocrático
barrio que cuenta con elegantes construcciones, parques, plazas, escuelas,
comente y a una cuadra del adoquinado. Los lotes ofrecidos por la inmobiliaria, que tenía sus oficinas en
Mendoza 1125, se pagaban en mensualidades, sin intereses ni comisiones, con un
único desembolso inicial de dos cuotas. En Monos y Monadas, en el año del
Centenario, se promociona una Urbanización de Ernesto Brandt denominada
"Las Huertas del Rosario", que también se emplazaba hacia el noroeste
y que estaba constituida por un millón y medio de
varas cuadradas divididas en pequeñas parcelas, todas con frente a la
prolongación de la calle Juan José Paso.
Las opciones que daba Brandt, cuya céntrica
inmobiliaria estaba instalada en Santa Fe 964, no dejaban de ser variadas, si
se atiende al aviso: Se trata de un negocio
con tres soluciones: V) Se compra y se trabaja personalmente la tierra,
formando un hogar. 2o) Se compra y se arrienda para que otros
trabajen la tierra. 3o) Se compra y se guarda. En los tres casos se
cuenta con la valorización matemática de la propiedad raíz, entusiasmaba el vendedor a los posibles compradores, agregando otro
dato nada desdeñable: Todo producto de estas
huertas puede venderse en la puerta de cada una, pues están dentro del
Municipio de Rosario.
Otra empresa también interesada en el negocio inmobiliario que se
vincularía a los barrios del oeste sería Bacigaluppi y Rúa, con oficinas en
Córdoba 820, que en 1909 publicaba en Rosario Industrial: un remate de tierras en mensualidades en la zona
oeste, cercana a comisarías, estaciones del FFCA y tranvía eléctrico, casas de
negocio y en una palabra todo lo necesario para el vivir bien...
También del oeste, o del noroeste, era otro de los barrios populares
del Rosario de finales del siglo XIX y comienzos del XX: Ludueña. Nombre y
emplazamiento del mismo venían de muy antiguo, como que las tierras existentes
al sur del antes llamado Arroyo Salinas habían pertenecido al capitán Antonio
de Ludueña, quien a su vez las recibió de los sucesores del capitán Luis Romero de Pineda, primitivo
poseedor de las tierras en las que se fundaría la villa del Rosario.
El nombre de Ludueña se consolidaría en 1873, cuando la municipalidad
decidió calificar de alguna manera los distintos sectores en que estaba de
hecho dividido el amplio ámbito conocido como el Rosario, y lo dividió en
cuatro calificaciones:"ciudad","extramuros" (que eran los
que quedaban fuera de las actuales Avenida Francia y Bvard. 27 de
Febrero),"suburbios" y "bajo". Crea a la vez, en aquellos
"extramuros", los pueblos de Saladillo, San Francisquito y Ludueña,
en una zona que ya entonces, en la segunda mitad del siglo XIX, era un
desperdigado sucederse de quintas, algunos hornos de ladrillo y uno que otro
comercio que obraba como un Adelantado.
Tres años antes se había producido la instalación en la zona del
Ferrocarril Central Argentino, y en 1898 se habilitó la estación Ludueña (en
Carriego y Rafaela, incendiada en 1943) como apeadero de los trenes de dicha
línea y en especial del "tren obrero". La presencia de las instalaciones
ferroviarias iba a atraer para radicarse allí a muchos inmigrantes,
mayoritariamente italianos, que trabajaban en la empresa o que lo hacían en
otras industrias vecinas, como la fideera de Minetti, en el nacimiento del
Barrio de las Latas.
Barrio popular, resultaría de los de más lento
progreso, en parte también por la presencia de un flagelo que se convertiría en
un problema insoluble por muchas décadas, por la desidia de los sucesivos
gobiernos provinciales y municipales que poco hicieron para erradicarlo, o por
lo menos, paliar debidamente sus negativos efectos: las inundaciones, como
consecuencia del desborde de las aguas del arroyo en épocas de grandes lluvias
o de grandes crecidas del Paraná, en especial en el llamado sector Ludueña
Norte, comprendido entre Provincias Unidas, Gorriti, Iguazú y vías del
ferrocarril.
Fuente:
Extraído de Libro Rosario del 900
a la “decada infame”
Tomo I Editado 2005 por la Editorial Homo Sapiens Ediciones