Por Jorge Brisaboa
Lo de 1955, en Central, fue inédito.
Volvió a luchar por salvase del descenso y lo consiguió: fue penúltimo a dos puntos del último, Platense Y tuvo al goleador del torneo: Oscar Massei, con 21 goles.
El campeonato lo ganó el River de "Pipo" Rossi, Labruna y de un "carasucia" que asomaba con su zurda mágica desde San Nicolás: Enrique Omar Sívori.
Lo de 1955, en el país, fue desangrante.
Los militares no admitían más la presencia de Perón y en setiembre ejecutaron la llamada Revolución Libertadora para derrocar al presidente elegido por el pueblo, que partió hacia el exilio. Los bombardeos sobre la Plaza de Mayo, en Buenos Aires, provocaron, la muerte de centenares de civiles, mayoritariamente adictos a Perón. En Rosario sectores del peronismo intentaron resistir, se registraron tiroteos, choques, pero fueron vencidos por las armas del nuevo régimen militar. Se profundizaban años de desencuentro nacional. El general Aramburu y el almirante Rojas encarnaron la dictadura.
En este contexto, Rosario Central ofreció al país un gesto de democracia, palabra vilipendiada por los artífices de la Revolución Libertadora: convocó a sus socios a votar para resolver un polémico tema, la venta de Oscar Massei al Internazionale de Milán.
Al igual que cuando debieron decidirse los pases del "Chueco" García a Racing y de Benjamín Santos al Tormo, un democrático plebiscito sería el mecanismo que definiría el futuro del futbolista.
Massei había llegado desde Río Cuarto. Debutó en la segunda fecha del campeonato del 53, en reemplazo de Humberto Rosa —quien había sido expulsado—, contra el Racing de Mario Boyé. Desde esa tarde de abril, y pese a la derrota de Central, Massei no abandonó la primera. Nació la sociedad Rosa-Massei.
Lento en sus movimientos —en poco tiempo se ganó los motes de "Fatiga" y "Pachorra"— pero rápido para pensar y decidir unas décimas de segundo antes que los demás, se convirtió en un goleador distinto. Porque lo suyo valía y servía adentro del área, en las últimas 18. Ahí estaba, para el gol. Y para gritarlo. Representó la escena 43 veces en 80 partidos.
Hasta que los italianos lo vieron y ofrecieron dos millones y medio de pesos para llevarlo al Inter. Una cifra espectacular. Pero "Fatiga" formaba parte ya de los sentimientos "canallas", que no estaban dispuestos a quedarse con domingos sin Massei.
El cruce de posiciones y las polémicas entre los hinchas y los dirigentes fueron una constante durante varios días, hasta que el presidente Flynn dispuso que la decisión fuera soberana, que los socios plebiscitaran la venta.
El 21 de diciembre de 1955 se produjo la votación: 552 por el sí, 436 por el no. Con el 56 por ciento de los votos afirmativos Massei fue vendido en dos millones y
medio. Gran parte de ese dinero fue afectado para la construcción de una tribuna alta en Arroyito.
El poder económico del fútbol europeo seguía alimentando el éxodo. Massei se fue tras los pasos de Rosa, a pensar y decidir unas décimas de segundo antes que los italianos, quienes no tardaron en darse cuenta de que "era veramente un uomo tranquillo, in campo e fuori", tal cual lo describió el periodista Alfeo Biagi en la revista "Foothall".
Pero los sobrenombres de "Fatiga" y "Pachorra" los había dejado en Rosario. En Milán, de tanto repetir en mezcla de italiano y español "tranchillo, Ce" cuando sus compañeros perdían la calma, lo bautizaron con el tradicional y argentino "Che". El "Che" Massei.
Fuente: Extraído del Libro “ de Rosario y de Central” . Autor Jorge Brisaboa. HomoSapiens Ediciones. Año 1996