Por Jorge Brisaboa
Rápido, con la suficiente elasticidad para saltar y cabecear o deleitar con una espectacular chilena. Y con garra, mucha garra.
No muy alto para el puesto de zaguero pero con una personalidad que el nueve rival sentía.
Juan Carlos Biaggioli. "Pancita". O "Potrillito". Y por sobre todas las virtudes técnicas o físicas, una pasión: Rosario Central. Porque Biaggioli era "canalla".
A los 20 años debutó en primera. Corría 1954, y de disputar los torneos infantiles se vio al lado de "Coco" Rosa, Massei, Minni, La Rosa. Tres años después lo convocaron a la selección pero —coincidentemente— comenzó a acentuarse un fuerte dolor en la pierna derecha, que terminaría marcando su destino.
Por ser demasiado "canalla" soportó todo. Que no lo consideraran como a otros compañeros, que no le cumplieran con los pagos. Un día dijo ¡basta!.
Central debía enfrentar a Independiente en Avellaneda.
—Yo no viajo—anticipó "Pancita". Y el tren del sábado partió desde Rosario Norte sin él.
Pero a la noche, en casa, la madre —tan hincha como el hijo— le suplicó:
—Tenés que ir, te van a suspender, no le podés hacer esto a Central.
El ¡basta! quedó para otra ocasión. Biaggioli se subió al tren del domingo, a las 7, y llegó a Buenos Aires. Esa tarde las hizo todas. Los hinchas de Independiente, enterados que el club pretendía adquirirlo, lo llevaron en andas. Inusual para el fútbol.
"No.. .al final no me vendieron. Algo pasó", contaría años después en una mesa del café "Sol de Mayo", en Pellegrini y Corrientes. Y a pedido repasaría su historia. Cuando viajó a Italia para una frustrada operación, allá por el 59, que no se concretó porque con las liras que le prestó Oscar Massei no alcanzó. O su paso por Tigre, Huracán, Talleres. Y no se olvidaría de Jim López que lo hizo volver a Central en el 63, para después emigrar a Estudiantes de la Plata y finalmente a Colombia.
—El domingo nos venos en la cancha— dijo, mientras apostaba tres cifras a la cabeza en la quiniela cIandetina de ese viernes del 79. El "Sol de Mayo" se había mudado a Corrientes y Zeballos. Y el domingo, ahí estaba, como un hincha más, entre la gente de Central en la popular.
Ahí estaba, con una sola pierna y con muletas. Les dolía más a los centralistas que a "Pancita". La enfermedad avanzaba.
Fuente: Artículo Publicado en el libro “ De Rosario y de Central , Autor: Jorge Brisaboa Impreso en Noviembre 1996 por la Editorial Homo Sapiens.