Por Marcelo Castaño
EL CAZADOR DE TESOROS
Buscador infatigable de obras de arte y objetos de valor, su intuición, perseverancia y conocimiento engrandecieron el patrimonio de la ciudad.
Parque
Independencia invalorable, que tiene
apellido:
el Museo Histórico que allí-se
levanta es uno de los más importantes de país y algunas de sus
colecciones no tienen
competencia
en Argentina. Y
si
todos saben que le deben el nombre y la existencia al coleccionista
Julio Marc, no son tantos lo-que conocen la vida de este hombre de
leyes y de los ámbitos académicos que llegó a ser camarista. Marc
contribuyó a engrandecer a Rosario como coleccionista privado e
impulsor
del coleccionismo del Estado.
Hijo de Augusto y de Eugenia Dusarrat nació en Rosario el 6 de abril de 1884. Creció en la ciudad pero fue a Buenos Aires para estudiar y volver con el doctorado en y diplomacia. Tuvo una carrera meteórica Juez de la Nación, docente, vicedecano de Ciencias Económicas, fue también camarista provincial y nacional. Pero lo que más lo hizo trascender fue su pasión por el coleccionismo y la numismática, que le abrió las puertas de los centros más prestigiosos del país ocupados en estos as Se conectó con el arte y el coleccionismo en 1913,en una exposición de la Biblioteca Argentina. A partir de allí empezó a participar en círculos culturales y ya en el 20 era una figura destacada-.
Soltero, 1,68 metro de estatura, tez blanca-frente despejada, ojos pardos, nariz recta, pelo castaño. Así lo describe su pasaporte. Su personalidad extrovertida, que no escatimaba ironía, lo convertía fácilmente en centro de atención. Y esto, juntos a su prestigio como coleccionista y a influencia que le daba su figura pública, le fue fundamental para erigir la institución que lo perpetua.
La idea de un museo histórico venía de 1910, pero en el 36 Marc consiguió el decreto de la provincia para su creación, que se plasmaría en 1939. Las primeras colecciones fueron las suyas. Sobresalen las de numismática, imaginería colonial y la mates de plata Pero ese no fue lo único legado.
Marc inauguró también una forma de trabajar-para que el Estado invirtiera en arte. Fue-impulsor del coleccionismo publico.
Cuando en 1950 dejaron de llegar fondos, concibió la Asociación de Amigos del Museo. La idea respondía también a la intención de cuidar las piezas de las tentaciones del poder, y no era para menos los presidentes Perón y Onganía quisieron hacerse de algún regalo de la institución, lo que se sorteó con la excusa de que las piezas no eran del museo, sino de sus Amigos.
Así lo recuerda Eduardo de Oliveira César: "Había descubierto que el monje bibliotecario del convento de San Lorenzo era afecto a bebida y el cambió
por una botella de whisky y el salmerio que se encuentra al frente al auditorium”.
Cuando murió, en 1965, sus restos fueron despedidos con una misa de cuerpo presente en el altar de plata del museo. Y la ciudad se quedó, entonces, sin su gran buscador de de tesoros.
Fuente: Extraído de la Revista del diario “ La Capital de los 140 aniversarios” . De 2007