Retrocedamos un poco en
el tiempo para ubicarnos en la zona sur de la ciudad, más precisamente en el
barrio de Tablada, allá por 1904. La vieja estación ferroviaria de la línea
Córdoba y Rosario estaba rodeada por viviendas humildes de gente muy modesta,
que a fuerza de trabajo y sacrificio iba dando lentamente su propia fisonomía a
ese suburbio rosarino. Las precarias casitas se iban levantando dificultosamente
y grandes espacios vacíos circundaban la imponente estación, que aún hoy
conserva su encanto si se la mira con ojos atentos.
En
uno de esos terrenos aparecieron un día plantados cuatro palos en forma de
sendos arcos sin travesaño, y eso fue suficiente para que la pasión futbolera
de los muchachos de Tablada se concentrara en el lugar. El "viejo" Carman
-afirma Roldan- fue el propulsor incansable que núcleo voluntades en gente
allegada a la empresa ferroviaria, decidiéndose finalmente la creación de un
club con "todas las de la ley". El acta 1 data del 6 de setiembre de
1906, recibiendo la
institución el británico nombre de "The Córdoba and Rosario Railway Athlelic Club
castellanizado
en el habla popular por el "Córdoba y Rosario" con que se lo conoció
hasta/l914; para esta última fecha cambio su denominación para adquirir la
definitiva de Central Córdoba.
Central Córdoba, además
de sus propios hinchas, es el "cuadro de la ciudad". Todo
simpatizante de fútbol -cualquiera sea su divisa- se interesa por la suerte
charrúa y "hace fuerza" para verlo ganador. Sus mejores campañas en
los torneos del ascenso de la AFA
se vieron siempre enmarcadas por su numerosa y seguidora hinchada "propia",
engrosada notablemente por el resto de la ciudad, sin distinción de banderías.
Es probable que ese
consenso generalizado que reciben los charrúas haya operado con el tiempo como
mecanismo inconsciente del hincha de fútbol de la ciudad, acostumbrado al
deleite de los grandes jugadores nacidos en esta urbe. Central Córdoba fue una
usina proveedora de cracks que terminaron de plasmar sus notables condiciones
en los dos clubes más importantes de la ciudad. Con la lujosa excepción de
Gabino Sosa, los nombres de Vicente de la Mata, Waldino Dante Álvarez, Indalecio López, Ricardo Ráccaro y tantos más
pasearon su fútbol de excelsa calidad -tras sus
comienzos charrúas- en las otras instituciones rosarinas
antes de trascender en el concierto futbolístico nacional.
Esa
tradición de favorable consenso se ha continuado con el correr de los tiempos y
llegar a nuestros días, en que la ciudad entera hace fuerza para verlo a
central Córdoba en una posición mucho más airosa que la que ostenta en la actualidad,
luchando en la: mediocridad de torneos sabatinos sin alicientes y de
escaso nivel futbolístico.
Pero el publico rosarino
sigue siendo fiel al sentimiento de simpatía
que despierta la
casaca charrúa, igual que en 1973, cuando al influjo
del talento de Cariovich,
la potencia goleadora de Oscar Fachetti y
el despliegue inteligente de Mainonis, logró el ascenso a Primera B, en una campaña excepcional. O como cuando, más atrás en el tiempo, la ciudad vibró de emoción tras el histórico triunfo de Central Córdoba
en cancha de Quilmes que posibilitó su más grande halago: el ascenso a primera
división.
Aquella
tarde de fines de octubre de 1956, Rosario se vistió de azul para recibir a Palmintieri,
Alvarez, Riboiro, Valenti, Villagra, Chan, Schubert, Fruttero, Leonetti,
Ráccaro, Indalecio López, Cechini. Federico, Delogú Bertral y otros que se
escapan a la memoria, coronados en una , Jornada inolvidable. Recuerda el
cronista (todavía hincha sin pretensiones de
periodista), la impresionante recepción brindada a los campeones
en Rosario Norte. Banderas de Central, Argentino, Tiro etc., flameaban junto a la
de Tablada;
un desfile monumental
se armó espontáneamente desde la vieja estación
ferroviaria hasta la
sede de la avenida San Martín;
en medio de tanto jolgorio, de semejante alegría, un morocho sesentón brillantes ojos negros y penetrante
mirada, lloraba dignamente ante tamaña demostración.
Fuente: extraído de la
revista “Rosario, su Historia de aquí a la vuelta Fascículo N• 9 de Enero de 1991 . Autor Andrés
Bossio