Francisco
Cignoli*
La revista, asociándose a los homenajes que en distintos puntos del país se tributaronal doctor Rodolfo Rivarola con motivo del sesquicentenario de su natalicio, ha decidido dar a conocer un artículo elaborado por el recordado historiadorFrancisco Cignoli, hace treinta años y que constituye una pieza antológicade la reseña biográfica periodística.
La principal avenida de Barrio Godoy lleva su nombre y muy pocos conocen que dicha I arteria hace referencia a uno de los intelectuales más brillantes que tuvo la Argentina.
La principal avenida de Barrio Godoy lleva su nombre y muy pocos conocen que dicha I arteria hace referencia a uno de los intelectuales más brillantes que tuvo la Argentina.
Personalidad
enjundiosa y A multiforme la del doctor Rodolfo Rivarola. Fue una
noble expresión de la cultura argentina y mantuvo hasta en su
ancianidad venerable la preocupación del bien público y el afán de
servir al perfeccionamiento de la comunidad. Sin ser legislador pudo
contribuir a preparar leyes y sin ser ministro, supo orientar a
gobernantes. Tuvo el celo de las instituciones. Humanista, juez,
maestro, pensador, estadista, cultor de las bellas letras y de la
poesía, gran parte de su larga actuación, proficua y ejemplar, ha
de buscarse en la magistratura, en la cátedra y en el libro.
Profesor de historia, filosofía y derecho, decano de facultades,
presidente de la Universidad Nacional de La Plata, "doctor
honoris causa" de la Universidad de Río de Janeiro, fue también
eficasísimo propulsor de la amistad panamericana y extracontinental.
Sustraído a las luchas civiles, pero en modo alguno ajeno al cuidado
de los deberes de ciudadano. Hombre de pensamiento y de estudios
disciplinados, vivió la firmeza de su labor intelectual y de
conducta moral. Su característica fue singularmente el equilibrio.
Al cumplir Rivarola los 80 años de edad, el país le tributó el
homenaje que cuadra a los maestros. Países hermanos adhirieron a ese
tributo, nuncio y
preludio
de su posteridad gloriosa. Falleció én Buenos Aires el 10 de
noviembre de 1942. De todas las facetas de tan vasta, prolongada y
meritoria actuación, destaco la vinculación afectiva que Rodolfo
Rivarola mantuvo con su ciudad natal. Me consta el gran cariño que
sintió por el terruño, por habérmelo manifestado personalmente
más de una vez, en conocimiento de mi residencia rosarina y así
lo ratificó su hijo Horacio. Indudablemente Rivarola tuvo siempre en
sumo grado el culto del terruño. El movimiento de opinión en favor
de la creación de la Universidad Nacional del Litoral, tuvo en
el doctor Rivarola apoyo decisivo desde la hora inicial. Por su
parte, la ciudad que le viera nacer, ha sabido honrar a hijo tan
dilecto. En 1937, adhiriendo a los homenajes que se le tributaron en
el día de su octogésimo aniversario, la Municipalidad de Rosario
dio el nombre señero de "Doctor Rodolfo Rivarola" a la
avenida "Los Plátanos", del populoso barrio Godoy.
Para concretar tan plausible adhesión fue necesario prescindir por
esa vez de la disposición del artículo 29 de la ordenanza N°
36|1929, que prohibe que se de el nombre de una persona a una plaza,
avenida, calle o pasaje, hasta un año después de su fallecimiento,
Horacio Rivarola me refirió que
cuando
su señor padre
recibió la
grata nueva, comunicada
por el intendente
Culaciati, le
satisfizo saber
que con su nombre
no se reemplazaba
el de otra persona.
Una
década después, en 1947,
al cumplirse
el 90° aniversario del
natalicio
del doctor Rivarola, el
Centro
de Estudios Americanistas de
Rosario,
descubrió una placa recordatoria
en el frente del actual edificio
de
la calle Córdoba 1023, levantado
en
el solar donde existía la casona en
que
nació el ilustre rosarino. Previamente,
el doctor Calixto Lassaga,
coetáneo
de Rodolfo Rivarola, disertó
sobre su personalidad por una
radioemisora.
En
1952, con motivo de cumplirse el
10
de noviembre el décimo aniversario
del fallecimiento del doctor
Rivarola,
por decreto del P.
E.
de
la provincia
de Santa Fe, se dio
el nombre
de "Doctor Rodolfo Rivarola"
a una
escuela fiscal de nuestra ciudad.
La
ausencia apaga la llama...
El dicho
no vale para Rodolfo
Rivarola, que
no pudo estar ausente
de su Rosario
natal porque lo
llevaba en el
alma de los recuerdos
y en la
memoria del corazón.
Nostalgia del
terruño. Estaba en
él como una dulce,
apacible y
melancólica
añoranza.
Rosario
tampoco lo olvida; fue
en su
tierra donde el hombre del
futuro oyó la
tierna canción de
cuna.
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Fue publicada el 8 de diciembre de 1975 en el diario La Capital de Rosario.
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Fuente: Extraído de la Revista” Rosario y su Historia”. Fascículo N.º 59 de diciembre de 2007