Por Adrián Yodice
En realidad, el verdadero invento o ingenio
argentino estuvo centrado en la adaptación de chasis de vehículos de la época
(chatitas, camiones, etc.) y carrozarlos como si fueran ómnibus para poder
transportar más pasajeros. Así se fue transformando de auto o taxi colectivo a
simplemente "colectivo", denominación que se popularizó más allá de
la desaparición formal de estos vehículos, operada con el crecimiento de los
mismos por un lado y por el cambio del sistema de explotación que en un
principio era bien diferente del ómnibus.
Mientras los ómnibus constituían
sociedades formales, de un propietario o una pequeña sociedad (a lo sumo tres o
cuatro personas), cada colectivo era de una o dos personas que los manejaban
personalmente, constituyendo sociedades "colectivas" o de hecho. Las
empresas de ómnibus tenían personal en relación de dependencia (guardas,
conductores, inspectores) mientras que los colectiveros recién en los años '30
empezaron a contratar choferes para que los coches rindieran más horas de
trabajo.
Las diferencias externas de ambos vehículos eran
notables: Los ómnibus eran más pesados, con características tranviarias
(plataforma de ascenso, linternón sobre el techo, etc.) con una capacidad de
entre 20 y 36 asientos. Los colectivos carrozados eran más chicos (10/11
asientos) y más ágiles.(3) Por tanto encontramos como primera diferencia entre
ómnibus y colectivo que los primeros eran vehículos concebidos para este fin,
en cambio los segundos partían de adaptaciones o reformas hechas a chasis de
autos o utilitarios. Por tanto el ómnibus era superior en tamaño y con mayor
cantidad de asientos -mayor a 20-, en tanto que los colectivos apenas tenían 11
asientos no pudiendo transportar pasajeros de pie y por ende el pasaje era más
caro.
Fuente: extraído de la revista
“Rosario, su Historia.” Fascículo N• 35
de Octubre de 2005