El pasado vivo
Por Rafael Ielpi
Investigador de aspectos hasta entonces ocultos de la vida rosarina, fue un pionero en la divulgación del revisionismo histórico y el análisis y crónica de la "mala vida". Su vasta obra es un fresco entrañable y riguroso de la memoria colectiva de la ciudad
Fue durante años el responsable de una publicación pionera: los "Apuntes históricos revisionistas", que pusieron a los rosarinos en contacto con una serie de escritores e historiadores de una corriente a la que él adhirió con tanta firmeza como conocimiento. Desde la cotidianidad de los quioscos, aquellos "Apuntes" divulgaron —antes incluso que otra revista señera, "Todo es historia"— los aportes de Jauretche, Scalabrini Ortiz u Homero Manzi, de quien se dio el lujo de concluir su bello poema sobre la muerte de Facundo Quiroga.
Sus "aguafuertes rosarinas", que se fueron sucediendo por años en las páginas de diarios hoy desaparecidos como "La Tribuna" y "Crónica", posibilitaron a los rosarinos el conocimiento de hechos de un pasado muchas veces cercano pero no por ellos menos desconocido y se emparentaron en ello con las del historiador Wladimir Mikielievich, de quien fuera amigo y colega en la Junta de Historia de Rosario.
Aquellas notas periodísticas fueron dando inicio, además, a lo que después sería una producción extensa y sin duda valiosa sobre la memoria de la ciudad. En esa nómina caben su obra tal vez emblemática: "El Rosario de Satanás", en cuyos tres tomos se mezclan su propia historia personal -digna de una novela- con la exhumación de historias de vida, el análisis político, la mirada curiosa y permanente sobre la realidad cotidiana de la ciudad; y la serie de libros dedicados al peculiar mundo del espectáculo (la radio, el cine, el teatro, la televisión) por los que desfilan olvidados cómicos, cantores populares y la pa-rafernalia pintoresca de los escenarios. "Rosario era un espectáculo" y "¡Arriba el telón!" son testimonios de ello.
Su último libro, una biografía exhaustiva del médico Ricardo Caballero, toda inédita, permitió el rescate de una figura multifacética y valiosa, cuya trayectoria en la medicina, la política y la cultura urbana no había sido suficientemente analizada hasta ese aporte de Héctor Zinni. En 1972, en dupla con quien firma estas líneas, concretó la primera investigación sobre la saga prostibularia rosarina entre 1880 y 1935, dando lugar a un verdadero clásico -varias veces reedita-de— sobre el tema: "Prostitución y rufia-nismo", hoy bibliografía obligada en casi toda investigación seria sobre el tema, en el país y en el exterior.
Periodista en diarios y revistas; poeta (su padre Nicolás lo había sido desde el ámbito de la lírica popular y tanguera); cantor en los bares y cafés de Rosario Norte, donde su joven estampa que lo acercaba al perfil de Ignacio Corsini lucía en los palcos en dúo con otro rosarino, Raúl Peralta, luego conocido como Raúl Lavié; ciudadano ilustre de Rosario; hombre de gran sentido del humor y formidable narrador oral, en los últimos años era posible encontrarlo detrás del mostrador de su librería "El viejo almacén", en Juan Manuel de Rosas y San Luis, o en el pequeño escritorio de la misma, donde resonaba incansablemente el teclado de su máquina de escribir.
Allí lo visitaban casi todos los días jóvenes estudiantes secundarios y universitarios, periodistas que buscaban datos sobre la historia rosarina, investigadores que recurrían a él como una confiable fuente de consulta o de orientación en búsquedas difíciles: ninguno de ellos se iba con las manos vacías
Fuente: Extraído de la revista del diario “ La Capital” 140 aniversario. Año 2007.