El ofrecimiento en el orden institucional
va parejo con los logros en materia deportiva. Los equipos de primera división
consiguen obtener la Copa Vila en los torneos de 1927, 1928 y 193C. Antonio
Miguel sigue
siendo puntal de un equipo que ya está renovando sus jugadores. Octavie J
Díaz. Francisco De Cicco. Juan González y Luis Indaco son figuras del
combinado rosarino que conquista el campeonato argentino de 1929, por |o que la
comisión directiva resuelve colocai una placa en el estadio que testimonia esa
contribución auriazul a tan importante conquista.
En
el plano institucional debe acotarse que, desde el momento en que se logró la
prórroga de la concesión de los terrenos en Arroyito por veinte años más,
comenzó febrilmente a trabajarse para levantar allí un gran estadio. Un plan
financiero cuidadosamente elaborado en 1926 y la colocación de un empréstito
interno permitió que en 1927 se encarara en firme la construcción de edificios tales como el obra es
encargada a la empresa "de los señores Ferrarese Hnos. y Cía., de esta
plaza comercial", cuya seriedad y profesionalidad avalaban la ereccin de
edificios tales como el Palacio Fuentes, el Banco de la Nación Argentina,
sucursal Arroyito, compañías de seguros y demás. El contrato fue firmado por
un monto total de $ 46.955 y el 27 de octubre de 1929, con su flamante tribuna
de socios, fue inaugura do oficialmente el nuevo estadio de Rosario Central.
La invitación fue aceptada por el club hermano de toda' la vida Peñarol de
Montevideo, que aquella tarde, con
entradas de 1 y 2 pesos, y hasta de 50 centavos,
empató cero a cero con el cuadro auriazul en
lo que fue una jornada realmente
memorable. Pasarían otros 17 años antes de dar el paso definitivo, el de la adquisición del
predio donde se erigía el estadio centralista.
Pero
no paró allí la pujanza centralista. En 1928, Flynn y el
secretario Joaquín Ripoll, en representación de la cornisón firman otro
contrato, esta vez con un constructor y socio centralista, Román Rodríguez,
quien se encargará de la construcción de las tribunas populares. Rodríguez era un centralista
acérrimo y como el interés bancario que el club debía abonar por el préstamo
para la obra era elevado, él mismo se ofreció a financiarla
resignando algunos puntos para beneficiar al club. Queda aún el testimonio de
gratitud de la entidad, que se ahorró mediante esa actitud generosa de uno de
sus simpatizantes, la suma de $ 1.975. La obra total insumió un costo extraordinario
para la época: pesos 164.788,50.
En
el plano deportivo ya se ha dicho que se obtuvo el campeonato de 1930. Ya por
entonces había vuelto Luis Indaco, superadas algunas dificulto, superadas
algunas diferencias que lo llevaron a jugar en Platense, en 1926, y a intentar
una aventura por Génova, abandonada por el propio Indaco casi en su comienzo,
tanto era el deseo de volver a su querido Rosario Central.
Pero
en este plano estrictamente futbolístico había algo que estaba cambiando, que
había cambiado. En Buenos Aires era un secreto a gritos que los mejores
jugadores recibían buena paga por sus servicios. Numerosos pedidos llegaban
a nuestra ciudad para interesar a los cracks rosarinos de entonces. Ante esa
realidad, que no podía soslayarse, también los clubes locales comenzaron a
agregar en sus balances cuentas abultadas para justificar salidas de dinero
cuyo destino no era otro que el de pagarle a los jugadores. El amauterismo,
celosamente defendido por muchos, agonizaba a ojos vista. Poco a poco los más
recalcitrantes enemigos del profesionalismo comenzaron por admitir que era
mejor acogerlo claramente que continuar manteniendo una situación signada por
la trampa y la hipocresía.
Corrían vientos de renovación en el
fútbol criollo y Rosario no pudo ni quiso esta-ausente. La luz comenzó a
alumbrar en 1931 cuando el profesionalismo decide
"institucionalizarse", dando nacimiento a la Asociación Rosarina de
Fútbol, cuyo primer presidente fue, como ya se ha señalado, donde Federico J. Flynn
Fuente: Bibliografía de Historia de Rosario
Central de autor Andrés Bossio