La aparición de la industria frigorífica en el país había sido consecuencia del agotamiento del ciclo de la lana, producido en el siglo XIX, y sus necesidades terminaron por reestructurar la ganadería argentina subordinando a la vez el crecimiento de la agricultura.
En Paraná, el pariente del mar —obra colectiva
editada por la Biblioteca Vigil en 1973— se señalan aquellos comienzos del
ciclo: "Los frigoríficos fueron los primeros grandes establecimientos
modernos existentes en el país. Hasta 1900, su trabajo tuvo un pronunciado
carácter artesanal, siendo únicamente moderna la máquina para producir el frío.
A partir de ese año, el comienzo del faenamiento del bovino (cuyo cuerpo era
diez veces más pesado que el del ovino) y la creciente industrialización de los
subproductos, iniciada por las empresas de los Estados Unidos, fueron
aumentando el empleo de la fuerza mecánica y de la mano de obra... como los
frigoríficos trabajaban todo el ano (contrariamente a los saladeros que sólo
entraban en actividad en primavera y verano), crearon uno de los primeros
grupos permanentes, y sin duda el más numeroso, de obreros con características
sociales plenamente modernas. Estos trabajadores eran su mayoría criollos de
las provincias del litoral fluvial, los que por su habilidad en las tra-
dicionales tareas ganaderas y saladeriles, constituían un elemento humano
indiscutible para las tareas del establecimiento frigorífico".
La construcción de la planta del Swift
se inició en mayo de 1924, comenzando su funcionamiento pleno a partir de
diciembre de ese mismo año. El 30 de dicho mes, "La Capital"
destacaba: "Desde el día de ayer se ha notado en el movimiento portuario
una nueva actividad con destino al exterior; se ha comenzado a embarcar carne
congelada del Frigorífico Swift, que están terminando de construir en el barrio
Roque Sáenz Peña".
La actividad compleja del frigorífico, desde las
especificas hasta la elaboración de productos ajenos a ella, transformaron a
muchos de ellos en verdaderos distritos industriales (el Swift de Rosario •
se contó en esa nómina), que dieron lugar, en torno a su emplazamiento, al
establecimiento de viviendas ocupadas por su personal obrero aunque el
frigorífico permaneciera ajeno a los recursos constructivos.
La instalación del Swift originó el tercer momento de la evolución del
barrio, que está relacionado no sólo con la gran cantidad de inmigrantes que
—no siendo absorbidos por la ciudad— se instalaron en terrenos libres o
alrededor de las vías del ferrocarril, sino también con la proliferación de
loteos de predios llevados a cabo por la Sociedad Anónima del Saladillo, que dieron origen a
las primeras
viviendas modestas que
poco a poco irían concretando la urbanización.
Un testigo del barrio, Ricardo Lanza,
fundador del club Olegario V. Andrade (CAOVA), define certeramente esa
transición: "A partir de la instalación
del frigorífico, se detiene la gran mansión y comienza la construcción de casas familiares..."
Junto con los loteos comenzaron a llegar, también, los que con el
correr de los años darían a este sector rosarino las características de una
pujante barriada. Eso, sin embargo, tendría un costo paralelo: la Industria que dio trabajo a los pobres, privó a
los ricos del placer del descanso", señalaba
"La Capital" el 30 de diciembre de 1932, ocho años después de la
apertura del Swift.
El diario, en realidad, no hacía sino indicar un hecho de la realidad:
había cambiado definitivamente el carácter del barrio, que dejaba de ser
residencial para transformarse en otra cosa totalmente distinta: un barrio
obrero. La edificación, por su parte, se compacta, cambia, y se transforman
también los usos y las costumbres: la violencia aparece en el lugar, donde (sin una explicación aparente) han sentado sus reales los capos de la
mafia rosarina.
Las grandes residencias ven cómo se las desuna, paulatinamente, a
usos muy diferentes de los que les asignaba su antigua condición de mansiones
de fin de semana de los rosarinos de pro. Algunas de ellas pasan a albergar
establecimientos públicos o privados, mientras otras se transforman en inquilinatos.
El Saladillo, de esa manera, dejó atrás su aristocrática fisonomía para dar
lugar al asentamientos de los obreros de la zona.
Así,
comenzaron a levantarse casas de distintos materiales, que iban desde la chapa
o lata al ladrillo o la madera, todas precarias, y que delinearon, por los años
de la década del 30, el primer núcleo urbano conocido como Pueblo Nuevo, en la
actual jurisdicción de Villa Gobernador Gálvez, y el sector conocido como Bajo Saladillo, incluido dentro del municipio rosarino.
Pueblo Nuevo, actualmente comunidad ribereña, ocupa la sección de la
costa del río Paraná comprendida entre los terrenos que hasta hace poco
ocupaba la cancha de golf del Frigorífico Swift, al
norte, la Avenida Villa Diego y las barrancas al oeste. Se trata de una franja
estrecha y larga, de alrededor de cuatro cuadras de extensión en sentido
longitudinal. La barranca del río alcanza en esta zona una altura aproximada de
veinte metros y desciende en suave pendiente, permitiendo la formación de una
playa baja, en parte arenosa, que resulta accesible a los botes de los
pescadores pero no para embarcaciones de mayor calado.
En el decenio 1920-30 arribaron los primeros pobladores, grupos
constituidos sobre todo por familias de inmigrantes europeos, que construyeron
sus viviendas sobre la costa de un canal del río, aprovechando que el calado
del mismo permitía la entrada de pequeños barcos. Sucesivas crecientes, sin
embargo, arrasaron el lugar y destruyeron aquellas viviendas iniciales, lo
que motivó su abandono y la construcción de otras nuevas sobre terrenos más
altos, donde se encuentran actualmente.
Los primeros pobladores europeos fueron principalmente polacos,
lituanos y rusos, hecho al que se debe su denominación genérica y popular de barrio de los rusos.
Miguel Piotrowski, emigrante polaco llegado a la Argentina en 1926 y
actual miembro de la sociedad polonesa "Federico Chopin", que nuclea
a la colectividad en Rosario, evocó para este trabajo sus recuerdos de aquella
época: "Muchos extranjeros hicieron sus casitas lindas. Como todos trabajaban
en el Swift, los sábados se dedicaban a trabajar y a hacer sus casas... La
gente se instalaba alrededor del frigorífico. Villa Gobernador Gálvez, Villa
Diego; muchos que se habían venido desde Rosario se quedaban aquí, porque no tenían que
pagar transporte para ir a trabajar, y a veces trabajaban de noche…”
Fuente: Extraído de la
revista “Rosario, Historias de aquí a la vuelta”. Fascículo Nº 15 de Julio 1991. Autores: Sandra A. Bembo-Nelly
I. Sander de Foster – Marisa Richa