Por. Rafael Ielpi
Tantas novedades del progreso como las que había
asimilado la ciudad en la primera década y media del siglo XX produjeron
sensibles cambios en el paisaje urbano, que se reflejarían, por ejemplo, en la
licitación de las obras de pavimentación de la ciudad, en marzo de 1919 y el
comienzo en junio de dichos trabajos en calles céntricas como Maipú, San Luis y
Sarmiento.
Sin embargo, pese a
semejantes primicias de cambio, no serían pocos los que se alborotarían en los
primeros meses del año ante hechos como los estragos que provoca el tifus en Rosario y todas las ciudades
importantes, exigiendo
procedimientos preventivos contra la enfermedad, mientras en junio la prensa
comenta la alarma vecinal por el aumento de otro mal en aumento: la
tuberculosis. El tema de la salud infantil, por su parte, comienza a ser tenido
en cuenta seriamente si nos atenemos a noticias como la publicada en La Capital en
agosto del mismo año, en la que bajo el título de "¡Madres, cuidad a
vuestros hijos!" se informa que los fallecimientos de
menores de un año en el Rosario superan las estadísticas de la mortalidad
infantil en todas las ciudades civilizadas. Mientras Nueva Zelanda, la más
favorecida, acusa 51 fallecimientos por 1000 nacidos, Rosario denuncia 295.
También
estrechamente vinculado al tema de la salud de la población estaría por
entonces el proyecto (de antigua data si se piensa que se originó con los
fervores del Centenario de Mayo) de construcción del Hospital Nacional del
Centenario, una de las obras magnas del esfuerzo rosarino,
entre cuyos autores se encuentran los señores Ciro Echesortu, Ovidio Rodríguez,
Cornelio Casablanca y otros, según consigna el mismo diario. A mediados de
1919 se inauguraría el edificio destinado a la Escuela de Medicina y el
pabellón de cirugía, con asistencia del gobernador Lehmann, el acto protocolar
de rigor y el discurso de Echesortu, que presidía por entonces la comisión
directiva del hospital.
Entre
tanto, otros sucesos permitían que los rosarinos se interesaran por un
progreso no menos visible: el de la actividad comercial. A comienzos de
diciembre del año mencionado, la noticia de mayor relevancia es el remate de la
céntrica esquina de Córdoba y Sarmiento, un terreno adquirido en 600 mil pesos
moneda nacional por Hugo Barbarich, en representación de Roque Cassini, quien
construirá allí el segundo emplazamiento de "Casa Cassini", una de
las grandes tiendas rosarinas de los primeros años del siglo XX.
Cassini, sin embargo,
no dejaba de ser cada tanto noticia periodística. La Capital había
informado poco antes: El señor Roque Cassini,
propietario de la conocida casa que lleva su nombre, nos dice en una atenta
comunicación: "Tengo el gusto de informarle que ya se puede pasar en
carruaje por la calle Rioja frente a Cassini pues esa casa está haciendo
arreglar el adoquinado, en estado deplorable, por su cuenta..."
Si de
estados deplorables se hablaba, pocos superarían al de los jubilados de la
provincia de Santa Fe, que en ese año 1919 llevaban ya trece meses sin cobrar
sus haberes y sin perspectiva de recibir un centavo dados los
resultados adversos de las gestiones gubernativas para conseguir dinero, apuntaba el diario.
Sin embargo, las mayores zozobras en la ciudad ocurrirían apenas comenzado el
verano, en el mes de enero, con la reiteración del descontento obrero en
distintos gremios, algunos de ellos habituados, como el ferroviario, a
exteriorizar de ese modo su búsqueda de reivindicaciones salariales o la
demanda de mejores condiciones de trabajo.
Rosario había alcanzado
a comienzos de 1919 una población de 243.709 habitantes cuando se inician las
huelgas de los marítimos y ferroviarios, que abarcarían todo el país y que
tendrían como hecho generador y relevante a las jornadas que, iniciadas sobre
fines del año anterior, culminarían en una semana de triste pero necesaria
recordación: la "Semana Trágica", aunque los conflictos obreros se
habían patentizado en realidad en una sucesión creciente de huelgas: 80 en
1916,138 en 1917,367 en 1919 y 206 en 1920.
Fuente: Extraído de Libro Rosario del 900 a la “decada infame” Tomo II Editado 2005 por la Editorial Homo
Sapiens Ediciones