Por Miguel ängel
De Marco ( h)
En octubre de 1925 Rosario celebró su "segundo centenario",
convencida de la autenticidad del relato de Pedro Tuella sobre los orígenes de
la ciudad. Los actos contaron con la presencia del presidente de la Nación,
Marcelo Torcuato de Alvear, y arribaron al puerto las naves de guerra Almirante
Brown, Jujuy, Paraná y La Plata.
Nuevos grupos políticos vinieron a romper el exclusivismo del
oficialista Partido Nacional y la opositora Unión Cívica Radical. En noviembre
de 1908, se concretó la constitución definitiva de la Liga del Sur como
partido, en las instalaciones del Teatro de la Opera. La flamante fuerza,
sustento del Partido Demócrata Progresista que nació en 1914, estuvo liderada
por don Lisandro de la Torre, y una de sus banderas fue el traslado de la
capital provincial a Rosario, y la reforma del régimen municipal.
Los imponentes festejos que se extendieron por todos los barrios, y la
colocación de una docena de piedras fundamentales promesa de futuros
emprendimientos, reflejaban el orgullo de una ciudad progresista que ya contaba
con 400.000 habitantes. Entre 1914 y 1926, apenas 12 años, "había
duplicado su población".
Por entonces los habitantes comenzaron a establecer lazos a través de
las primeras broadcasting. En marzo de 1924 inició su transmisión la primera
radio del interior del país, LT3; en 1927, la radio Colón, hoy LT8; y en 1932
Radio del Litoral, hoy Radio Nacional.
El movimiento artístico que vivieron sus principales salas teatrales la
convirtieron en el primer centro cultural del interior, con espectáculos de
calidad. José Gómez, Camila Quiroga, Blanca Podestá, Lola Membrives, Beniamino
Gigli, Ana Pavlowa, fueron sólo algunas de las estrellas que pasaron por los
escenarios de Rosario en la tres primeras décadas de este siglo.
En 1925 Ernesto de Larrechea creó el Teatro Infantil Municipal después
Escuela Municipal de Arte Escénico Infantil, con una fecunda trayectoria como
cantera de vocaciones artísticas.
Para 1912 existían quince salas cinematógrafas, con servicio de bar, y
en las década del 10 y el 20 se habilitaron salas construidas especialmente
para la exhibición de películas: Palace Theatre, El Pampero, Smart, Astral,
Casino, Eden Park, Moderno, Sol de Mayo, Alvear, Mundial, Marconi, Nacional,
Gran Rex, Astor, Real, Rivadavia, Urquiza, Empire, entre otros.
El puerto de Rosario continuaba batiendo récord de exportación, y a
partir de 1 a década del 20 y hasta la del 40 salió por el la mitad de la
producción nacional de lino.
Sin embargo la ciudad no fue inmune a la depresión económica
internacional de 1929. El país estaba vinculado directamente al mercado mundial
como uno de los principales proveedores de cereal, y sujeto a las variables del
mismo. La depresión influyó en la caída de la cotización de los cereales, y en
la restricción del crédito agropecuario.
Un censo relevado en esos meses destacó que en Rosario existían más de
14.000 desocupados, un 7% de la población, cifra considerada una afrenta para
el sueño argentino.
La depresión económica mundial también ejerció su efecto sobre una
ciudad que aún seguía sin resolver el problema habitacional de miles de
habitantes hacinados en conventillos y en casas de inquilinato, tendencia que
comenzó a revertirse a comienzos de la década del 40.
El mundo marginal cobró dimensiones nunca vistas. Prostitución,
rufianismo, y grupos mafiosos tuvieron a maltraer a la policía.
Unido el malestar económico con el político aceleraron en 1930 el
derrocamiento del presidente de la Nación, don Hipólito Yrigoyen. Por primera
vez desde la sanción de la Constitución de 1853 se produjo la ruptura del orden
constitucional a través de un golpe de Estado, sentando un nefasto precedente.
Rosario se mantuvo ajena al movimiento, y según Juan Alvarez, testigo
de los hechos, recibió la noticia sin agitarse, admitiendo en seguida y con
sensación de alivio al nuevo orden de cosas, que también implicaba la caída del
gobierno local. El presidente de facto, José F. Uriburu para congraciarse con
la ciudad designó dos personas de reconocida honestidad en la intendencia,
Fermín Lejarza y Alejandro Carrasco.
Fuente: Extraído de la Revista “Rosario
su Historia” Fascículo N.º 57 – de Octubre de 2007.-