Antes y durante el Centenario, los
salones y cafés eran protagonistas tas del furor de los rosarinos por ese nuevo lenguaje, al que la falta de sonorización no lo hacía
menos interesante pon los espectadores. De esos
años son el acompañamiento a las imágenes a través de un fonógrafo colocado detrás
de la pantalla, reemplazado al t poco tiempo por un pianista que -bien o mal-
iba dándole marco musical al argumento de películas cuyas protagonistas iban
desde Anita Stewart a la notable y por
mucho tiempo vigente Lillian Gish
De entre 1900 y 1910 son el Salón Nacional, en Córdoba 1185; el Salón San Martín, en la calle de ese nombre
entre Montevideo y Avda. Pellegrini; el Café General Mitre, ele Mitre y Zeballos; el Café Sportman, en Córdoba y Paraguay; el Salón París, en Sarmiento al 900; el Sol de Mayo, luego legendario cine,
y el Café de la Estrella, en Güemes y Jujuy.
Pero no tardarían en aparecer, conviviendo con los anteriores, las que
bien pueden ser designadas ya como salas de cine, la primera de las cuales
según la mayoría de los testimonios fue la llamada Sala París, que funcionaba en el Café Columba de calle Córdoba, que tenía unos
bancos en su parte delantera y butacas luego, hasta el fondo del salón.
A la lista debe sumarse el Lepage, en Córdoba 884, una gran sala que ocupaba
parte de un vasto local en el que convivían la distribuidora cinematográfica
de Max Glucksmann, proveedora mayoritaria de las películas que se exhibían en
la ciudad, y en la que los episodios de "Las peripecias de Paulina",
con Pearl WbJte. congregaban a nutridos auditorios.
En el Lepage -se afirma- se inició el cine continuado, que luego seda costumbre extendida, y su auditorio estaba constituido por familias de presagio social.
Contemporáneas serían salas como el Moderno, en donde hoy se levanta el imponente edificio del Banco de
la Nación, en San Martín entre Córdoba y Santa Fe, y el Royal Cinematógrafo, un poco posterior, en Santa Fe 1126, frente a lo que entonces era el edificio del Correo Central y en el
terreno donde se construyera posteriormente un heredero que sobrevive: el Cine
El Cairo.
Algunos de estos locales exhibirían desde 1910 en adelante 1; para entonces regocijantes aventuras del batallón de
policías de Keystone o las bellezas de las regordetas bañistas de Mack Sennett,
sin olvidar a los cómicos como Harold Lloyd o Charles Chaplin, que hacían reir
por entonces a los rosarinos tanto como los públicos de todo el mundo.
En ese furor del público tampoco quedarían al margen algunos hoteles
como el Savoy, que entre 1915 y 1920 publicaba su terraza como local como el Savoy, que entre 1915 y 1920 publicaba su terraza como local cinematográfico, compitiendo con el
vecino Café Central de Comercio, de San
Martín 884, de Santiago Aguilc. el Café y Cinematógrafo Sportivo, en San Martín 1155, donde hacía oír sus sones otra orquesta de
señoritas, o el Café Central, en San
Martín entre Córdoba y Rioja.
Fuente: extraído la Bibliografía
usada de la Colección
“Vida Cotidiana de 1900-1930 del Autor Rafael Ielpi del fascículo N• 2