Fue
organizador del instituto de Fisiología de la Facultad de Ciencias Médicas de
Rosario dándole reputación internacional y promovió la fundación de la
Asociación Rosarina de Cultura inglesa, de la Asociación Argentina para el Progreso
de las Ciencias y la Asociación Rosarina para el Fomento de la Investigación
Científica (ÁRFIC).
Por Jimmy Lewis*
Soy el octavo hijo de nueve
nacidos vivos del matrimonio de Juan T (Treharne) Lewis y de Olive Mary Thomas.
Mi padre, doctor en Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires y mi
madre, Medical Doctor de la London (Royal Free Hospital) Medical School for
Women. Los estudios primarios de mi padre fueron en la Preparatory School en
Kensington, Inglaterra, finalizando en el colegio de los Hermanos de La Salle
de Buenos Aires, Argentina y los estudios secundarios en el Colegio Nacional de
Buenos Aires. Los de mi madre, tanto primarios como secundarios en la
Haberdasher's School de Acton Londres, Inglaterra. Ambos recibieron la típica
educación basada en el estudio del latín.
Juan T. se graduó de médico
en 1919, a los 21 años, y se doctoró en 1921, recibiendo el premio de la
facultad de Ciencias Médicas a la mejor tesis "Fisiología de las glándulas
suprarrenales". Luego hizo el internado en el Hospital Durand en 1919 y en
el Hospital Nacional de Clínicas en 1920. En el principio de su carrera se
sucede una vorágine de intereses y actividades. En 1922 se suma al grupo de
colaboradores del doctor Escudero en el Hospital Nacional de Clínicas y en
1922-1923 es jefe de Clínica en el Departamento del doctor Escudero, al mismo
tiempo empieza a trabajar en el Instituto de Fisiología de la Facultad de
Medicina de Buenos Aires donde en 1924 se encarga de los trabajos prácticos. En
el período 1924-1929 fue asistente de la Cátedra de Fisiología dirigida por el
doctor Bernardo A. Houssay. Durante 1924 toma a su cargo el curso oficial de
fisiología durante la ausencia del doctor Houssay en su viaje a Europa, y en
esos años fue la cabeza de la sección Farmacológica del Instituto de
Bacteriología del departamento Nacional de Higiene. Aquí asegura su
determinación de dedicarse a la investigación científica, full-time en la
medida de lo posible aun sabiendo que esto significaba una vida de sacrificio y
de austeridad. Durante estos años tuvo pruebas simples y contundentes de que
podía hacer una carrera ascendente como clínico con sus éxitos en la práctica
privada bajo la tutela del doctor Escalier, Ministro de Salud Pública de
Bolivia y amigo de la familia que lo invitó a compartir sus consultorios.
En 1925 ganó una Beca de
Investigación de la Universidad de Buenos Aires junto con la Fundación
Rockefeller de EEUU, para perfeccionar sus conocimientos de Fisiología,
especialmente en técnicas experimentales en EEUU y en Europa. El fue el primer
argentino en obtener este tipo de Beca. Por ese motivo, se ausentó dos años de
sus distintos compromisos, primero estuvo en la Escuela de Medicina de Harvard
en Boston, bajo la guía del profesor Walter Cannon, uno de los grandes maestros
en trabajos de Investigación, donde continuó con sus experiencias sobre las
glándulas suprarrenales. Estaba feliz en Harvard e hizo muchas amistades,
especialmente con la familia Cannon. Al doctor Cannon le hubiera gustado
hacerle un lugar permanente en su laboratorio pero desafortunadamente al fin
del año tuvo un,severo quiebre físico como resultado de años de exceso de
trabajo y de una desatención a las señales de una tuberculosis pulmonar.
Tuvo uno o dos picos de
hemoptisis el último año en Buenos Aires, pero su médico el doctor Gregorio
Aráoz Alfaro le aseguró que el problema era la desatención. De todos modos un
día fue encontrado en el suelo del laboratorio donde estaba trabajando y quedó
en coma por dos o tres semanas en el Hospital Peter Bent Brigham de Boston.
Años más tarde le dijo a mi madre que creía que había tenido un ataque de
tuberculosis miliar que era considerado fatal en aquella época, pero que por
algún milagro había sobrevivido. Estuvo varios meses en rehabilitación en el Sanatorio
Trudeau en los Adirondacks que le dieron gran experiencia en cuidados expertos
de enfermería. Pudo finalizar su curación en Chamonix en los Alpes, donde tuvo
que ser sometido a una operación quirúrgica de apendicitis a la que llegó justo
a tiempo, luego de un temerario viaje nocturno en automóvil hacia Ginebra para
la cirugía, antes que el apéndice se perforara. Mi padre, acompañado por su
madre que había viajado a los EEUU
para estar con él, se
encontraron allí. Alrededor de 1926 estaba lo suficientemente recuperado como
para ir visitando muchos centros en Francia y en Suiza donde se hacía
investigación en medicina y fisiología. Pero, le llegó el momento de retornar a
Buenos Aires en marzo de 1927. Su beca preveía un año de estudios en Inglaterra
después de su estadía en Harvard, pero ésto hubo que cancelarlo y sólo pudo
hacer a último momento una visita a Londres, que sólo duró una semana pero que
tuvo importantísimas consecuencias.
Al llegar a Londres, la
última semana de febrero de 1927, llamó primero a su tío, el doctor Charles
James Thomas, médico oficial senior del Concejo del Condado de Londres, con
oficinas en el todavía inconcluso edificio de este Concejo en el lado opuesto
del puente de Westminster. El doctor Thomas estaba casado con la matemática
Winifred May Lewis, una hermana del padre de Juan T. e insistió que papá se
quedara en su casa mientras estuviera en Inglaterra. Allí conoció a su prima
Olive Mary Thomas, de 21 años de edad, que justo estaba terminando sus estudios
en la London Medical School for Women. Se enamoraron a primera vista, y cuando
tomó su pasaje para el programado viaje el 5 de marzo de 1927 a Buenos Aires,
se encontró comprometido para casarse. Hizo lo imposible para resistirse a esos
sentimientos ya que sentía lo incierto de una posición laboral y financiera y
el hecho de querer llevar a Olive lejos de su familia, amigos, carrera, medio
ambiente convertían su casamiento en un gran riesgo. Dadas como se dieron las
cosas, Juan T. siempre creyó que ésto fue lo mejor que le pudo haber pasado a
él, y ninguno de los dos jamás pensaron en volver atrás.
Una vez más en Buenos Aires,
durante 1927, Juan T. actuó como jefe de la sección fisiología del Instituto
Universitario de Fisiología, reteniendo su posición como jefe del departamento
de Farmacología del Instituto Nacional de Bacteriología donde se convirtió en
el responsable para el Programa Nacional para el Tratamiento de las
Enfermedades de la Tiroides en la provincia de Salta. Su afianzamiento como
profesor asistente full-time a cargo de la investigación en el Instituto de
Fisiología llegó en diciembre y entonces, inmediatamente, envió un cable a su
prima diciendo que estaba en condiciones de ir y casarse con ella. Su noviazgo
fue realizado por correspondencia durante el año y justo antes que el cable
llegara, Olive había sido recibida dentro de la Iglesia Católica Romana por el
R.P.Kuypers, el Prior del
Priorato Benedictino de
Ealing, que actualmente es Abadía.
Juan T. llegó a Inglaterra la
última semana de enero de 1928 y la necesaria dispensa para el casamiento entre
primos hermanos había llegado de Roma, de modo que el 4 de febrero éste se
realizó en el Priorato de San Benito, de Ealing, El tío de Juan T., más tarde
Sir Ashley Ward, presidente del directorio de los Talleres Metalúrgicos Albion
de Sheffield, casado con Hilda Lewis, otra de las hermanas de su padre fue el
padrino y las dos hermanas de mi madre, Margaret y Sally, las damas de honor.
Después de tres semanas de luna de miel en París regresaron a Londres donde mi padre
tuvo ocasión de conocer a otro pariente, el primo de su padre, médico del Rey,
famoso fisiólogo experimental en el Colegio Universitario de Londres quien
cambió conceptos previos sobre el funcionamiento del corazón, también
estableció una profunda amistad con el doctor Henry Dale, director del
Instituto Nacional de Investigaciones Médicas de Hampstead, cuyo trabajo sobre
la Transmisión Química de los Impulsos Nerviosos le hizo ganar el Premio Nobel
1936. Juan T. se interesó mucho en este campo de investigación pero no se
sentía aún capaz de realizar algo solo.
De regreso en Argentina, a
fines de marzo de 1928, después de una visita con mi madre a Salta, acompañado
por el doctor Sordelli, Director del Instituto de Bacteriología y de su
asistente para inspeccionar los resultados de la campaña de prevención de
enfermedades de la tiroides, tomó otra vez su cargo de Profesor asistente e
investigador full-time, dando clases de endocrinología. En octubre de 1929 fue
invitado a hacerse cargo de la cátedra de Fisiología de la Facultad de Medicina
de Rosario. Sus actividades y escritos habían sido minuciosamente registrados
esta vez en el curriculum vitae presentado.
En Rosario se ocupó en
organizar el Instituto de Fisiología con dedicación exclusiva a la investigación
y docencia. Su Instituto pronto adquirió reputación internacional, y se
convirtió en amigo, mentor y maestro de incontables colegas y estudiantes,
contagiando a muchos de ellos su entusiasmo y devoción por su trabajo. Siempre
fue un jefe muy generoso, dispuesto a dar alguna sugerencia para el estudio o a
dar manos anónimas de ayuda cuando las ideas se esfumaban, tanto que era
conocido en su instituto como el "Padre Nuestro". Tuvo la reputación
de ser exigente entre los estudiantes de los que esperaba altas performances,
pero siempre considerando actuar con justicia. Como decía de si mismo tiempo
después, en un discurso que se hizo famoso cuando fue reinstalado nuevamente en
su cátedra universitaria en mayo de 1945 después de su primera renuncia a causa
de la facción gubernamental del momento: "He sido y espero seguir siendo
un Profesor exigente, pero siempre tratando de ser justo, con esa justicia que
es completa porque está basada y motivada por la caridad, que es un profundo
amor por el alumno, inspirado por el amor de Dios". Estas no ran palabras
vanas. Durante los años en que Juan T. fue profesor de fisiología en la
Facultad de Medicina de Rosario, además de todas esas actividades asociadas con
su profesión como por ejemplo ser miembro de sociedades, atender a la
organización de congresos, simposios, cursos, siempre estuvo en permanente
comunicación con el doctor Houssay, realmente intercambiaban por lo menos
correspondencia diaria y frecuentemente visitaba Buenos Aires. En 1939, el 9 de
octubre, en una sesión privada de la Academia Nacional de Medicina fue
instituido Miembro Correspondiente. Pero no todo esto era suficiente para su
espíritu inquieto. El creía implícitamente en la Buena Nueva de Cristo:
"Aquel que ama al Señor, su Dios, con todo su corazón, con toda su alma y
con toda su mente", éste es el primero de los dos grandes mandamientos. Y
el segundo es parecido "Ama a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22,
37-39). Entonces mi padre sintió que era su deber, ayudar al máximo a los
otros, en todos los aspectos de sus vidas, además del camino de la Ciencia. Ya
había tenido como guía el lema usado en su Ex Libris "Cui multum datum est
multum quaereter ab eo", y entonces Juan T. se embarcó en lo que podríamos
llamar una suerte de actividad apostólica.
Pudo encontrar un pequeño
grupo de personas que sentía lo mismo que él, entre ellos, el doctor José
Ordóñez, que luego fue sacerdote católico, el doctor José María Fernández y su
mujer María Inés Franzini. Decidieron estudiar los trabajos de Jacques Maritaln,
empezando con "Humanisme Integral". Cuando Jacques Maritaln visitó la
Argentina en 1937, mi padre pudo conocerlo y recibir gran ayuda e inspiración
de alguien que sintió expresar y vivir la verdadera doctrina social de la
Iglesia.
Organizó grupos para aprender
Inglés, Alemán y Latín; dictó charlas y conferencias sobre los estudios
sociales aplicables a la política (gobierno de la ciudad) y a la democracia
(gobierno del pueblo) de Jacques Maritain; fue miembro del Rotary Club, aunque
luego se sintió obligado a renunciar luego de ser vicepresidente; fue
instrumento en la fundación de un grupo de boy scouts en Barrio Belgrano, sede
de la parroquia del barrio de Fisherton, donde vivía (de este grupo salió un
conocido sacerdote y varios pudieron acceder a estudios secundarios y
universitarios); fue miembro fundador de la Asociación Rosarina de Cultura
Inglesa ARCI), siendo primero su secretario y luego presidente. A partir de
esta sociedad lo acompaña mi madre la que hasta ahora se encargaba de la
gestación y crianza de una numerosa pro-
le (nueve nacidos vivos de
doce embarazos, los no natos debido a una causa que recién con el tiempo se
supo, algo que ver con el factor Rh). Volviendo a ARCI, ésta creció 'y
desarrolló numerosísimas actividades sociales y culturales, además de promover
filiales en distintas ciudades del sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires.
Hubo otras tres actividades
fundamentalísimas. Conseguir fondos para el desarrollo de las ciencias, llamar
la atención del público femenino para paliar, si no solucionar las graves
deficiencias en la atención de la enfermedad en la Argentina, y finalmente
tratar de encausar los vaivenes políticos del país a través de la creación de
un partido político democrático, basado en los valores cristianos, independiente
de toda institución y jerarquía religiosa por más poderes que ésta poseyera.
Las tres actividades se fueron concretando, dos de ellas con persistencia en el
tiempo, la otra, con aparente fracaso aún mantiene su latencia, quizá esperando
tiempos mejores donde los ánimos se apacigüen, las discordias se disipen y
vuelva a reinar la paz luego de un iluminadísimo esclarecimiento. Todo esto
rodeado de los avatares de la salud de Juan T. (curioso, para sus amigos
políticos era Don Juan, para los científicos y profesionales el doctor Lewis,
para sus familiares de origen Tito y el seudónimo para sus escritos religiosos,
Plácido de San Benito).
También fue ideólogo y
creador de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (y su
Revista Ciencia e Investigación, de la cual, en mi adolescencia, fui ferviente
lector y difusor), la Asociación Rosarina para el Fomento de la Investigación
Científica ARFIC) y su laboratorio de Investigaciones Médicas del que fue
director, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET) del que no toda la información está en Internet debid al bajo perfil
y modestia de Juan T. y a su penosa enfermedad que terminó con su vida pero no
con la concreción de sus sueños (estos no se ventilan por Internet) además de
la Escuela de enfermeras "Florence Nightingale" y el libro "La
Educación Espiritual de los Niños" (con su avanzada lucidez en el tema).
*
El autor rescata en la presente nota datos publicados por su madre, Olive Mary
Thomas, en un opúsculo titulado "In memory of John Treharne Lewis.
1898-1976".
Fuente: Extraído de la Revista “ Rosario, su Historia y Región”.
Fascículo N.º 83 de Marzo 2010.