Ya se ha visto cómo Zenón Díaz quiso quemar su ropa para no
jugar más al fútbol luego de un partido que perdieron con Newell's. Ignacio
Rota solía contar que llegaban a los vestuarios el día del clásico en absoluto
silencio. Nadie hablaba, todos estaban reconcentrados, casi religiosamente pensando
en lo que vendría después, quizás como una inconsciente emulación a la actitud
que era característica de aquel fenomenal tan que Juan Díaz, su hermano, era
quien más sentías las derrotas ante Newell's y lloraba como un chico. Justamente su hijo, el luego fabuloso Octavio
J. te a su padre por qué lloraba cuando perdían rojinegros. Y aquel le contestó
con una frase que misma del "ser centralista": "Hay que llorar,
hijo. El no es centralista...”
Fuente: Bibliografía de Historia de Rosario
Central de autor Andrés Bossio