Ya contamos en un
trabajo anterior para esta colección los orígenes, motivos y explicaciones
diversos que derivaron en el mote de "canallas" para Rosario Central
y "leprosos" para Newell’s Old Boys. Corresponde ahora bucear en la
memoria de la historia menuda de la ciudad para acercarnos a una explicación
que nos lleve a determinar por qué jugadores y aficionados de Central Córdoba
se vanaglorían de ser "charrúas", y cual es el motivo para futbolista
e hinchas de Argentino reivindiquen para sí el original apodo de "salaítos".
La primera versión relacionada con el mote de
"charrúas" es, a juicio del cronista, bastante endeble. Alguna vez se
contó que don José González Castillo, dramaturgo de gran vuelo, padre de Cátulo
Castillo y autor de tangos famosos (Organito de la tarde, Griseta, Sobre el
pucho, El aguacero, Silbando, etc.), viendo jugar a Central Córdoba se
impresionó por la forma implacable de su ataque y expresó en voz alta que ese
equipo atacaba “ como un malón charrúa” La versión es un creíble porque González Castillo, si
bien nacido en Rosario, se crío en Salta, vivió de pequeño en Chile para radicarse posteriormente en
Buenos Aires, donde murió en 1937. Es poco probable que el autor de "Los dientes del perro" haya
sido asiduo concurrente a los partidos de Central Córdoba, porque en esa época
no eran frecuente las salidas del equipo de esta ciudad; por lo demás, ese
estilo depurado y sutil inconfundible del fútbol rosarino -que mucho tiene que
ver con la fineza de Gabino Sosa en el trato
con la pelota-tuvo en Central Córdoba a un exponente cabal, de donde no se
explica cómo un amante del deporte pudo asociar aquel estilo, de pura belleza
estética, con e! matón de ia indiada y su carga de furor desenfrenado, carente
de armonía.
Adherimos, entonces, a la segunda versión,
recogida entre otros por Cipriano Roldan, en sus inolvidables comentarios del
diario "La Tribuna". Afirma que allá por 1911, los hermanos Claro
Arturo Charras y Juan Charras eran el alma y nervio de Central Córdoba. El
primero de ellos polemizó duramente en una reunión de la Liga con Alejandro
Berrutti, hombre de fútbol y crítico teatral de la época, de pluma muy ágil, a
veces irónica, a veces corrosiva. Berrutti salió malparado de su disputa verbal
con Claro Arturo, publicando al día siguiente un brulote en el periódico
"La Nota", donde hacía crítica teatral y asoció el apellido de sus
"ofensores" con los bravos indígenas que supieron reinar en las
orillas del río Bermejo, en el noreste argentino, y con el simple agregado de
la letra "u" redondeó lo que seguramente supuso una ingeniosa respuesta
a la discusión perdida la noche anterior. No sabía que estaba dejando para la
historia un sello de distinción que identifica al hincha de Central Córdoba,
que alardea orgulloso al grito de "Charrúas corazón. . !!!".
Más sencillo y nunca discutido, es el origen del
apodo de "salaítos" con el que se identifica a Argentino. La tradición
cuenta que en la vieja cancha de Embarcaderos -uno de los nombres que
precedieron al actual, un vendedor ambulante aparecía los días de partido con
su canasta repleta de lupines o altramuces. La clientela estaba asegurada porque
en el barrio había gran mayoría de pobladores de origen español quienes difícilmente
permanecieran indiferentes al grito del ignoto vendedor: "Lupines. .
Lupines.. salaítos los tengo.. salaítos.." Y "salaíto" fue, en
principio, el nombre que le dieron al vendedor, luego extensivo a todo el
barrio, más tarde identificado con mayor precisión con los hinchas del humilde
cuadro, que saboreaban los ricos lupines mientras aguardaban un gol...
Fuente:
extraído de la revista “Rosario, su Historia de aquí a la vuelta Fascículo N• 9 de Enero de 1991 Autor: Andrés Bossio